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Tromsø día 2

Subida a Fjellheisen y excursión «caza de auroras»

19 de enero de 2018

Después de la paliza del día anterior, alargamos en la cama hasta las 9:30. Como estábamos en la noche polar, no parecía de día, sólo había un leve resplandor en el horizonte. Tardamos un buen rato en vestirnos: 3 capas en las piernas (mallas térmicas finas, otras gruesas y un pantalón de pana) y 4 en el tronco (2 camisetas térmicas, un suéter de lana y el abrigo térmico) cuesta lo suyo.

Desayunamos en el hotel, había bastante variedad de comida, una zona de productos locales muy buenos, con salmón, fiambres locales y encurtidos y una zona de bollería riquísima.

Con el estómago lleno nos fuimos a pasear por la ciudad en dirección al puerto. Recorrimos la orilla del mar haciendo mil fotos, cruzamos el puente Tromsøbrua que une la isla con la península escandinava y llegamos hasta la Catedral del Ártico. Una construcción moderna y vanguardista en forma de cabaña doble con once niveles de techo triangulares (representan a los doce apóstoles salvo a Judas), que le dan forma de iceberg o de la isla Håja, según la información que se mire. Es una de las mejores cosas que ver y hacer en Tromsø.

Catedral del Ártico

  • Horario: de lunes a sábado de 11:00 a 17:00 y domingos de 13:00 a 17:00
  • Entrada: 55 NOK
  • Cómo llegar: los autobuses 20, 24, 26 y 28 llevan desde el centro a la catedral
Noche polar desde el puerto · Catedral del Ártico

Después de no sé sabe cuántas fotos, seguimos el paseo por el barrio de Tromsdalen hasta el teleférico de Fjellheisen. Cuidado con la subida porque las placas de hielo son mortales. Tuvimos que ir sorteando a otros turistas que iban cayendo de culo. Nosotros ya habíamos aprendido a pisar en el hielo después de caminar sobre él la noche anterior durante 4 kilómetros, el truco está en pisar en plano y firme (o comprarte unos crampones para las botas, como van la mayoría de noruegos).

El teleférico sube al monte Stor­stei­nen hasta 421 metros sobre el nivel del mar y iene una frecuencia de subida/bajada cada 30 minutos aproximadamente. Las entradas nos costaron 190 NOK i/v y las compramos allí mismo, no permitían la compra online en ese momento. En determinadas horas y según el día hay bastante gente pero si se queda alguien sin subir, hacen otro trayecto enseguida sin esperar la media hora.

Teleférico de Fjellheisen

  • Horario: de 10:00 a 0:00 aproximadamente (aunque varía a lo largo del año)
  • Entrada: 240 NOK i/v (descuento del 5% online)
  • Cómo llegar: el autobús 26 lleva a la terminal inferior

Nosotros subimos a las 13:00 de un viernes y había mucha gente, aunque conseguimos subir en la primera góndola. Las vistas desde arriba son preciosas, se ve toda la ciudad con las montañas detrás, una panorámica impresionante. Hay un mirador sobre el edificio y por la parte trasera da acceso a la cima del monte, por donde se puede caminar libremente.

Dimos una pequeña vuelta por los alrededores del edificio, alejándonos lo suficiente para tener buenas vistas de la ciudad y el fiordo iluminados por la tenue luz de la noche polar. Con la brisa allí arriba nos dimos cuenta que los pantalones de pana valían para estar abajo pero en la montaña no nos protegían lo suficiente.

Subida al teleférico Fjellheisen · Vistas de Tromsø desde la cima

A las 14:15 bajamos y cogimos el autobús 26 que lleva al centro de la ciudad. La parada está junto al acceso del teleférico. Se puede pagar el billete de forma fácil y cómoda con la app móvil Troms Billett. Tenéis más información en la entrada cómo moverse en tansporte público en Tromsø.

Cuando íbamos cruzando el puente vimos un barco muy chulo de color rojo que se aproximaba al puerto y bajamos en la siguiente parada para intentar hacerle una foto pasando por debajo del puente, pero no llegamos a tiempo (somos un poco frikis con las fotos, lo sabemos).

Fuimos caminando hacia el centro y como era la hora de comer (aunque parecía la hora de la cena porque ya había desaparecido la escasa luz del mediodía), nos metimos en un sitio de pasta que habíamos apuntado en nuestra guía y no era excesivamente caro. Nos pedimos dos sopas de tomate, una pasta gorgonzola, otra pasta carbonara y agua del grifo (gratis). Todo nos costó 506 NOK, unos 50 euros, y estaba muy bueno. Muy recomendable.

Pastafabrikken. Sjøgata, 17 (TripadvisorGoogle)

Pastafabrikken

Terminamos de comer a las 15:30 y nos fuimos al hotel dando un paseo por el centro de la ciudad, recorriendo las calles comerciales y la plaza de la catedral. Para ser invierno, hacer un frío de tres pares de narices y haber tanta oscuridad en el cielo, había mucho ambiente por las calles.

Subimos a la habitación para descansar un poco y abrigarnos bien con calentadores de pies y manos, doble guante térmico, pantalones de nieve y botas técnicas, porque a las 17:50 nos recogían con un Land Rover Defender de color azul para ir a la caza de auroras boreales.

Habíamos contratado online la excursión para cazar auroras boreales con Greenlander, una empresa familiar llevada por Markus Varik y su mujer Kerttu (1500 NOK, unos 150€, cada uno). Habíamos leído muy buenos comentarios y era en grupos reducidos de 6 personas máximo (otras empresas ofrecen tours en autobús más económicos, pero nosotros preferíamos un trato más cercano). Además, Markus es un entusiasta de las auroras boreales y de la fotografía y te enseña qué parámetros y ajustes hay que poner en la cámara para sacar buenas fotos de las luces del norte (tenéis más información en nuestra entrada Cómo cazar auroras boreales)

Tras recoger al resto del grupo en sus respectivos hoteles, se puso en contacto con otras agencias y miró la previsión meteorológica para esa noche buscando el punto con más probabilidades de ver las auroras. Condujo a las afueras de Tromsø durante una hora y llegamos a una pradera nevada, rodeada de abetos, en mitad de la nada, pero con un cielo despejado espectacular lleno de estrellas.

Impresionante cielo estrellado esperando la aurora boreal

Markus nos explicó cómo sacar el máximo partido a las cámaras y mientras esperábamos, excavó un agujero en la nieve, encendió una hoguera y colocó unas sillas plegables alrededor. Hacía muchísimo frío, dijo que íbamos a llegar esa madrugada a -35º. En ese momento había -26º y la hoguera se agradecía, aunque hacía falta algo más (y eso que llevábamos más capas que una cebolla y calentadores de manos y pies…).

A las 20:00 apareció una franja de luz verdosa en el cielo tras los abetos, parecida a la que habíamos visto la noche anterior en el lago. Hicimos un montón de fotos con un telón de fondo muy chulo. Markus nos hizo fotos para tenerlas de recuerdo. Pero las luces no querían subir de intensidad y aprovechamos para sentarnos alrededor del fuego y comernos un bol de sopa calentita con pan.

Hoguera bajo la aurora boreal

Mientras charlábamos, comenzó a iluminarse el cielo de un verde intenso espectacular. Markus salió pitando cámara en mano diciendo que habíamos tenido mucha suerte esta noche. Las luces empezaron a danzar por todo el cielo haciendo figuras y espirales e iluminando todo. Cambiaban de color de verde a morado en distintos tonos. Nos quedamos embobados, fue un momento mágico y sorprendente que duró 10-15 minutos. No esperábamos que el espectáculo fuera tan mágico. Y nosotros que nos habíamos conformado con lo que habíamos visto antes…

Aurora boreal en Tromsø
Cazando auroras boreales con Greenlander

A lo largo de la noche, siguieron apareciendo auroras, pero no tan intensas como la que habíamos visto y además el frío comenzó a hacer estragos a pesar del chocolate caliente con pastas que nos dio Markus para combatirlo. Los calentadores de manos y pies dejaron de hacer efecto y teníamos los pies congelados. Decidimos volver a Tromsø sobre las 23:00, pero al montarnos en el todoterreno, hacía más frío que fuera, con las puertas y cristales congelados y nos costó un buen rato entrar en calor hasta que la calefacción tuvo fuerza suficiente.

A las 0:30 estábamos en la habitación del hotel, cansados pero con la emoción metida en el cuerpo. Una noche que no olvidaremos nunca.