Toscana día 4
Santa Croce · Cattedrale di Santa Maria del Fiori, Battisterio y Cupola · Llegada a Volterra
29 de mayo de 2017
Ese día necesitábamos dormir un poco más, hasta las 9:30 no empezamos a desayunar. Después de recoger la habitación y dejar las maletas en recepción, nos fuimos a ver el Palazzo Pitti y los jardines del Boboli pero ambos cierran el primer y último lunes de mes.
Cambiamos los planes y nos fuimos a pasear por el río. Cruzamos por el Ponte Santa Trinitá y giramos a la izquierda, esa zona no la habíamos recorrido y Rafa la recordaba bastante bonita, sin tanto turista. Callejeamos por el barrio y entramos en el Cenacolo di Ognissanti, lo encontramos de casualidad. Se considera la representación de la última cena que más influyó a Leonardo para pintar la suya en Milán.

Salimos atravesando la iglesia de San Salvattore in Ognissanti, con frescos de Botticelli, y subimos hacia Santa Maria di Novella, una basílica con una fachada florentina preciosa. Cerca de allí Rafa encontró una tienda que había visto 8 años atrás, se le quedaron en la memoria unas tazas de café de colores de metal esmaltado que, sorprendentemente, allí seguían. Nos las llevamos, por supuesto, y son las que más éxito tienen cuando tenemos visitas.
Cruzamos todo el centro hasta la Santa Croce, la entrada está incluida en la Firenze Card, accedimos por una de las naves laterales y fuimos recorriendo las tumbas de Dante y Galileo, el cenotafio de Miguel Ángel, el cristo crucificado de Donatello y el resto de monumentos hasta el transepto, por donde salimos al claustro.
Basilica di Santa Croce
- Horario: lunes a sábado de 9:30 a 17:00 (domingo de 14:00 a 17:00)
- Entrada: 8€ (incluida en la FirenzeCard).
- Dirección: Piazza si Santa Croce 16

Por la galería Este, accedimos a la capilla Pazzi de Brunelleschi y, desde el fondo, al museo. Vimos la Última Cena de Vasari, restaurada después de deteriorarse en la inundación de 1966 (parecía que el día iba sobre cuadros de la última cena).
Salimos a la plaza, estábamos un poco hambrientos y nos fuimos a buscar algo que picar por las calles aledañas. Compramos dos panini y una botella de agua en Opera Caffe, y nos acercamos al hotel a dejar la bolsa con las tazas de café.

Volvimos hacia el Duomo por el Ponte Vecchio para buscar un restaurante donde comer. Vimos un local que nos llamó la atención en la Via del Proconsolo, entre la Piazza di San Firenze y la Piazza del Duomo. Fishing Lab Alle Murate, con una carta de pescados muy sugerente. Nos sentaron en la barra y pedimos tartar de salmón y de atún, espagueti con salmón, besugo al horno con verduras, dos cervezas y agua. La comida costó 47,60€, y nos encantó.
Estando allí nos llevamos un sorpresón, junto a nosotros estaba sentada Maria Gavrilova, una dermatóloga que hizo la residencia con Antonio y hacía años que no veíamos, resulta que en ese momento estaba trabajando en Florencia. Después de la comida, estuvimos paseando por el centro y nos llevó a tomar un café al Caffè Giacosa de Roberto Cavalli, el mejor ristretto de todo el viaje.
Después del café, fuimos a ver la famosa Puerta del Paraíso de Ghiberti del baptisterio y entramos en la catedral de Santa Maria del Fiori. Aprovechamos para observar desde abajo los frescos de la cúpula (a la que íbamos a subir en unos momentos) y entramos en la cripta, donde estaban las ruinas de la antigua Basílica de Santa Reparata (todo incluido en la FirenzeCard y con la entrada integrada al Grande Museo del Duomo).

A las 17:00 estábamos en la puerta de acceso a la Cupola de Brunelleschi (también incluida en la Firenze Card).
Il Grande Museo del Duomo
- Horario: Catedral de 10:00 a 16:30 / Cupola de 8:30 a 19:00
- Entrada: 20€. Con la entrada integrada al Grande Museo del Duomo se tiene acceso al baptisterio, con la famosa Puerta del Paraíso de Lorenzo Ghiberti; la catedral de Santa Maria del Fiori (aunque la entrada a esta última es gratuita), las ruinas de la antigua Basílica de Santa Reparata en la cripta, el campanile de Giotto, el Museo dell’Opera del Duomo (también lo tenéis todo incluido en la FirenzeCard).
- Dirección: Piazza del Duomo, Firenze
Las escaleras eran bastante empinadas en algunos tramos y la parte final, por la que se atraviesa la cúpula desde dentro, no es apta para quien tenga vértigo. Aun así las vistas desde allí merecen mucho la pena, uno de los imprescindibles que ver y hacer en la Toscana.
Tardamos una hora en salir, y fuimos directos a por el coche para empezar la siguiente etapa del viaje.

Antes de llegar al siguiente hotel, paramos a un lado de la carretera para hacer unas fotos con la luz del atardecer sobre San Gimignano, uno de los pueblos que teníamos programados para ver al día siguiente, y que se veía a lo lejos sobreelevado entre colinas.
A las 20:00h cogíamos el camino de acceso al Agrihotel il Palagetto, en Cozzano, una aldea de Volterra. El hotel estaba sobre una colina, rodeado de campos de trigo, en plena Toscana y alejado de todo, un paraíso.
Lo primero que vimos al bajar del coche fue el atardecer con el típico paisaje toscano: colinas suaves, verdes y amarillas, y caminos bordeados por cipreses que llevaban a granjas aisladas. Ya por eso había merecido la pena la elección.

Nos dieron una habitación muy grande con vistas al sudeste, al amanecer, todo muy rústico pero bien equipado y mantenido. Entre el check-in y dejar las cosas, se nos hizo la hora de cenar. Nos sentamos en la terraza del comedor del hotel, con vistas a los campos y la piscina, y pedimos dos cervezas mientras mirábamos la carta (tenéis todas nuestras recomendaciones en la entrada dónde dormir en la Toscana).
Pedimos un plato de antipasto con crostini de tocino curado, crostini de tomate, proscciuto, salame y 3 tipos de queso de la zona, solomillo al vino tinto, ribollita (sopa de verduras toscana) y tiramisú. Nos quedamos hasta que cerró el restaurante viendo el crepúsculo, dimos una vuelta viendo la zona de la piscina y nos fuimos a descansar.
Al día siguiente empezaban las rutas largas de carretera.
