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Islandia día 4

De Flókalundur a Sauđarkrókur. Vestfirðir y península de Vatnsnes

Vestfirðir – Kolugljúfur – Focas en Sigríðarstaðavatn – Hvítserkur – Sauðárkrókur – Hótel Tindastóll
27 de mayo de 2019

No teníamos pensado madrugar en exceso, pero la luz permanente y la emoción por ver nuevas cosas hizo que a las 7:30 estuviésemos ya duchados y preparando el equipaje. Desayunamos en el hotel unos gofres recién hechos, embutido, tostadas y, por supuesto, unos skyr, en un salón amplio con vistas al fiordo.

Pusimos gasolina en el mismo hotel y empezamos la ruta hacia la Ring Road. Teníamos que recorrer buena parte de los fiordos del oeste o Vestfirðir, coger la R1 y recorrer la siguiente península, Vatnsnes, hasta Sauðárkrókur. Una de las etapas más largas y duras del viaje, 500km por caminos de grava en su mayoría. Habíamos calculado entre 7-8 horas de trayecto.

Desayuno en el hotel Flókalundur

Paramos en Hellulaug para ver la poza de día y continuamos unos kilómetros bordeando el fiordo hasta llegar a un camino que accedía a una pequeña cascada en medio de un prado. Aprovechamos que llevábamos el todoterreno para entrar casi al pie de la cascada siguiendo las rodadas que había marcadas.

Recorrimos los fiordos del oeste durante 120km por carreteras de grava con unas vistas de infarto, hasta el desvío a Hólmavik, por la carretera 61. En principio íbamos a seguir la carretera principal hacia el sur porque para acceder al norte estaban cerradas cuando preparamos el viaje, pero al ver que el desvío estaba abierto decidimos cogerlo para recorrer esa zona.

Vistas del glaciar Snaefellsjökull y el fiordo desde una pista para todoterreno.

La carretera 61 cruza las zonas altas y acaba en un fiordo al noreste de la península. El trayecto tiene unas vistas chulísimas y, en esa época, todavía había mucha nieve arriba del todo que estaba comenzando a derretirse. Además, no nos cruzamos con nadie.

Al llegar al norte nos desviamos por la 68, unos 100km con tramos de grava y asfalto hasta llegar a la R1. El trayecto es precioso, bordeando los fiordos, pero algo duro de conducir. Llegamos a la Ring Road 4h después de haber salido del hotel y todavía teníamos que ver el cañón Kolugljúfur y la península de Vatnsnes.

Continuamos la R1 en dirección norte y en unos 40 km cogimos el desvío de la 715 en dirección al cañón Kolugljúfur. Después de varios kilómetros por una carretera de grava, llegamos al aparcamiento del cañón.

Carreteras sin asfaltar que recorren la peninsula de Vestfirðir

Hacía un viento terrible, ahora entendemos por qué al alquilar el coche nos dijeron que tuviéramos cuidado al abrir las puertas, se vuelan literalmente (y no está asegurado el arrancamiento por viento). Os lo contamos todos en la entrada cómo moverse en coche por Islandia.

El cañón era impresionante, con grandes paredes verticales que dejaban un estrecho pasillo para el río y las dos caídas de agua que generaban un fuerte estruendo. Recorrimos la zona y vimos el cañón y las cascadas desde varios puntos. Había poca gente y la que llegaba no estaba mucho tiempo. El viento era bastante incómodo, pero como nosotros íbamos bien preparados, no teníamos frío y aguantamos bien.

Estuvimos buscando un sitio para comer cerca del cañón, pero las pocas mesas de picnic que había estaban desprotegidas del viento, por lo que decidimos seguir hacia la península de Vatnsnes y parar si encontrábamos algún lugar más resguardado por el camino.

Cascadas de Kolugljúfur
Cañon Kolugljúfur

Volvimos a la R1 dirección norte durante 7 km y nos desviamos por la 716, una carretera de grava que conecta con la 711, la carretera que rodea toda la península. La seguimos hasta el Ósar HI Hostel, que queda justo frente al sendero que baja a la playa de las focas, el objetivo de llegar hasta aquí.

Comimos allí mismo, sentados en el coche. Había un par de mesas de picnic y una cafetería donde comprar algo caliente, pero el viento seguía siendo muy fuerte y estábamos más cómodos y calientes dentro del vehículo. Compramos un par de chocolates para entrar en calor después del bocata y bajamos a ver la playa.

El sendero baja entre prados y hay que atravesar una verja (volved a dejarla cerrada, es para que el ganado no se escape). La playa era enorme, de arena negra, y al otro lado del lago Sigríðarstaðavatn pudimos ver una colonia de focas descansando plácidamente al sol. Objetivo cumplido.

Llevad prismáticos y cámaras con objetivos con buen zoom para poder ver y fotografiar las focas mucho mejor.

Caminando 1 km hacia el norte por la misma playa, llegamos a Hvítserkur, un enorme farallón en forma de elefante o rinoceronte. La leyenda dice que es un trol al que el sol sorprendió bebiendo en el mar y se convirtió en piedra (uno de los imprescindibles que ver en Islandia).

Colonia de focas en Vatnsnes
Hvítserkur con marea baja

Después de hacer mil fotos por la zona, volvimos caminando por la carretera hasta el coche. Reanudamos la marcha y regresamos a la R1 hasta llegar a Blönduós, donde paramos a poner gasolina y a comprobar la presión de los neumáticos porque había saltado el piloto.

Nos desviamos hacia una carretera muy chula y solitaria, atravesando unos valles y bordeando la montaña Tindastól hasta llegar al pueblo de Sauðárkrókur, a orillas del fiordo Skagafjörður, y donde se encontraba nuestro destino, el Hotel Tindastóll&Annex.

El hotel era una casa antigua de madera del siglo XIX, con un anexo más moderno. La chica de recepción fue muy amable y nos enseñó todo el hotel, nos llevó a nuestra habitación en el anexo y nos recomendó sitios para cenar.

En un principio íbamos a ir al baño natural de Grettislaug, al norte del pueblo, pero en el patio del hotel había una poza de agua termal y no pudimos resistirnos a darnos un baño relajante allí.

La chica nos ofreció unas cervezas, un plan muy tentador que aceptamos encantados (sin pensar en el sablazo que nos iban a meter, pero estábamos de vacaciones y como se suele decir, un día es un día). Estuvimos un buen rato hasta que se hizo la hora de cenar.

Cenamos en un restaurante cercano al hotel donde ofrecían comida local con ambiente muy joven. Tomamos dos plokkfiskur, un guiso típico de pescado y patatas con cebolla, parecido al ajo arriero, y pan de centeno local con dos ensaladas. Nos costó 6080 ISK/43,60 €. (En la entrada qué comer en Islandia tenéis más sobre la cocina local)

Volvimos al hotel a descansar, revisar las fotos del día y a dormir pronto.

KK Restaurant, Aðalgata 16, 550 Sauðárkrókur (TripAdvisorGoogle)

Poza termal en el hotel Hótel Tindastóll & Annex