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Islandia día 11

De Vík í Mýrdal a Hella

SKÓGAFOSS – AVIÓN ESTRELLADO EN SOLHEIMASANDUR – DYRHÓLAEY – SÓLHEIMAJÖKULL – SENDEROS SOBRE SKÓGAFOSS – PISCINA NATURAL DE SELJAVALLALAUG – GLJÚFRABÚI – SELJALANDSFOSS – FAGRABREKKA GUESTHOUSE
3 DE JUNIO DE 2019

El despertador sonó demasiado temprano. Era el precio que teníamos que pagar para evitar las hordas de turistas en Skógafoss, la primera parada del día. A las 5:30 salíamos después de tomar unas galletas y un café que el Volcano Hotel ofrecía gratis las 24h.

La cascada quedaba a unos 20 km desde el alojamiento y está a pie de carretera prácticamente, por eso es tan popular. En el aparcamiento está permitido pasar la noche, por lo que ya había unas cuantas caravanas y algún coche con gente durmiendo dentro.

A pesar de ser tan pronto, no estábamos solos haciendo fotos, 2 ó 3 personas también habían decidido madrugar. Luego vimos que habían pasado la noche allí, así que si vais en caravana y queréis ver Skógafoss con tranquilidad es buena idea pernoctar en esta zona.

Éramos tan pocos que no nos molestábamos mientras hacíamos las fotos y disfrutábamos del entorno con tranquilidad.

Skógafoss al amanecer

Aprovechando que el cielo estaba totalmente despejado, nos fuimos a ver el avión estrellado DC3 de nuevo. Quedaba a mitad de camino entre Skógafoss y nuestro hotel. El aparcamiento estaba totalmente vacío, aquí sí era más probable que estuviésemos solos, no hay mucho loco que quiera pegarse una caminata de 45 minutos-1 hora a las 6:30 de la mañana.

Tomamos una barrita energética de camino y disfrutamos como niños del camino en solitario. Si el avión es chulo de por sí, con la luz del amanecer tiene un toque especial. Sólo con ver las fotos lo entenderéis.

DC3 estrellado en Solheimasandur

A las 8:30 de la mañana regresamos al hotel. Necesitábamos un buen desayuno y recoger nuestras cosas. Comimos todo lo que ofrecía el hotel, mientras descansábamos las piernas y decidíamos el resto de la ruta del día.

Retrocedimos un poco para volver a los acantilados de Dyrhólaey a ver si teníamos suerte y veíamos algún frailecillo, además de disfrutar de las vistas sin nubes.

Vistas de Solheimasandur desde Dyrhólaey

Seguimos la R1 en dirección oeste y paramos en Sólheimajökull, una pequeña laguna a los pies del glaciar. Estaba llena de grupos de excursiones que iban a pisar el glaciar, y no nos pareció demasiado bonito el entorno, sobre todo comparándolo con lo que ya habíamos visto. Decidimos no invertir mucho tiempo y continuar la ruta.

Ya que pasábamos por delante, volvimos a detenernos en Skógafoss, que estaba totalmente iluminada por el sol, pero esta vez llenísima de turistas.

Subimos a la parte de arriba, donde hay un mirador sobre la caída de agua que con los rayos de sol formaba un arcoíris doble. Después de la dura subida con cientos de escalones y mucha gente, decidimos caminar por los senderos que recorren el río y las cascadas que se forman valle arriba, y que además estaban prácticamente vacíos. Es un recorrido muy recomendable.

Skógafoss a media mañana repleta de turistas

Nuestra siguiente parada fue la piscina natural de Seljavallalaug, en un valle bajo el glaciar Eyjafjallajökull (el volcán que colapsó el tráfico aéreo de toda Europa en su erupción de 2010). Después de recorrer varios kilómetros por una carretera de grava, aparcamos el coche en una zona habilitada y comenzamos a caminar.

El trayecto tiene algunos tramos resbaladizos, de hecho se acababa de caer una chica y estaba siendo atendida por el 112. Al llegar a la piscina nos decepcionó un poco. Era más pequeña y menos natural de lo que pensábamos, y había bastante gente.

Ya que estábamos allí, nos pusimos el bañador en los vestuarios y nos metimos en el agua caliente, a ver quién salía ahora…

Después del baño, nos fuimos corriendo al vestuario, nos vestimos rápido para entrar en calor y comimos nuestro menú islandés sentados en una roca en la orilla del río. Nos pareció una parada prescindible si vais con poco tiempo.

Piscina Seljavallalaug

Seguimos la ruta bordeando el glaciar hasta el desvío por la carretera 249. En el lado derecho hay una pared vertical recubierta de vegetación de la que caen varias cascadas bastante altas procedentes del deshielo. Pasamos de largo el aparcamiento de la cascada Seljalandsfoss, que estaba a tope, y dejamos el coche unos 500 metros más adelante para ver primero la cascada escondida de Gljúfrabúi (uno de los imprescindibles que ver y hacer en Islandia).

Tuvimos que adentrarnos por una pequeña garganta, caminando sobre cantos en el curso del río, hasta llegar a una especie de gruta por la que cae el agua desde lo alto. Menos mal que íbamos preparados con toda la ropa y mochilas impermeables, porque si no, corres el riesgo de empaparte. Una experiencia muy divertida.

Gljúfrabúi
Gljúfrabúi

Después de disfrutar un rato haciendo fotos bajo el agua, fuimos caminando hacia Seljalandsfoss, una gran cascada que tiene la peculiaridad de que se puede pasar por un sendero detrás de ella. Tuvimos que ir con pies de plomo, porque todo el camino estaba lleno de agua y era fácil resbalarse.

Dimos la vuelta a la cascada, impresionados por su grandiosidad. Es una de las más bonitas de Islandia, no hay que perdérsela. Volvimos al coche empapados, no nos entretuvimos mucho porque teníamos que llegar a nuestro siguiente alojamiento y, además, nuestra idea era volver al anochecer para fotografiarla con el sol de medianoche.

Seljalandsfoss

Por el camino, pasamos por Hvolsvöllur y no pudimos resistirnos a parar frente a una granja en la que había un montón de caballos con su melena al viento, que por cierto, hacía bastante.

Después de unos pocos kilómetros, pasando Hella, llegamos a Fagrabrekka Guesthouse. Allí nos esperaba la propietaria de la granja. Nos enseñó encantada la cabaña en la que nos íbamos a alojar. Era espectacular, equipada con cocina y con unos ventanales que daban a una terraza con vistas al valle. Lástima no haber podido quedarnos más noches allí. Fue el mejor alojamiento en nuestra ruta (os dejamos más información sobre los alojamientos en la entrada dónde dormir en Islandia).

Descansamos un rato en la cabaña y nos dimos un paseo por los alrededores. El dueño se acercó y nos ofreció ir a ver los caballos, nos trajo trozos de pan duro para darles de comer y estuvimos como niños en una granja-escuela.

Fagrabrekka Guesthouse

Teníamos que comprar comida para reponer existencias y llenar el depósito de gasolina, así que nos acercamos a Hvolsvöllur, aconsejados por los propietarios de la granja, y allí compramos en un Krónan, algo más caro que los Bonus. Aquí supimos que hay establecimientos que aceptan euros porque el señor de delante pagó con ellos.

Volvimos a nuestra cabaña y preparamos la cena. Volvía a ser nuestro menú de bocata y pasta de bote, pero esta vez lo acompañamos con unas bebidas que habíamos comprado pensando que era cerveza con limón. Era una especie de limonada con un sabor extraño que no pudimos ni terminar. Eso nos pasa por curiosos.

A esas horas el cielo estaba completamente despejado y podíamos ver el volcán Hekla desde la ventana de la cabaña, prometía ser una buena noche de fotos.

Volcán Hekla

Sobre las 21:45 regresamos a Seljalandsfoss. A esas horas ya no quedaban más que 5-6 coches en el aparcamiento. Pagamos las 700 ISK (unos 5€) del ticket para evitar posibles multas, no teníamos muy claro si a esas horas había que pagarlo.

Fuimos directos a la cascada, pero el sol aún estaba demasiado alto. Hacía algo de fresco y con el viento la sensación de frío era mayor así que nos metimos en el coche a esperar que el sol bajara un poco.

Cuando llegó el momento, sobre las 22:30, nos plantamos en el sendero tras la cascada, cámara en mano, para fotografiar el sol por detrás del salto de agua. Una imagen de postal que tuvimos la suerte de disfrutar y que no se nos olvidará.

Antonio quiso posar cerca de la cascada y con lo resbaladizo que estaba todo, se escurrió y casi se cayó en medio del fango. Se puso las botas de barro hasta los tobillos.

Volvimos a nuestra cabaña, cansados pero emocionados por todo lo que habíamos hecho ese día.

Seljalandsfoss al atardecer