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Tanzania día 2

Parque Nacional del Tarangire

14 de marzo de 2023

Nos despertamos a las 6:30 de la mañana para que nos diese tiempo a arreglarnos y desayunar antes de que nos recogiese Dani a las 7:30. El hotel nos sirvió un desayuno bufet bastante completo, con tostadas francesas, salchichas, huevos, cereales, chapatis, mermeladas, zumos y fruta fresca. Fuimos bastante puntuales y pusimos rumbo al Tarangire National Park (uno de los parques imprescindibles que ver en Tanzania).

El trayecto se hizo algo largo, eran 110km por carreteras de un solo carril llenas de camiones y dala-dala (autobuses) que iban bastante despacio y a veces era difícil poder adelantar, pero el paisaje era bastante sorprendente y se disfrutaba mucho.

A unos 30km de la entrada del parque hicimos una parada en el Lenana Resort&Lodge de Makuyuni, donde dormiríamos las siguientes dos noches. Dejamos el equipaje rápidamente y nos fuimos al parque al que llegamos a las 10:30.

Mujeres y niño yendo a por agua a uno de los pozos de agua potable

A la entrada de cada parque hay que parar para que el guía entregue la documentación, pague las tasas (50$ por cada turista, y unos 10$ por el coche y el guía) y le den el pase. Mientras Dani hacía los trámites nosotros estuvimos dando una vuelta por los alrededores de la puerta que estaba llena de cercopitecos verdes, conocidos como monos ladrones, por lo que tuvimos que cerrar el coche y las ventanillas para no tener ningún susto. Había un par de crias muy graciosas a las que estuvimos haciendo fotos.

No fueron más de 10 minutos y nada más pasar el portón de acceso empezamos a ver animales, una manada de antílopes nos esperaba nada más llegar. A partir de ahí fue un no parar de alucinar. La sensación de ver animales en libertad en su propio hábitat es indescriptible.

Cercopitecos verdes a la entrada del Tarangire National Park

Empezamos a recorrer el parque en dirección suroeste, viendo decenas de manadas de cebras y varios tipos de antílopes: impalas, gacelas de Grant y de Thompson y dic-dic o madoquas. Paramos en una charca donde había una manada de cebras bebiendo y aparecieron un par de familias de facoqueros para beber y refrescarse en el lodo.

Bajamos hacia uno de los barrancos del parque donde apareció el primer elefante del viaje, nos impresionó su tamaño y eso que no fue de los más grandes que vimos.

Pudimos observar avestruces, algunas parejas de jirafas y desde los salientes de una de las colinas vimos una gran manada de búfalos a lo lejos. En esa misma colina nos rodeó un enorme grupo de elefantes, y ahí sí que pudimos disfrutarlo bien, había varias crías y adultos de varias edades. Una madre con su cría se quedó junto al coche y nos regaló unas fotos chulísimas.

Elefantes en el Tarangire National Park
Antonio observando los elefantes que rodearon el todoterreno en Tarangire

Dani fue buscando el este para ir adentrándonos en el corazón del parque y paramos a comer en el Matete Picnicsite, una zona sobreelevada con mesas para comer, baños, un puesto con venta de cafés y helados y un par de rangers. Las vistas eran espectaculares y lo curioso del sitio es que está plagado de monos ladrones, acostumbrados a que la gente les dé de comer se lanzan a por la comida y roban lo que pueden. Por eso es tan importante no alimentar animales salvajes con nuestra comida, aunque nos pueda parecer divertido, alteramos sus costumbres y dañamos su ecosistema. A nosotros nos robaron un par de plátanos.

Nos habían preparado un buen picnic con guiso de verduras, pollo ahumado, arroz cocido y una especie de espinacas salteadas con zanahoria y plátano. Nos tomamos unos helados y unos cafés antes de continuar.

Pareja de jirafas en el Tarangire
Vistas del Tarangire desde Matete Picnicsite

Después de comer, seguimos hacia el sur y vimos otros tres coches parados en una ladera. Puesto que Dani había conseguido que prácticamente no nos cruzásemos con nadie y esta vez iba directo a ellos, nos imaginamos que habría algún animal importante. Tuvimos la suerte de tener un leopardo tumbado a la sombra de una acacia a pocos metros, fue increíble verlo, todos estábamos tan emocionados que casi no hablábamos.

Después de un buen rato, seguimos en busca de algún otro gran felino, que es lo que nos faltaba por ver.

Leopardo en el Tarangire National Park

En el trayecto vimos de todo, pero con la diferencia de que había salido un solazo y el cielo estaba despejado por lo que los colores eran espectaculares. Estuvimos un buen rato viendo cómo una elefanta con la cría se acicalaban en la corteza de un enorme baobab, las usan para desparasitarse y dejan gigantescas marcas en los troncos. Bajo el árbol debía haber una madriguera de mangostas rayadas, porque salieron todas huyendo.

Pudimos bajar del coche un rato para ver el interior de otro baobab que tenía el tronco hueco y dentro cabían 4 ó 5 personas perfectamente, los rangers habían preparado unos rudimentarios escalones clavando palos en el interior del tronco para poder subir a la zona más alta, seguramente para poder descansar allí protegidos de los animales.

Aprovechamos para hacer varias fotos divertidas y estirar las piernas sin saber la sorpresa que teníamos después…

Lo que tú ves al mirar el baobab
Lo que el baobab está viendo

Habíamos notado un poco nervioso a Dani mientras hacíamos las fotos en el baobab insistiendo en no tardar para que no cerrasen el parque, él sabía perfectamente en el territorio de cada animal que nos movíamos en cada momento y empezó a preguntar qué animal nos hacía ilusión ver de los cinco grandes, ya le habíamos dicho varias veces que queríamos leones.

Paró a no más de cien metros del baobab y nos señaló a la derecha, tres leonas dormían la siesta al lado de una charca, protegidas por la sombra de unos arbustos. Estábamos flipando, sobretodo por lo cerca que habíamos estado un rato antes haciendo el idiota alrededor del coche. Dani nos dijo que no había peligro porque los leones no se acercaban a la zona del baobab pero que ya sospechaba que estarían por la zona de la charca.

Unos metros mas allá otra leona dormía panza arriba mientras su cachorro mamaba, un espectáculo que no olvidaremos.

Leona descansando en Tarangire National Park

Dani, después de ver a los leones, se dio un poco más de prisa en recorrer lo que nos quedaba hasta la entrada, teníamos que salir del parque a las seis como muy tarde. A esas horas se nos cruzaban manadas de cebras por los caminos esquivándonos, parecían jugar con nosotros.

Se fijó en que había entrado una mosca tsé-tsé en el coche y la atrapó con una facilidad pasmosa para que viésemos cómo eran y cómo diferenciarlas. Nos explicó que no hay peligro para los turistas porque para contraer la enfermedad del sueño te tienen que morder decenas de moscas, de hecho durante el viaje a más de uno nos mordió alguna y nos dejaron mal recuerdo, el mordisco es doloroso y provoca una hinchazón que dura unas horas.

Llegamos al Lenana Resort bastante cansados pero emocionados, era pronto para cenar, así que después de una ducha, nos encontramos todos en el bar del hotel, no era más que un porchado con tres mesas y una nevera, y nos tomamos una Serengeti muy fría mientras repasábamos las fotos y comentábamos el día.

Para cenar, cruzamos al otro lado de la carretera hacia el restaurante Tanzanite donde Dani había acordado que nuestra cocinera, Muasity, nos preparara la cena (Dani se asegura de ir con una cocinera que sepa las condiciones en las que tiene que estar todo cocinado para que no haya problemas con las cocciones y el lavado de los productos, que podrían provocar diarreas del viajero a los turistas).

Aun dio tiempo para que alguno se tomara una cerveza más antes de dormir. Al día siguiente no madrugaríamos tanto ya que la jornada era cerca del hotel.

Mosca tsé-tsé

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