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Japón día 1

Japón día 1

Tokyo: Vuelo de ida, Harajuku y Shibuya

9 de marzo de 2018

Llegamos a Barajas en tren. Normalmente si el vuelo sale de Madrid, preferimos coger un AVE a primera hora de la mañana y en Atocha un cercanías hasta el aeropuerto. Solemos tener bastante suerte con la facturación y el control de seguridad, así que en poco tiempo estábamos sentados en la sala de espera tomando un almuerzo y nerviosísimos.

El vuelo salió a la hora prevista y sin incidentes. Habíamos reservado los asientos de la salida de emergencia en clase turista, lo que nos daba un poco más de comodidad. Nos esperaban 14 horas de vuelo. Junto a nosotros se sentaron Ceci y su marido, una pareja argentina majísima que volaba con un bebé de 8 meses y una niña de 2 años con los que estuvimos charlando. Cuatro películas, dos comidas y algunas fotos después, llegamos a Narita.

Pasar el control de aduanas es bastante más rápido que en otros aeropuertos internacionales (en Miami estuvimos 3 horas haciendo cola), aunque a nosotros se nos retrasó un poco porque el sistema de verificación de pasaportes no reconoció a Rafa y tuvo que esperar 15 minutos en una sala para que lo comprobasen. Incluso en esta situación, los japoneses fueron amables hasta el extremo. Salieron a avisar a Antonio, que estaba recogiendo las maletas, de que tenían que comprobar el pasaporte de Rafa pero que no había ningún problema.

A la llegada al aeropuerto de Tokyo tuvimos que hacer alguna gestión: recoger el pocket-wifi en la oficina de correos, recoger el JR-Pass y comprar los billetes del Skyliner, en nuestro caso (1330¥ cada billete, unos 10€).

Para el traslado hasta el centro de Tokyo se pueden optar por varias compañías de trenes. Lo más habitual es activar el JR Pass y coger directamente el Narita Express, que viene incluido, pero como nosotros elegimos un pase de 7 días no queríamos activarlo al llegar y, además, el Skyliner nos dejaba más cerca de nuestro hotel. Tenéis mucha más información sobre las opciones de traslado en la entrada cómo ir del aeropuerto a Tokyo.

Skyliner Access  Express  dirección Haneda Airport  — 62 min –>  Shimbashi

Tren Skyliner Narita Airport - Tokyo

Aterrizamos a las 10h y a las 12:45 estábamos entrando al Park Hotel Tokyo en Ginza (tenéis más información sobre alojamiento en la entrada dónde dormir en Japón). Al llegar al hotel nos dijeron que no tendríamos la habitación hasta las 16h, pero que podíamos optar a un upgrade por un poco más. Nos enseñaron la foto de la habitación superior y las vistas nos convencieron, bueno, eso y que necesitábamos una ducha urgente.

Vistas desde la habitación 3412 en el piso 34 del Park Hotel Tokyo

Tras asearnos, cogimos la línea Yamanote de JR en dirección a Harajuku. El plan: ver el parque Yoyogi, el santuario Meiji, Takeshita dori y comer unas gyozas.

El metro en Tokyo no tiene mayor problema si ya sabéis moveros en alguna gran ciudad (tenéis toda la información en cómo moverse por Tokyo). A esa hora y siendo sábado, la línea iba bastante llena ya que la zona de Harajuku está muy de moda entre los jóvenes tokiotas. La entrada a Takeshita dori estaba a reventar de gente que entraba y salía, lo que nos dio la oportunidad de grabar un timelapse para que se viese el movimiento de la gente.

Como era un poco tarde, decidimos ir primero a comer. Teníamos recomendado en la zona el restaurante Gyoza Lou, a pocas manzanas de la estación de tren. El barrio está lleno de sitios muy chulos para comer o beber. Al llegar había esperando unas 20 personas así que nos pusimos a hacer nuestra primera cola en Japón, es uno de los pasatiempos favoritos de los japoneses, así que había que integrarse. Como el local tiene una barra bastante grande iban llamando a parejas cuando se hacía hueco, eso nos permitió pasar antes en la cola. No tardamos más de 15 minutos en sentarnos. La comida fue buenísima, pedimos dos platos de gyozas, pepinos encurtidos, ensalada de col, arroz, sopa miso y dos cervezas Kirin. La cuenta no llegó a los 2000¥, unos 15€.

Harajuku Gyoza Lou. 6-2-4 Jingumae, Tokyo. (TripadvisorGoogle)

Volvimos paseando hacia la entrada del parque Yoyogi, donde había mucha gente por todas partes. El acceso al parque es una zona de encuentro por lo que hay mucha gente parada, a eso hay que añadirle los turistas haciendo fotos al gran torii de la entrada. Nosotros nos dirigimos hacia el interior del recinto donde está Meiji jingu, uno de los templos que teníamos anotados como más bonitos de la ciudad (y damos fe de que es uno de los imprescindibles de Tokyo). A mitad de camino hay un gran muro formado por decenas de toneles de sake, ofrecidos a los dioses del santuario, es una imagen bastante curiosa.

A la izquierda se abre un camino presidido por otro gran torii, reconstruido tras la II Guerra Mundial con madera de ciprés de 1500 años de antigüedad.

Torii gigante en Meiji Jingu

En la entrada al santuario están los recintos para hacer el temizu, comprar las ofrendas u omamori, los emas y los omikuji.

Si queréis saber los ritos que se realizan en cada templo leed la entrada qué hacer en templo japonés.

Tuvimos la suerte de ver una boda, o parte de ella, ya que no quisimos molestar demasiado. Tras realizar todos los ritos del templo, ya sabéis que nos gusta integrarnos, nos fuimos a Takeshita dori.

En la entrada a esta famosa calle hay una portada con luces y una pantalla que da la bienvenida en varios idiomas. La decoración de las luces la van cambiando durante el año, cuando fuimos estaba decorada con un gran muñeco de nieve.

Takeshita es una zona con ambiente bastante joven, está lleno de cafeterías, creperías (cuidado que aquí les gusta el dulce y los sirven bien llenos) y Idol Shops, tiendas con merchandasing no oficial de los grupos musicales más actuales de Japón. En ellas los jóvenes tokiotas compran fotos o artículos de los personajes de sus grupos preferidos a precios más bajos que en las tiendas oficiales. Además, podréis encontrar tiendas tan extravagantes como una de panes de gomaespuma.

Salimos hacia la avenida comercial de Omotesando y callejeamos hacia Shibuya. Ya había anochecido y los neones de la zona estaban encendidos. Subimos al Starbucks que hay sobre el famoso cruce para ver las miles de personas que lo cruzan cuando el semáforo se pone verde. Lo cruzamos un par de veces, lo vimos desde el paso elevado de la estación que hay enfrente, no podemos decir que no vimos el cruce, imaginaos las fotos que llegó a hacer Antonio. El cruce de Shibuya es uno de imprescindibles de Tokyo.

Vimos la estatua de Hachiko y aprovechamos que estábamos junto a un centro comercial para bajar a la zona de alimentación a cotillear. Era la hora en la que los empleados ponen los productos frescos de oferta antes del cierre y fue divertido ver cómo los tokiotas seguían al empleado, para ver qué ofertas ponía, y cómo las iban metiendo en sus cestas.

Tras conseguir arrastrar a Rafa fuera del supermercado (él lo hubiera probado todo) fuimos a la colina de los Love Hotels. Es una zona tranquila al oeste del cruce, donde las parejas jóvenes y no tan jóvenes alquilan habitaciones por horas. No sólo por no tener sitio donde estar tranquilos en sus domicilios, si no también porque muchas de las habitaciones les permiten realizar sus fantasías, ya que los hoteles las tematizan.

Carteles iluminados en Shibuya, Tokyo

En medio de la colina hay un santuario sintoísta, y junto a él hay varios bares y una pequeña izakaya que nos llamó la atención. Ya iba siendo la hora de cenar y no nos lo pensamos mucho. En la puerta un cartel rezaba «We can only speak Japanese and can not explain about dishes in English», para nosotros no hay mejor reclamo.

Koriori Hyakuken lo regenta una joven pareja que se desvivió por atendernos. Nos ofrecieron la carta y, como pudieron, nos recomendaron el menú para probar sus mejores platos. Pedimos un menú normal con cerveza y otro con sake. La cocina era minúscula y no podíamos creer que de ahí saliesen los platos tan deliciosos que nos pusieron. La forma en la que sirven el sake en las izakayas es curiosa, el vaso está sobre un plato hondo pequeño, al servir el vino dejan que desborde hasta que casi llene el platillo. Nuestra duda era si debíamos beber lo derramado en el plato, menos mal que al final de la barra había una pareja japonesa que se adelantó a nosotros y pudimos «copiarnos». El sake del plato sí se bebe, se vierte en el vaso cuando éste se acaba. Cada menú de 7 platos con la bebida nos costó 3700¥, unos 30€. Mereció mucho la pena.

Koryori Hyakuken. 2-20 -10 Dogenzaka, Tokyo. (Tripadvisor)

Salimos con el estómago lleno y con el sake empezando a hacer estragos, lo mejor era darnos un buen paseo. Volvimos al hotel con la Yamanote line bajando una estación antes para seguir rebajando la cena y recorrer así el barrio de Yurakucho, lleno de bares y restaurantes bajo las vías del tren.

Uno de los platos del menú en Koryori Hyakuken

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