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Roma día 4

Fontana di Trevi · Coliseo · Mercado del Trastevere · Barrio Judío · Aventino

19 de junio de 2022

Esta vez fuimos a desayunar a un bar un poco apartado de la zona turística, estaba lleno de trabajadores por lo que supusimos que era buen sitio. Pedimos dos capuccinos, dos cruasanes de chocolate y una palmera de hojaldre, costó 8€, la mitad que los días anteriores y todo estaba muy bueno. El local se llamaba Bar Gioachino Belli y está cerca de la parada Belli del tranvía 8.

Era muy temprano, queríamos aprovechar el fresco y la tranquilidad de las primeras horas. Recorrimos el centro viendo, sin casi gente por fin, el Panteón y la Fontana di Trevi y acabamos en el Coliseo pasando por la Piazza Venecia y recorriendo la Vía dei Fori Imperiali.

Pantheon de Agripa

Tuvimos que hacer un parada técnica en el Caffè Roma. Solemos pedir algo de beber para ir a los baños de los locales, nos da cosa entrar sin más. Pero en esta ocasión salimos perdiendo, nos tomamos los cafés con leche más caros de nuestra vida, pero es verdad que estábamos en una terraza con vistas privilegiadas al Coliseo. Aun así los 10€ nos dolieron.

En la puerta del bar, en la vía Nicola Salvi, nos hicimos unas fotos muy chulas con el Coliseo de fondo, es una calle sobre-elevada con muy buenas vistas del a zona (tenéis toda la información en la entrada los mejores miradores de Roma).

Vistas del Coliseo desde Via Nicola Salvi

Recorrimos el camino de vuelta al Trastevere dando un rodeo por las calles del barrio de Monti (muy cerca está el famoso Moisés de Miguel Ángel en la Iglesia de San Pietro in Vincoli) y pasando por el mercado y la columna de Trajano, el primer centro comercial cubierto de la historia (como os contamos en la entrada consejos y curiosidades de Roma), la Piazza Venecia y el Teatro de Marcelo.

Fuimos al mercadillo de Porta Portese que llena de puesto la Vía Portuense hasta el Largo Alessandro Toja. Nos equivocamos y entramos por la parte norte que está llena de puestos de productos de saldo, ropa, etc. y nosotros queríamos ver la zona de antigüedades que ponen justo al otro extremo en Via Ippolito Nievo. Cuando llegamos allí estábamos tan hartos de esquivar gente que nos fuimos a almorzar.

Nos sentamos en Cambio Trastevere, entre la Piazza San Cosimato y el Viale di Trastevere, es un local moderno con carta de brunch al uso pero de muy buena calidad, eso sí a precio de turista. Pedimos dos licuados de frutas, un cruasán de nutella y un trozo de ciambella al limone. Fue algo caro (25€) pero al menos estuvimos tranquilos y estaba todo rico.

Cambio Trastevere. Via di S. Francesco a Ripa, 141 (TripAdvisorGoogle)

Mercado de Trajano, el primer centro comercial de la historia

Al salir nos acercamos a la Piazza di Santa Maria in Trastevere a comprar los billetes de tranvía para el día siguiente, la salida era muy temprano y en los propios vagones no se pueden comprar (os lo explicamos todo en la entrada cómo moverse en Roma).

Teníamos fichado un restaurante cercano especializado en pesce povero y pizzas, que cada vez que habíamos pasado por delante estaba lleno de italianos y decidimos probar suerte. Nos dieron la última mesa que quedaba en un altillo al fondo del local y que estaba justo debajo del aire acondicionado, fue perfecto. Pedimos varios platos por recomendación de la camarera: ensalada de pulpo, supplì al telefono, linguine con corvina, espagueti con anchoas, mantequilla y limón, y el penúltimo tiramisú. Pagamos 67€.

Peppo al Cosimato. Via Natale del Grande, 9 (TripAdvisorGoogle)

Peppo al Cosimato, primer restaurante en Roma especializado en Pesce Povero

Tras una siesta de tres horas, salíamos del hotel en dirección al antiguo ghetto judío de Roma. creado en 1555 por el papa Pablo IV, que obligó a los judíos de la ciudad a recluirse en el recinto amurallado que se levantó entre las calles Via del Botteghe Oscure, la vía del Teatro di Marcelo, la Via Arénala y el rio Tíber. En la II Guerra Mundial se secuestró a más de 1800 judios que fueron llevados a Auschwitz-Birkenau y la mayoría asesinados brutalmente. Tras la derrota alemana se colocaron placan en las puertas de los edificios con los nombres y fechas de arresto de los judíos que allí vivieron para que no se olvide nunca aquella masacre.

Además de estos recordatorios necesarios por su simbolismo, en el barrio se puede apreciar todavía parte de la impronta judía, tanto en la Gran Sinagoga como en los edificios que quedan de la época, muchos de los comercios y restaurantes del barrio siguen regentados por judíos que ofrecen comida kosher. Las calles que rodean la Piazza Mattei, con la Fuente de las Tortugas en el centro, tienen mucho encanto, no os las debéis perder.

Placas en recuerdo a las víctimas del Holocausto Judío

Al salir del barrio judío, rodeamos las ruinas del Largo di Torre Argentina y fuimos a la heladería Elisa que hay junto al Panteón a probar los cannoli siciliano de ricotta y pistacho, le teníamos muchas ganas al dulce y no habíamos encontrado ningún sitio en los que los rellenasen al momento. Cuando vimos que allí lo hacían así, lo apuntamos para una merienda y allí que fuimos. Pedimos el cannolo y dos cafés y estuvimos un rato muy tranquilos porque el sitio se había vaciado mientras entrábamos.

Entre el Panteón y la Fontana di Trevi pasamos por la iglesia de San Ignacio de Loyola, lo más llamativo es su falsa cúpula, un fresco pintado en el techo plano simulando la convexidad propia de un ábside bajo el que han colocado un espejo para poder admirarlo sin retorcerse las cervicales.

Cannoli al momento en Elisa

Volvimos al mismo sitio donde habíamos empezado la mañana, junto al Coliseo, para repetir las fotografías con la luz del atardecer. Aprovechamos para rodearlo y hacer algunas fotos con el sol entrando entre los pórticos y ventanas del monumento. Continuamos rodeando el Palatino hasta el Circo Massimo, y subimos al Aventino para ver la puesta de sol desde el Giardino degli Aranci. Las puestas de sol desde allí son espectaculares y el ambiente es muy chulo, con algún músico en directo. Hay que tener en cuenta que es un lugar bastante conocido por lo que es recomendable llegar con tiempo para tener un buen sitio desde donde disfrutar de las vistas.

Bajamos hacia el Tíber por las escaleras que dan acceso a las laderas del Aventino desde la ribera del río. Este ascenso entre muros y contrafuertes que soportan los edificios de la colina datan de la época imperial, es un recorrido curioso lleno de recovecos y rodeado de vegetación, sobretodo de plantas de alcaparra, que en verano tienen una flor blanca muy chula.

Puesta de sol tras el Coliseo

Ya era de hora de cenar y queríamos aprovechar nuestra terraza. Paramos en Peppo al Cosimato otra vez para comprar dos pizzas para llevar, una margarita y una cuatro quesos. Compramos también un helado de amarena para el postre y dos cervezas en la heladería Il Gelato en la Plaza de Santa Maria in Trastevere, y nos fuimos al hotel.

La verdad es que el ruido de la gente que subía de la calle le quitó bastante encanto al momento, teníamos un recuerdo muy diferente de la zona y nos apenó mucho cómo ha cambiado. Hicimos las maletas para poder salir rápido al día siguiente y nos fuimos a dormir.

El avión salía a las 9:00 por lo que dos horas y media antes ya estábamos desayunando de nuevo en el Bar Belli. Nos fuimos en tren desde Trastevere hasta Fiumicino, cargados de comida y con ganas de volver a irnos de viaje.

Atardecer desde el Aventiino