Lisboa día 1
Museo Arqueológico do Carmo, Baixa, Bairro Alto, Miradores, Graça y Alfama
9 de octubre de 2019
El vuelo Valencia-Lisboa directo con TAP Air Portugal lo hicimos la noche anterior, aterrizamos a las 22:15 hora portuguesa. Fuimos con una Cabify hasta el centro, al apartamento que habíamos reservado por Booking, Lisbon Serviced Apartments – Chiado Emenda. Al chico del Cabify le costó encontrar el punto exacto donde tenía que recogernos. Nos comunicábamos a través de la aplicación en inglés y su inglés no era muy bueno (tampoco es que el nuestro sea el mejor), y luego cuando nos montamos resultó que hablaba bastante bien español. Os dejamos más información sobre los traslados en la entrada cómo ir del aeropuerto a Lisboa.
Los apartamentos son muy tranquilos y con todos los servicios, cocina, nevera, te dejan un poco de pan tostado y mermelada para picar algo de desayuno, agua mineral en la nevera incluida y limpian la habitación a diario. No hay recepción ni llaves, todo va por códigos y hay un teléfono de ayuda las 24 horas.

Nos levantamos pronto para aprovechar el día y porque somos así de ansias. Habíamos hecho un mymaps de Google con los sitios para desayunar y comer y los lugares de interés. Os lo dejamos al final de la entrada.
Elegimos Fábrica Coffee Roasters para desayunar. Estaba al lado del alojamiento y tenía muy buena pinta. Un café de estilo industrial con varios tipos de desayunos, desde pastas típicas portuguesas a desayunos más modernos como yogur con granola o tostadas con aguacate y huevos escalfados. Nosotros estábamos hambrientos y pedidos dos zumos de naranja, un chocolate caliente y un capuchino y para comer un pastéis de Belém, un cruasán de chocolate, yogur con granola y mermelada y un sandwich de jamón y queso (como si se acabara el mundo). Pagamos 19,80€.
Salimos rodando y con la cartera vacía, no es un sitio barato pero la verdad es que estaba muy bueno.

Subimos hacia Chiado, a la Rua do Loreto para ver el elevador de Bica, que une mediante un funicular la parte baja del barrio con el principio del Bairro Alto. Es de 1892 y tiene dos vagones, curiosamente uno está limpio y pintado y el otro lleno de grafitis. Cuando llegamos, el que estaba parado arriba era el grafiteado, pero aun así es chulo y le hicimos unas cuantas fotos, con la estrecha y empinada calle Bica de Duarte Belo y el río de fondo.
De allí nos fuimos Rua do Loreto abajo hacia la plaza Luís de Camões (donde se reúnen los grupos guiados) y acabamos en el Convento do Carmo, una antigua iglesia que se derrumbó en el terremoto de Lisboa en 1755 y que se ha mantenido semiderruida. Lo curioso es que conserva todos los muros laterales y las columnas y arcos de la nave central y la mayoría de las capillas laterales. Con la luz de primera hora de la mañana es precioso mirar al cielo azul desde el centro y ver los restos de muro y los arcos. Es uno de los imprescindibles que ver en Lisboa.

Convento do Carmo
La zona del ábside alberga actualmente el Museo de Arqueología.
- La entrada cuesta 5€.
- Abre de lunes a sábado, de mayo a septiembre de 10:00 a 19:00 y de octubre a abril de 10:00 a 18:00.
- Se puede llegar con el elétrico 28E (parada Luís de Camoes) o en metro (parada Baixa-Chiado de las líneas verde y azul).
En las ruinas han instalado el museo arqueológico, se pueden ver restos de piezas de la iglesia en las naves laterales y una parte cubierta con piezas variadas de distintos yacimientos situada donde habría estado el altar mayor y la girola.
Hay dos gatos sueltos por el exterior del museo, que juguetean entre ellos y con los visitantes, los cuidan los trabajadores y tienen hasta sus propios souvernirs.
Nada más salir del convento se puede acceder, por la calle de la derecha si miramos de frente al edificio, a la parte de arriba del elevador de Santa Justa por la escaleras que dan acceso al restaurante Bellalisa. Para acceder al mirador de la azotea, se paga una entrada de 1,5€ y se sube por una escalera de caracol, hecha de acero y estrechísima, no apta para gente con vértigo.

Desde el mirador se tienen unas vistas magníficas del centro de Lisboa, es muy recomendable, uno de los imprescindibles en Lisboa. Volvimos a la plaza Largo do Carmo para bajar callejeando hasta la base del elevador, entramos a algunas tiendas de deporte para buscar unas zapatillas para Rafa, que no llevaba zapato adecuado para las cuestas adoquinadas de Lisboa, y le hicimos varias fotos al elevador desde la Rua Santa Justa.
Elevador de Santa Justa
Nuestra recomendación es que no gastéis el dinero en subir por el ascensor (tiene un precio de unos 5€ ida y vuelta y encima se forman largas colas), si no que vayáis directamente por detrás del Convento de Carmo hasta el mirador de la plataforma superior. El billete desde aquí cuesta 1,50€ y sólo hay que subir un pequeño tramo de escaleras de caracol. Las vistas sobre la ciudad son espectaculares.
El ascensor está abierto de 7:30 a 21:00, pero el mirador abre a partir de las 9:00.
Fuimos por Rua Augusta, una de las calles comerciales con más afluencia de la ciudad, pasando bajo el Arco de Rua Augusta hasta la Praça do Comércio. Allí nos ofrecieron por primera vez costo de forma muy poco disimulada y nos sorprendió bastante, tanto que llegamos a pensar que estaba legalizado (ya os contaremos más adelante dónde estaba la trampa, ¡menos mal que nosotros no consumimos!).


Nos acercamos al Cais das Colunas, el muelle que da acceso a la plaza desde la desembocadura del Tajo. Volvimos al hotel para dejar la bolsa de las zapatillas y descansar 5 minutos, de paso estuvimos decidiendo dónde ir a comer.
Al final subimos a Bairro Alto, que lo teníamos bastante cerca, o eso pensábamos, no contábamos con las calles cuesta arriba. Se llama Alto por algo…
Íbamos a comer en un restaurante con vistas que nos había recomendado @pi.palomar, nuestra lisboeta de adopción preferida. De camino pasamos por las calles del barrio que estaban llenas de guirnaldas, y que nos recordaron mucho a Oporto, vimos un pequeño mercado y salimos al jardín São Pedro de Alcântara a ver las magníficas vistas de la ciudad.

Un poco más arriba del jardín hay un pasaje que da acceso a Lost In, un restaurante de comida indo-portuguesa con unas vistas impresionantes. Nosotros reservamos y nos guardaron una mesa junto al ventanal. Entre semana tienen un menú de medio día a 15€ que incluye entrante, principal y postre con agua para beber, nosotros además pedimos dos cervezas y un té de menta por lo que subió a 37€ en total.

Al salir, la mayoría de sitios del barrio estaban cerrados, tiene más ambiente de noche. Decidimos ir al Miradouro da Senhora do Monte, que está en la otra punta y bien alto. Como siempre, nosotros no nos ahorramos ninguna caminata. Bajamos de Bairro Alto hasta Chiado, cruzamos Baixa y subimos por las callejuelas de Graça hasta Senhora do Monte. Recién comidos, pasamos por alguna calle no muy recomendable donde aceleramos el paso y con el calor que hacía, llegamos medio muertos. Después de admirar 30 segundos las vistas vimos un puesto de limonadas y nos lanzamos a por una. La verdad es que nos sentaron de vicio.
Descansamos allí una media hora, sentados en un banco del mirador, tomando nuestra limonada y escuchando a un músico local que tocaba en directo. Nos dimos cuenta que mirando al noroeste se veía una columna de humo bastante densa que parecía venir de las afueras de Lisboa, luego supimos que el incendio estaba en Belas una zona verde entre Lisboa y Sintra (estaríamos atentos porque al día siguiente teníamos programada la visita a Sintra).

Bajamos caminando al Miradouro da Graça, con vistas al centro y al Castelo de São Jorge. Allí nos detuvimos poco rato, pero nos gustó mucho la plaza con su quiosco y la apuntamos pera venir a ver el atardecer otro día. Seguimos recorriendo Graça en dirección a Alfama.
Sin habérnoslo propuesto fue un recorrido por los miradores de Lisboa, ya que nuestra siguiente parada fue el Miradouro das Portas do Sol y al casi contiguo Miradouro de Santa Luzia. Os dejamos toda la información en la entrada sobre los mejores miradores de Lisboa.
Ya era media tarde y queríamos ver el atardecer en el Castelo de São Jorge, pero ya que estábamos cerca de la catedral nos acercamos a ver la fachada principal. Queríamos hacer una foto muy típica de la zona con el tranvía antiguo pasando por delante de la portada. Con la cantidad de turistas y coches que pasaban en ambos sentidos nos fue casi imposible, pero al final lo conseguimos.

Volvimos hacia arriba y entramos por la Rua Saudade para callejear hasta la puerta del castillo. Compramos las entradas muy rápido, no había más de 4 ó 5 personas en la cola y entramos al recinto.
La zona de acceso es una explanada bastante grande que tiene vistas al río y al centro. De ahí se accede a un paseo por la muralla, donde te puedes sentar en las almenas, que luego entra hacia las antiguas construcciones del castillo. En medio del recinto hay un restaurante y un enorme pino lleno de pavos reales, que por cierto no sabíamos que volaban tan alto.
Castelo de São Jorge
- Horario: de noviembre a febrero de 9:00 a 18:00; y de marzo a octubre de 10:00 a 21:00
- Entrada: 10€
- Cómo llegar: autobús 737 (parada Castelo) o tranvía 28E (paradas Largo Portas do Sol, Santa Luzia y São Tomé).

Cogimos un buen sitio con vistas a toda la ciudad y compramos unas copas de vino verde en el puesto que ponen en el recinto. Ya estábamos preparados para pasar un buen rato disfrutando del atardecer sobre la ciudad y el Tajo, otro de los imprescindibles en Lisboa.
Nada más irse el sol empezó a hacer frío así que decidimos acercarnos al alojamiento antes de ir a cenar, aunque habíamos reservado por Alfama que estaba muy cerca del castillo. Las caminatas nunca nos van mal.

Paramos de nuevo en el mirador de Santa Luzia que nos venía de paso y seguimos rectos al centro y de ahí a Chiado. Aprovechamos para descansar un poco (lo necesitábamos) y ponernos algo más abrigado, como por la mañana hacía calor íbamos aún con manga corta y ya hacían falta un par de mangas. No estamos acostumbrados al clima atlántico.
Volvimos hacia Alfama pasando bajo los soportales de la Praça do Comércio, la Rua da Alfándega y subiendo por el Arco de Jesús. Todavía no habíamos recorrido ese barrio tan auténtico de la ciudad, y dimos una vuelta por sus callejuelas hasta el restaurante. Como era pronto, nos acercamos a un pequeño bar que hay en el ensanchamiento del Largo de São Rafael, Medrosa D’Alfama, y nos pedimos dos cervezas y un plato de queso de oveja portuguesa, mientras cantaban fados en las terrazas de los restaurantes.

A las 9 fuimos al restaurante Santo Antonio de Alfama, nos lo habían recomendado para comer platos típicos. Está en una plaza con escalinatas, una zona con mucho encanto. El local tiene solera, lleno de fotos de famosos que han estado allí (o eso dicen), paredes forradas de madera, luz cálida y mesas grandes y pesadas.
La carta nos pareció más italiana que portuguesa, con un par de platos de la zona, mucha pasta y algunos pescados y carnes. Pedimos champiñones con gorgonzola, pollo frito al estilo Passarinhos, canelones de espinacas y bacalao asado. La cuenta subió 55,50€.

Cenamos demasiado, pero menos mal que nos esperaba una buena caminata hasta el apartamento. Además, por si no hubiéramos tenido suficiente de miradores ese día, decidimos subir de nuevo a ellos callejeando por Alfama. Primero el Miradouro das Portas do Sol, desde allí al Miradouro de Graça y por último al de Senhora do Monte.
Para acceder desde Alfama al Miradouro das Portas do Sol se pasa por un pequeño túnel peatonal en el que está montada en forma de cómic la historia de Lisboa. Nos pareció un mural muy chulo.
De camino al hotel pasamos por la estación de Rossio y compramos los pases de Viva Viagem para el día siguiente (tenéis toda la información sobre los transportes y billetes en la entrada cómo moverse en Lisboa). Llegamos al hotel muertos y pensando que había que despertarse muy temprano para llegar a Sintra antes que las excursiones organizadas (ya sabéis que odiamos el turismo en masa).
