Tailandia y Singapur día 8
Chiang Mai día 3
Wat Chedi Luang, Chinatown, Mercado Waroros, Wat Sri Suphan (Templo de plata) y Pratu Chang Pheuak
7 DE MARZO DE 2019
Nos despertamos pronto porque teníamos contratada una clase de cocina, pero Rafa no se encuentraba demasiado bien. Bajamos a desayunar a ver si se mejoraba pero tuvimos que llamar sobre las 8 desde la recepción para cancelarlo. Fueron muy amables y no pusieron ningún problema, incluso nos ofrecieron hacerla otro día.
Salimos a dar un paseo a las 9, Rafa se encontraba algo mejor y no queríamos perder el día en el hotel. En principio fuimos a recorrer los templos de alrededor que ya habíamos visto la primera tarde, pero con el sol de la mañana eran más fotogénicos. Al estar orientados al este, por la mañana tienen la luz a favor. Esta vez sí entramos a ver el chedi del Wat Chedi Luang, bastante grande y bien conservado menos la parte superior que se derrumbó en un seísmo o por un cañonazo birmano, no se sabe con certeza.

En el recinto había poca gente porque hasta las 10 no llegan los autobuses de turistas chinos, cosa que nos encantó. Es una zona muy amplia con varios templos pequeños alrededor del chedi y algunos edificios donde viven y estudian los monjes. Nos cruzamos con un par de monjes a los que les pedimos hacernos una foto con ellos, accedieron con amabilidad pero al pedirles que saludasen para un vídeo nos dijeron que no podían saludar o que no podían salir en el vídeo, no los entendimos muy bien, el caso es que el vídeo ya estaba hecho con ellos diciendo «ne, ne, ne».

Como los templos empezaban a llenarse y Rafa se encontraba bien, nos fuimos hacia el barrio chino, al noreste de la ciudad. Nos metimos por una zona con pocos coches, calles residenciales con casas tradicionales y patios llenos de vegetación. Nos recordó a Kyoto, salvando las distancias.
Al llegar a la zona del mercado de Warorot (o Waroros según donde lo leáis) empieza a ser más caótico, con coches y carritos de comida y productos por todas partes. Aún así el mercado no estaba muy lleno. Tenía varias plantas, era mucho más grande lo que parecía por fuera. Nos sorprendió la cantidad de plástico que usan para el problema que hay en el Pacífico con los deshechos. Todo lo ponen en bolsas, no hay ni un solo envase de cartón o vidrio.
Dimos un par de vueltas e hicimos varias compras, entre ellas las semillas de soja crujientes para poder hacer el mango sticky rice en casa. Antonio se comió una bolas de masa rellenas de carne a la brasa y nos fuimos de camino al centro.

Pasamos por una zona de tiendas, al sur del mercado, donde venden a los comerciantes de los puestos callejeros; si queréis comprar algo al precio que lo compran ellos id a esa zona. Los productos estaban a menos de la mitad que en los puestos de los mercados nocturnos. Había otras tiendas con utensilios de cocina, con imitaciones per-fec-tas de los productos de Ikea.
Eran ya las 11:30 y teníamos hambre y calor. Al pasar por una cafetería muy hipster, decidimos hacer un descanso. Mesas corridas de madera, un par de carteles en blanco y negro y una máquina vintage de café enorme, era como si estuviésemos en el SoHo neoyorkino. Nos pedimos un moka y un chocolate fríos con un pain au chocolate para reponer fuerzas. Estuvimos un rato revisando fotos y escribiendo la guía. Nos pareció un sitio muy agradable.

Al salir de la cafetería, entramos en el Wat Mahawan, nada turístico y con una pagoda blanca muy chula que dio para unos cuantos vídeos y alguna foto.
Hacía un calor de muerte y nos fuimos directos al hotel para darnos un chapuzón en la piscina. Al final estuvimos allí unas cuantas horas hasta que se hizo la hora de comer. ¡Imprescindible un hotel con piscina si visitáis Tailandia!
Comimos cerca del hotel, en el restaurante Girasole de la zona comercial Kad Klang Wiang. Teníamos necesidad de sabores que nuestro estómago reconociese. La comida nos pareció deliciosa y nuestro cuerpo lo agradeció. La dueña fue muy amable y el lugar con aire acondicionado nos sentó de lujo. Sopa minestrone, espagueti con tomate, pizza de prosciuto y 2 botellas de agua por 540 baths (15€).

Volvimos al hotel a descansar, el calor era insoportable en la calle. Sobre las 17:30 de la tarde fuimos al bar de la azotea del restaurante japonés Tenten, al sur de la ciudad, junto al foso. Nos tomamos una cerveza Chang, una limonada de yuzu y unos edamame viendo el atardecer. Unos 300 baths/8€, algo caro para ser Tailandia pero comparado con los precios de casa nos parecieron muy baratos.

Cruzamos el foso hacia el sur para ver el Wat Sri Suphan o templo de plata (uno de los imprescindibles que ver en Tailandia). La entrada cuesta 50 baths e incluye una botella de agua. Las mujeres pueden entrar al complejo pero tienen prohibida la entrada al templo. Llegamos sobre las 18:00h y estábamos solos, suele estar más lleno los sábados cuando la zona se llena de puestos en el Saturday Night Market.
El templo está decorado con escenas labradas en plata que trabajan los mismos monjes, además de donaciones de los orfebres del barrio. Es uno de los que más nos gustó, es pequeño y recargado pero las luces con los que lo iluminan hacen un juego precioso con la plata.
Después de dar una vuelta por todo el complejo, nos dirigimos hacia el norte para cenar cerca del hotel. Paramos en el que debe ser uno de los peores restaurantes de Chiang Mai, de todo tiene que haber en un viaje. Queríamos pollo con arroz, que es un plato muy sencillo pero que si está bien hecho es delicioso (el pollo suele ser jugoso y el arroz sabe al caldo del pollo que lo acompaña), pero no, en este sitio el pollo estaba seco como el esparto y nos pusieron arroz picante que tuvimos que devolver, habíamos pedido muy claramente arroz blanco SIN picante. No podemos deciros cuál es porque salimos tan cabreados que ni le hicimos foto, los dos platos con agua costaron 255 baths/7€.

Después de la cena, con un humor de perros por no haber sabido elegir, nos fuimos hacia la zona norte de las murallas para visitar el mercado de Pratu Chang Pheuak. De camino vimos un par de sitios para cenar con muy buena pinta, con lo que nuestro cabreo aumentó.
El mercado estaba lleno de tailandeses con muchos puestos de comida, aunque la verdad es que muchos de ellos ofrecían brochetas a la la parrilla que los locales comen muy muy hechas, de hecho huele todo a quemado y para nosotros no era muy apetecible. Hay un puesto muy famoso de codillo de cerdo cocido regentado por una tailandesa con gorro de cowboy, nosotros no lo probamos pero no tenía mala pinta.
A la vuelta pasamos por el Monumento a los tres Reyes y el Museo de la Cultura Lanna, están en una plaza bastante grande donde los jóvenes de la ciudad hacen skate.
Nos fuimos a dormir pronto que al día siguiente nos esperaba madrugón para visitar el Parque Nacional de Doi Inthanon.
