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Japón día 4

Japón día 4

Traslado Tokyo – Kyoto, Centro de Kyoto y Gion

12 DE MARZO DE 2018

Nos levantamos pronto y fuimos a desayunar a la pastelería del primer día. Esa mezcla de bollería francesa con sabores japoneses nos había gustado mucho. Detrás de nosotros teníamos a una japonesa con su traje tradicional y a unos cuantos japoneses trajeados. Tomamos un par de bebidas calientes, sandwiches gratinadosde jamón y queso y dos piezas de bollería cargadas de chocolate. Así sin sentimiento de culpa ni nada.

Cogimos la línea de metro Asakusa para ir a ver como amanecía sobre el templo Zojo-ji con la Torre de Tokyo detrás (uno de los imprescindibles de Tokyo). Ya habíamos estado el día anterior pero nos pareció que al amanecer ganaría bastante. Y así fue, hicimos varias fotos (mucha fotos) y nos volvimos al hotel para enviar la segunda maleta por takkyubin al último hotel del viaje en Tokyo.

No lo hemos explicado del todo antes, pero gracias a este servicio no cargamos maletas en todo el viaje. Nos llevamos dos maletas y una mochila; los primeros días las tuvimos todas en el hotel de Tokyo. El día anterior enviamos una maleta con la ropa que usaríamos en Kyoto y Miyajima (con la mochila dentro) al alojamiento de Kyoto, y ahora enviábamos la segunda maleta con la ropa ya usada y la que nos pondríamos los últimos días al último hotel de Tokyo.

Una vez organizado todo para el envío nos fuimos a dar un paseo por la estación antes de coger el shinkansen con los asientos que teníamos reservados. Explicamos el proceso de reserva de asientos en la entrada cómo utilizar el JRPass.

Santuario Zojoji con la Tokyo Tower

El tren salió a las 10:33, puntualísimo. El acceso está perfectamente organizado, en el suelo del andén está marcado dónde hay que esperar para acceder a cada vagón, con el número del vagón y el tipo de tren perfectamente indicado. La gente es muy ordenada y van accediendo sin prisas ni atropellos. Os dejamos más información sobre el transporte en tren en la entrada cómo moverse por Japón.

En el trayecto de Tokyo a Kyoto se puede ver el monte Fuji. Empieza a observarse tras las montañas a unos 45 minutos de viaje y a la hora ya se ve perfectamente. Si tenéis suerte como nosotros y hace un día despejado, se ve muy nítido. Para poder verlo, elegid asientos a la derecha del vagón según el sentido de la marcha, y a la izquierda en el trayecto de vuelta.

Vistas del Monte Fuji desde el shinkansen Tokyo-Kyoto

A las 13:11 llegábamos a Kyoto. Como hasta las 16 no teníamos disponible la casa, aprovechamos para gestionar las reservas para el tren a Hiroshima en las oficinas del JR y comimos en la Kyoto Ramen Koji, en el edificio de restauración que está en la misma estación. Situado en la 10ª planta, hay 8 restaurantes de ramen cada uno especializado en una zona de Japón.

Elegimos Taishoken, especializado en ramen del barrio de Ikebukuro de Tokyo. Se sirve la sopa separada de los noodles, que están fríos, y hay que ir mojándolos en la sopa antes de comerlos. Nosotros pedimos una sopa ramen tradicional con extra de cerdo y huevo. Deliciosa y barata (840 yenes, unos 6,5€).

Taishoken, 1 Karasuma, Shimogyo-ku (TripadvisorGoogle)

Bol de sopa Ramen en Kyoto Ramen Koji

El alojamiento lo habíamos reservado en el barrio de Nijo. Desde la estación central cogimos la JR Sagano line de tren hasta Nijo Station. Es un barrio residencial con casas unifamiliares de estilo tradicional, cerca del castillo de Nijo y con bastantes servicios en los alrededores. Tenéis más información sobre el alojamiento en Kyoto en la entrada dónde dormir en Japón.

Habíamos alquilado una machiya, una casa tradicional japonesa de madera. Para poder considerarse una machiya, el gobierno exige más de 60 requisitos, entre ellos, el tipo de construcción, el tipo de materiales del suelo, el baño separado, la zona de lavado tipo ofuro y un largo etcétera.

En la puerta de la casa nos esperaba Shin. Si la amabilidad de los japoneses nos había llamado la atención, el recibimiento en Kyonoyado Gekkoan nos dejó alucinados. Tras abrirnos la puerta y pedirnos que nos descalzásemos, nos enseñaron la casa. La maleta, que habíamos enviado hacía dos días por takkyubin, ya estaba preparada en la zona del vestidor. Nos explicaron dónde estaba cada cosa y cómo funcionaba todo.

Tras esto nos pidieron que nos sentásemos en la mesa del salón, de estilo tradicional, es decir, mesa baja con un par de almohadones en el suelo sobre un tatami. Allí, mientras nos pedían los datos para el check-in, nos sirvieron un té y unas pastas típicas de la zona.

Shin nos estuvo dando consejos sobre qué ver en Kyoto, restaurantes, excursiones, tiendas en los alrededores, etc. Estuvieron un par de horas más o menos, pero estábamos tan encantados que se nos pasaron volando. A decir verdad, Antonio ya estaba empezando a impacientarse por salir a conocer la ciudad.

Habitación del Ryokan Kyonoyado Gekkouan

Cuando se fueron, arreglamos un poco la ropa de la maleta, hicimos varias fotos de la casa y salimos a ver el castillo de Nijo. Ya estaban cerrando cuando llegamos pero valió la pena verlo desde fuera, atardecía justo detrás del canal que lo rodea y nos quedaron unas fotos muy chulas.

Pusimos rumbo al centro, siempre caminando, y estuvimos viendo alguna tienda de antigüedades y la zona comercial de Sanjo que discurre desde Nijo hasta el centro a través de pasajes cubiertos entre los edificios.

Castillo Nijo-jo en Kyoto

Llegamos a Shinkyogoku y Teramachi, dos calles cubiertas llenas de comercios que discurren paralelas al río. Allí está el templo Nishiki Tenmangu con su entrada llena de farolillos, entramos a verlo y poner el cuño en nuestra libreta.

Entre las calles y el río está Pontochō, un callejón estrecho con mucho encanto que conserva las ochayas o casas de té regentadas por geishas, y que por las noches está muy animado debido a la multitud de restaurantes ubicados en él (uno de los imprescindibles de Kyoto). Compramos un ración de takoyaki (bolitas rellenas de pulpo) a través de una pequeña ventana del restaurante Palplan, una pena no haber vuelto a cenar allí.

Cruzamos el río Kamo en dirección a Gion, otro barrio tradicional típico con muchas ochayas, donde es más fácil ver a las geishas y maikos por la calle. Tuvimos suerte y vimos varias geishas y un par de maikos despidiendo a los clientes en la puerta de los locales.

Tras dar varias vueltas por el barrio entramos a un sitio de gyozas. Fue la única mala elección del viaje. Nos pareció un sitio chulo desde fuera pero las comida era bastante anodina, y más aún al ver cómo sacaban las empanadillas del congelador directamente a la sartén y nos las servían sin ningún tipo de ganas. El sitio se llama Gyoza8, pasadlo de largo.

Callejón Pontochō en Kyoto

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