Tailandia y Singapur día 9
Chiang Mai día 4
Parque Nacional de Doi Inthanon y mercado de Anusarn
8 DE MARZO DE 2019
Nos levantamos a las 7:00, desayuno rápido y malucho y a esperar que nos recogiesen para ir al Parque Nacional de Doi Inthanon. Esta excursión era en grupo reducido, y no teníamos muy claro si nos iba a gustar. Somos un poco «antisociales», jeje.
A las 7:55 nos esperaba Laky, la guía de la excursión de Mundo Nómada. Fuimos los primeros en subir a la furgoneta. Recogimos a una pareja de españoles, ella de Úbeda y el de Madrid, y al pasar a por los últimos, un matrimonio argentino, había habido una confusión y su hotel estaba a 50 minutos al norte de la ciudad, cuando nosotros debíamos dirigirnos al sur.
La guía nos dejó en Bai Orchid and Butterfly Farm, una granja de orquídeas con mariposario, para pasar el rato. Nos invitaron a la entrada como disculpa por el tiempo que íbamos a perder (40 baths/1,10€). La cosa empezaba mal, estábamos al borde del cabreo pero decidimos que estábamos de vacaciones y que un fallo lo tiene cualquiera.
Después de 45 minutos volvieron a por nosotros y sobre las 11 de la mañana, una hora y media más tarde de lo previsto, llegamos al parque nacional. Debido al cambio de horas hicimos la ruta en sentido contrario para evitar aglomeraciones y cuadrar las visitas con la hora de la comida.

Nos llevaron a una aldea de la tribu Karen donde nos prepararon un café orgánico cultivado por ellos, y desde allí comenzó la ruta de senderismo. Nos untamos bien con un repelente que nos ofreció Laky, al parecer los que traíamos de España no son suficientemente fuertes para unos bichitos negros que hay en esa zona y que pican a rabiar.
Acompañados de un guía Karen, que marcaba la ruta, caminamos entre la selva y plantaciones de café, pasando por arrozales en terraza y cultivos de crisantemos. Nos cruzamos con un par de serpientes venenosas de color verde chillón, pasaban muy desapercibidas a pesar del color, fue el guía quién nos las mostró.
No pudimos evitar ir probando las bayas rojas de café que cogíamos de los arbustos (no sabíamos que se podían comer). El camino era de subida, cuando en realidad debíamos haberlo hecho cuesta abajo. Los señores argentinos eran algo mayores, y él sufría del corazón, los pobres tenían que ir parando a menudo. Nos insistieron en que la agencia les aseguró que era una ruta muy fácil y que no tendrían problemas, y encima les sabía mal retrasarnos.

Llegamos a una plantación de fresas en lo alto de una ladera e hicimos una parada para comprar fresas recién cogidas y tomárnoslas de almuerzo. ¡¡Estaban riquísimas!!
Después pasamos por varias cascadas que tenían bastante agua para ser época seca, eran impresionantes. En la primera tuvimos que cruzar un puente de bambú que, según nos contó Laky, desaparece con el monzón. El camino entre cascadas cada vez era más empinado, con algún tramo de escaleras de bambú.
Llegamos a una zona de cultivos con invernaderos donde la guía le pidió a un campesino que llevase al señor argentino en su moto hasta el final del trayecto. porque el pobre ya no podía más.

Cuando el señor se fue, estuvimos bromeando con su mujer diciéndole que seguramente ya no volvería a verlo y la señora no paraba de reírse, eran realmente muy majos. Continuamos a pie y el guía Karen estuvo enseñándonos el árbol de donde saca la esencia para el bálsamo de tigre (muy utilizado en el Sudeste Asiático para todos los males), la savia de donde se extrae el yodo para hacer Betadine natural y nos hizo unos silbatos con corteza de caña de azúcar. La verdad es que se hizo un trayecto muy ameno y divertido.

Llegamos al final de la ruta sobre las 13:15, allí nos esperaba el argentino con su chófer motorizado. Nos llevaron a comer en un restaurante cercano, la comida estaba incluida en el precio pero pudimos pedir lo que quisimos de la carta. Nosotros elegimos arroz frito, arroz con pollo y sandía de postre. Para beber nos trajeron agua fría para todos.
La siguiente parada ya fue en la cima del Doi Inthanon, el monte más alto de Tailandia a 2565 metros de altitud. Hacía una rasca que pelaba y tuvimos que ponernos los cortavientos que nos llevamos (ya nos había avisado nuestra amiga @Rebeca que hacía frío allí arriba).
Recorrimos el recinto que está compuesto por dos pagados enormes, una para el rey y otra para la reina, construidas sobre las dos cimas del monte y unidas por unas escalinatas de mármol (y escaleras mecánicas). El recinto era un poco impostado, con jardines y lagos demasiado perfectos, pero las vistas desde arriba bien merecen la pena, a pesar del humo que había en el ambiente por la quema de rastrojos, uno de los motivos principales de contaminación en el norte de Tailandia.
Entramos en las pagodas para hacer nuestras peticiones y oraciones a buda mientras Laky nos hacía fotos para inmortalizar el momento.

Al bajar del monte nos pararon en un mercado de productos locales de la tribu Hmong, sobretodo era de frutas deshidratadas y frutos secos de la zona. Las fresas de los mismos cultivos que habíamos probado frescas por la mañana las tenían secas, y estaban buenísimas, parecían gominolas naturales. Rafa preguntó qué frutos secos se cultivaban allí y Laky le dijo que lo que rodeaba el mercado eran árboles de macadamia, por lo que compramos una bolsa de nueces además de una bien grande de fresas.
La última parada fue la cascada de Wachirathan, la más espectacular, le hicimos fotos desde todas las perspectivas posibles. Incluso en época seca impresiona mucho.
Lo bueno de hacer la ruta en sentido contrario, es que no nos cruzamos con nadie y pudimos disfrutar mucho más de la zona. La vuelta se hizo más corta, sobre las 17 nos dejaron en nuestro hotel y nos fuimos directos a la piscina. Había sido un día intenso, pero nos gustó mucho la excursión, por eso la incluimos en nuestros imprescindibles que ver y hacer en Tailandia.

A las 18 dejamos la ropa en una lavandería, las hay a decenas en Chiang Mai, donde los mochileros aprovechan para lavar a precios muy reducidos (suelen tener un precio de 40-50 baths por kg). Cómo nuestro viaje era muy largo decidimos que nos valía la pena lavar la nuestra. Por 240 baths/6 € dejamos 6 kilos de ropa que nos entregarían en el hotel al día siguiente.
De vuelta al hotel visitamos un mercadillo de artesanía dentro del Wat Pan On y merendamos un Mango Sticky Rice con dos zumos de lima y piña que nos sentaron de miedo por 140 baths/4€, en Mr Kai Restaurant, en la misma calle del hotel.

No sabemos bien qué pasó, pero de repente vino una invasión de polillas que rodearon todas las luces y farolas, nos refugiamos en el hotel un rato y cuando salimos una hora más tarde ya no quedaba ni una polilla viva. No pudimos preguntar cómo se las habían cargado, su inglés y el nuestro eran incompatibles.
Fuimos a cenar al mercado de Anusarn, el mismo reciento de la primera noche, pero en Changnonsi, una zona de puestos callejeros montada tipo foodcourt con una decoración muy chula y varios tipos de comida local. Nos decidimos por una sopa Khao Soi, que teníamos muchas ganas de probar, alitas de pollo fritas y 2 cervezas Chang de 720ml, todo por 460 baths/ 12,5€.
Paseamos por la orilla de río Ping, a la altura de la Chocolate Factory Chiang Mai, ubicada en una casa de madera de teca, la más antigua de Chiang Mai, y viendo algunos locales muy chulos para cenar o tomar una copa. Pero estábamos reventados y nos fuimos a dormir.
