Salimos del aeropuerto de Valencia a las 17:00h. La mayoría de vuelos directos desde aquí son con Ryanair, que ya hemos contado muchas veces que no nos gusta nada, pero en este caso no había otra opción.

Volábamos con priority para entrar sin agobios y habíamos facturado las maletas (no queríamos llevar maleta de mano para tantos días). Ese día fue de los pocos que tardamos un montón en pasar el control de seguridad, estábamos en alerta 4 por amenaza terrorista y a Rafa le tocó el registro exhaustivo aleatorio.

Aterrizamos en Pisa a las 18:45, antes de la hora prevista, y nos fuimos en autobús hacia el hotel Roma, muy cerca del Campo dei Miracoli (principal motivo de la elección). Los billetes los compramos en el punto de información del aeropuerto y en 30 minutos estábamos ya en el alojamiento. Os dejamos toda la información en la entrada cómo ir del aeropuerto a Pisa.

Era un hotel de tres estrellas, que para ser Italia es poco. Si comparamos con los hoteles españoles de la misma categoría, los de nuestro país son mejores. La habitación era bastante amplia, pero necesitaba algunos arreglos, aunque para una noche nos pareció fantástica. Nos fuimos directos a ver la famosa torre (uno de los imprescindibles que ver y hacer en la Toscana).

La Porta Nuova que da acceso al Campo dei Miracoli estaba a 1 minuto caminando del hotel. Atravesamos la zona de puestos de souvenirs y entramos al recinto amurallado donde están el baptisterio, el duomo y el campanile, este último es la famosa torre inclinada. Había bastante gente haciendo fotos muy instagramers con la torre, nosotros nos paramos tranquilamente a ver el atardecer tras la cúpula del baptisterio, uno de los más bonitos que hemos visto,  mientras nadie más se percataba del momento.

Nos hicimos la foto haciendo el idiota con la torre, no íbamos a ser menos, y continuamos nuestro paseo hacia el centro para cenar. Conseguimos la última mesa que quedaba en la terraza de la pizzería Il Montino. Tiene fama de hacer las mejores pizzas de Pisa, no hemos probado el resto, pero aquella nos pareció de las mejores que hemos comido.

Pedimos pizza capricciosa, pizza salame toscano, una birra Moretti rosa y otra normal. Salimos a 28’05€. Nos pareció una cena estupenda, el callejón donde tiene la terraza era muy agradable y muy tranquilo.

Desde la pizzería recorrimos el centro pasando por Borgo Stretto y nos desviamos por la Piazza delle Vettovaglie, que a esas horas estaba muy animada, llena de jóvenes cenando y tomando copas.

Acabamos el recorrido a orillas del Arno y con un gelatto en la mano, como no podía ser de otra forma. Compramos en La Bottega del Gelato de la Piazza Garibaldi dos copas de amarena, nuestro helado favorito, por 5€.

Ya que estábamos en el Ponte di Mezzo, lo cruzamos y recorrimos la orilla hasta el Ponte della Fortezza. En nuestra lista de fotos para hacer durante el viaje teníamos anotada la vista desde ese último puente hacia el anterior con las luces de la ciudad reflejadas en el agua.

Volvimos al hotel pasando por la torre de nuevo, queríamos intentar verla con menos gente e iluminada. Era una buena hora para visitar la zona con más tranquilidad pero las luces de los focos no nos gustaron demasiado para la foto.

Tocaba dormir que al día siguiente empezaba la ruta en coche por la Toscana.