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Tailandia y Singapur día 2

Bangkok día 2. Wat Arun, Wat Pho (Buda reclinado), Tha Tian y excursión a Ayutthaya

1 DE MARZO DE 2019

Nos levantamos pronto. Por primera vez en nuestros viajes no tuvimos jetlag durante la noche y dormimos del tirón. Después de un poco de ejercicio en el gimnasio del hotel, con unas vistas espectaculares, nos bajamos a desayunar al Club10, en el piso 20. Elegimos una mesa en la terraza para disfrutar de las vistas de Silom con el Mahanakhon de fondo, el día estaba despejadísimo.

Un desayuno muy variado para lo pequeña que era la zona, sólo 12 mesas, con una selección de platos asiáticos (dimsum, arroz frito, sopa miso) y desayuno continental (bollería, tostadas, embutidos, frutas, ensaladas, yogures). Los dos camareros eran amabilísimos, tanto que el resto de días se sabían de memoria qué queríamos para beber.

A las 8:30 estábamos cogiendo el BTS en Chong Nonsi dirección a Saphan Taksin y desde allí fuimos al muelle Sathorn. Subimos a la línea con bandera naranja del barco-bus Chao Phraya Express para bajar en Wat Arun (el billete cuesta 15 baths/0,38€).

Si cogéis estos barcos-bus cuidado en la estación de Sathorn porque hay varias compañías privadas que os intentaran vender sus billetes diciendo que son los barcos de línea, con un coste diez veces mayor. Id directos a la zona de la izquierda, donde se toman los barcos locales. Tenéis toda la información sobre el transporte en la entrada cómo moverse por Bangkok.

Billetes del Chao Phraya Express Boat en Bangkok

El trayecto fue muy rápido y en 20 minutos llegamos al Wat Arun. El barco te deja en la puerta del recinto, donde se compran las entradas (50 baths/1,40€ por persona). El templo es precioso (uno de los imprescindibles que ver en Tailandia), está recién restaurado, y vale la pena llegar muy pronto porque los espacios son pequeños y se suele llenar de turistas.

Tras recorrerlo y hacer nuestras típicas mil fotos, cruzamos al otro lado del Chao Phraya con el barco que conecta las dos riberas (4 baths /0,11€ por billete), tarda 2 minutos en cruzar y la parada está entre el Palacio Real y el Wat Pho.

Wat Arun

Como eran ya las 10 y sabíamos que el Gran Palacio a esas horas está repleto, decidimos ir sólo a ver el gran buda reclinado en el Wat Pho. Con la entrada te regalan una botella de agua que se agradece, a esas horas ya estábamos a más de 30 grados y nos sobraban las perneras de los pantalones. Uno de los requisitos para entrar a los templos es que las rodillas estén cubiertas y por eso habíamos montado los pantalones para no tener problemas. Una vez dentro del templo vimos que mucha gente iba en bermudas así que decidimos quitarles la parte de abajo.

El buda es enorme (46 metros de largo y 15 de alto), tanto que no es posible tener una buena vista de la estatua entera. Está en un templo que le viene a la medida y hay que verlo entre columnas. La gente se concentra en el edificio del buda, pero el recinto es muy chulo, casi tanto como el Gran Palacio. Tiene varios pabellones, edificios y estupas por lo que vale la pena recorrerlo.

Buda reclinado en Wat Pho

Salimos de allí sobre las 11:15. Queríamos ver el mercado Tha Tian que está justo frente a la entrada, es un mercado casi vacío de turistas, da la impresión de ser donde se abastecen las tiendas de la ciudad, sobre todo pescado seco y especias. Nos encantó verlo, aprovechamos para buscar un punto dónde ver el atardecer frente el Wat Arun para que el sol se pusiese justo por detrás del edificio. Solemos calcular estas fotos con antelación mediante las app Photopills, pero ya que estábamos allí, quisimos cerciorarnos de que la localización era buena.

Mientras buscábamos el sitio exacto, nos compramos un coco para beber. Nos decepcionó un poco el sabor, esperábamos algo más dulce, estaba bastante insípido. Marcamos bien el sitio en la app y nos fuimos caminando hasta la parada anterior del Chao Phraya Express, Rajinee. A las 13:30 nos recogían en el hotel para llevarnos a Ayutthaya y llevábamos el tiempo justo para comer antes.

A las 12 cogimos el barco de vuelta, otro BTS y entre la parada y el hotel vimos un callejón repleto de puestos callejeros,  Estaba lleno de lugareños, así que buscamos uno que nos llamase la atención y nos sentamos a comer. Pedimos pollo con arroz. Lo servían con un bol de sopa de hervir el pollo aderezado con jengibre y especias, y un plato con arroz glutinoso y el pollo hervido. Parece algo simple e insípido pero el pollo estaba jugoso y el caldo con un sabor espectacular (y baratísimo, 80 baths/2,25€).

Puesto de pescado en el Mercado Tha Tian

Entramos al vestíbulo del hotel a las 13:00 en punto y ya estaba allí la guía para llevarnos a Ayutthaya. Nos dijo que siempre llegaba antes para estar fresquita en el hotel y aprovechar el wifi gratuito. Ahí nos empezamos a dar cuenta de las dos realidades de Bangkok.

Habíamos contratado desde casa la excursión a Ayutthaya con Mundo Nómada. Queríamos una visita guíada sólo para nosotros y poder ver el atardecer allí. El precio nos pareció razonable y la verdad es que no nos arrepentimos. Natalia fue una guía estupenda, aprendió español de su padre que también es guía y vivió en Barcelona durante unos meses. Era muy divertido oírla hacer chascarrillos y chistes en castellano con su acento Thai.

En la hora que duró el trayecto nos contó un montón de cosas sobre el país y la familia real, curiosidades sobre su cultura y, sobre todo, sobre el budismo. Lo que nos contó no lo habíamos leído en ninguna guía ni blog, así que llegamos encantados a la que había sido la capital del país entre el S.XIV y el XVII, eso sí, al bajar de la furgoneta, el calor y la humedad extrema nos hicieron agradecer haber elegido la visita al atardecer.

Wat Yai Chaya Mongkol, Ayutthaya

Ayutthaya tiene varias zonas importantes que visitar, todas ellas son las ruinas de la antigua ciudad destruida en la guerra birmano-siamesa. El recinto histórico tiene unos 15 km cuadrados y fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1981.

Empezamos por el templo Wat Yai Chaya Mongkol, con varias estupas o chedis y cientos de estatuas de buda cubiertas con túnicas amarillas. Natalia nos enseñó el ritual de ofrenda a buda y lo hicimos con ella: primero, encender una vela para que buda nos vea; segundo, encender tres barritas de incienso para crear conexión (el wifi según la guía) y rezar ante buda; y tercero, dejar una flor de loto.

Subimos a la pagoda principal, bastante bien conservada. En el interior hay un pozo de los deseos, pero lo mejor son las vistas desde arriba de todo el recinto.

Visitamos un estanque construido por los monjes y lleno de tortugas, donde la guía compró un plato de fruta y estuvimos un rato viendo cómo devoraban el plátano que les ofrecíamos pinchado en un largo palo. Desde allí fuimos al pabellón dedicado al antiguo rey y sus jardines repletos de figuras de gallos coloridos de distintos tamaños donados por los feligreses. En el mismo recinto pudimos ver un gran buda reclinado de piedra que estaban cubriendo con una túnica amarilla a modo de ofrenda.

Wat Phra Si Sanphet en Ayutthaya

La siguiente parada fue el templo Wat Maha That. En él se conservan varios prangs o torres que están medio inclinadas y «cementerios» de fragmentos de buda destruidos en la guerra. Pero este templo es famoso por la cabeza de buda atrapada entre las raíces de un árbol milenario. Pensábamos que iba a estar a rebosar de gente, pero tuvimos suerte y no había casi nadie. Pudimos hacer fotos y vídeos tranquilamente  sin «pelearnos» con nadie.

Desde aquí fuimos al templo Wat Phra Si Sanphet, al noroeste de la ciudad. Nos movíamos en la furgoneta de una zona a otra, el calor era bastante insoportable como para hacerlo en bici o tuktuk como la gente sugiere en sus guías. Lo más representativo de esta parada son 3 grandes estupas que contienen las cenizas de los tres últimos reyes de Siam antes de ser destruida la ciudad. Están alineadas y rodeadas de otras más pequeñas destinadas al resto de la familia real.

Allí vimos la lamentable estampa de una fila de elefantes montados por turistas, nos dieron ganas de bajar a explicarles un par de cosas. #turismoresponsable. No participar en espectáculos o experiencias que impliquen animales en cautividad es importante para nosotros.

Cabeza de buda en Wat Maha That

En este zona está el templo Viharn Phra Mongkol Bophit, réplica del Gran Palacio de Bangkok, donde Natalia quiso explicarnos varios rituales budistas, algunos ya los conocíamos de nuestra visita a Japón como el palillero que hay que agitar hasta que cae uno de los palos, en el que hay inscrito un número. En un lateral están las hojas numeradas que predicen tu mejor o peor fortuna según el número que hayas sacado. También pusimos pan de oro, que ella traía en su bolso, sobre un busto de buda e hicimos las 3 reverencias ante la imagen principal.

La última y más esperada fue la visita al Wat Chaiwatthanaram, con un gran prang central rodeado por 8 chedis, en un recinto sobreelevado, todo construido con ladrillo de adobe rojizo. Visto desde la orilla del río al atardecer es una imagen preciosa, todo lleno de tonos naranjas y rojos. De hecho ese era el momento que esperábamos y por el que habíamos contratado la excursión por la tarde. Os lo recomendamos, el atardecer en Ayutthaya es una de las mejores cosas que ver y hacer en Tailandia.

No había mucha gente a esas horas, sólo algunas tailandesas vestidas con el traje tradicional haciéndose fotos. Al parecer está de moda por culpa de la serie de televisión que comentábamos en la entrada anterior. Los tailandeses están enganchados a esa telenovela ambientada en el reino de Siam del XVII. La noche anterior pudimos ver cómo la mayoría de bares tenían la tele puesta para que la gente pudiese verla.

Atardecer desde Wat Chaiwatthanaram en Ayutthaya

De vuelta a Bangkok nos compramos un par de fantas de naranja, que os recomendamos encarecidamente probar porque el sabor es buenísimo, muy diferente al de España. Natalia nos contó alguna cosa más de su cultura y nos estuvo preguntando cómo crear un blog, ya que había leído éste y estaba interesada en escribir sobre meditación para acercar a los españoles al budismo. Esperamos que lo cree pronto y tenga mucho éxito.

Llegamos a las 19:30 al hotel, más cansados por el calor que por el esfuerzo físico, parecía que un baño en la piscina era la mejor opción. Tras refrescarnos, nos tomamos en el bar de la azotea unas cervezas y unas patatas fritas, cortesía del hotel que nos había regalado 300 baths de crédito durante el check-in por reservar una habitación del club10.

Descansados y más frescos nos fuimos a cenar sobre las 21:30, teníamos ganas de probar un restaurante cerca del hotel que nos había recomendado Natalia. Aprovechamos para pasar por un 7Eleven para comprar una tarjeta SIM, hay uno en cada esquina y cuando hace mucho calor se agradece entrar en estos templos de la hibernación (el aire acondicionado deben tenerlo a -10º). Nosotros llevamos siempre este router wifi, preferimos no sacar la SIM de nuestro móvil y así nos permite compartir la red con los demás dispositivos sin necesidad de tener el teléfono encima. Compramos la tarjeta 4Gtourist de Truemove por 599 baths/16€ y la recargamos con 200 baths/5,5€ para tener alta velocidad que nos duró todo el viaje, además tenía llamadas incluidas y wifi gratuito en las ciudades.

Cenamos en Mango tree, un restaurante muy chulo, con una terraza presidida por 3 árboles de mango y un buen ambiente, lo malo es que sólo había extranjeros y los precios son muy altos para lo que sirven, comparado con los puestos callejeros. La comida es la misma que en éstos y está igual de buena. Un pad thai, una ensalada de papaya y dos cervezas nos costó 650 baths/17,5€.

Mango tree. 37 Si Lom 6, Khwaeng Suriya Wong (TripadvisorGoogle)

Dimos un paseo por Patpong. Al ser sábado estaba mucho más animado. Pasamos por las calles laterales que estaban llenas de prostitutas, nos llamó la atención que ellas no se exhibían ni intentaban llamar la atención, eran los hombres los que se iban acercando a preguntar. La calle más al norte es la zona gay. Ésta nos dio más lástima, llena de occidentales con una media de edad de 70 años acompañados por jovencísimos tailandeses con cara de hastío sentados en las cientos de mesas de las terrazas.

Nos fuimos a dormir bastante cansados, y además al día siguiente nos recogían muy pronto para la visita al mercado flotante y al mercado del tren.

Night Clubs en Silom