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Japón día 8

Japón día 8

Miyajima, Traslado a Tokyo, Yanaka y Shimokitazawa

16 DE MARZO DE 2018

A las 6 estábamos en pie. Ya que teníamos poco tiempo en Miyajima, decidimos madrugar para ver el amanecer antes de que nos dieran el desayuno. Recorrer las calles a esas horas de la mañana nos transmitió mucha tranquilidad.

Hacía bastante frío, unos 2 grados bajo cero, y en el suelo había algo de escarcha, pero ver salir el sol tras las montañas y observar cómo los rayos iban iluminando el torii flotante hizo que desapareciera cualquier sensación de cansancio o frío.

Aprovechamos para entrar, casi solos, en el santuario de Itsukushima y paseamos sobre las pasarelas elevadas cubiertas por pérgolas y columnas de color rojo, hasta llegar a la plataforma que hay frente al torii. Tuvimos la suerte de que ese día el cielo estaba totalmente despejado.

Santuario Itsukushima en Miyajima

Volvimos al hotel un poco antes de las 8. Los dueños estaban alucinados de que la noche anterior hubiésemos salido después de cenar y hoy, antes de desayunar. Nos sirvieron el desayuno en la mismo salón de la cena: huevos revueltos con salchichas, tostadas con mantequilla y mermelada, fruta, yogur, zumo de naranja y café. Y a pesar de la animalada de comida que sacaron aún nos preguntaron si queríamos repetir algo.

Con todo recogido nos fuimos a ver el templo budista Daishoin, cuya entrada queda justo enfrente del hotel. Se accede por unas largas escaleras flanqueadas por cientos de estatuillas de monjes, adornadas con gorros y bufandas de lana que los feligreses les colocan como ofrenda.

El templo estaba vacío así que pudimos ver todos los rincones, tocar una gran campana, hacer varias ofrendas y ritos. Un sitio muy chulo para ir pronto y sin gente. Uno de los imprescindibles que ver en Miyajima. Desde arriba se tiene una vista panorámica del pueblo con el torii, no es tan chula como la del mirador del teleférico pero merece la pena.

Templo Daisho-in en Miyajima

Recogimos las cosas del ryokan, y nos despedimos de los dueños, salió toda la familia a despedirnos a la puerta. Son un encanto de gente. Recorrimos el camino paseando tranquilos hasta llegar al muelle, paramos a comprar unos manju-momiji en una pastelería tradicional, y un poco antes de las 10 cogimos el ferry. Sobre las 10:30 ya estábamos esperando el shinkansen en Hiroshima.

El trayecto de vuelta no fue directo, tuvimos que hacer transbordo en Shin-Kobe, tan sólo unos 8 minutos de espera. No llegábamos a Tokyo hasta las 16:00, así que compramos una caja bento en el tren para comer, nos hacía especial ilusión ya que es algo muy típico japonés. Nos resultó sorprendentemente buena (si queréis saber más curiosidades, visitad nuestra entrada sobre consejos y curiosidades de Japón). El tren paró un momento en Himeji y vimos el castillo «La Garza Blanca» de lejos. En esta ocasión, el Monte Fuji estaba cubierto por nubes, pero por suerte, lo habíamos podido ver el día anterior.

Señalización del número de vagón en el andén de Shin-Kobe

Al llegar a Tokyo dejamos las mochilas en la estación central y nos fuimos directos a Yanaka. Es un barrio al norte de Tokyo con un mercado callejero chulísimo, tiene mucho ambiente y se puede encontrar de todo. No pudimos evitar comernos un cucurucho que imitaba a un helado pero estaba hecho de puré de patata con una salsa de tomate a modo de sirope.

Vale la pena pasar una tarde en este barrio, las tiendas de cerámica son una pasada, puestos variados de comida japonesa, una tienda de sellos muy original y varias de camisetas personalizadas. Los alrededores son muy tranquilos, es un barrio tradicional, famoso también por el enorme cementerio junto a la estación.

Nos acercamos al Hotel Metropolitan Marunouchi a hacer el check-in, y a comprobar que estuviesen todas nuestras maletas. Una llevaba allí 4 días y la otra 2, y todo estaba correcto. Estábamos encantados con el servicio de transporte de equipaje takkyubin. El hotel lo habíamos elegido sobre la estación central para poder movernos con más agilidad, sobre todo para salir al aeropuerto. Las vistas desde nuestra habitación eran fantásticas, observando todas las vías de la estación llenas de shinkansen.

Zona comercial de Yanaka

Aprovechando que íbamos a cruzar la estación nos acercamos a ver la Tokyo Character Street. Llena (llenísima) de tiendas dedicadas a personajes manga y anime: Doraemon, Hello Kitty, Lego, Estudios Ghibli, Ultraman y un largo etcétera.

Tienda de Estudios Ghibli en Tokyo Character Street

Nos dirigimos hacia Shimokitazawa, un barrio «hipster» de calles peatonales y edificios bajos con muchas tiendas de ropa de segunda mano, tiendas de discos, cafés al estilo del SoHo o TriBeCa. Un ambiente muy diferente del resto de Tokyo pero con mucho encanto, y uno de los imprescindibles de Tokyo.

Nos llevó un buen rato recorrerlo. Tal y como nos habían dicho Olga y Javi, es un barrio que hay que recorrer al atardecer. El ambiente cuando se encienden las luces de los comercios y empieza el crepúsculo es una pasada. Se nos hizo tarde y decidimos cenar allí. Buscamos el local que estuviese más lleno de japoneses y allí entramos. Una taberna llena de treintañeros con una carta variada, diferentes platos de fideos o arroz salteados, gyozas, un pollo frito delicioso y un buen ambiente.

Isshin. 2-24-9 Kitazawa Setagaya, Tokyo. (Tripadvisor – Google)

Después de cenar recorrimos la parte del barrio que nos faltaba, al otro lado de las vías, y volvimos al hotel. Estábamos muertos.

Barrio bohemio de Shimokitazawa

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