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Tailandia y Singapur día 7

Chiang Mai día 2

Elephant Nature Park, Wat Phra Singh, Pratu Chiang Mai y mercado nocturno de Ploen Ruedee

6 DE MARZO DE 2019

Nos levantamos pronto porque teníamos una excursión contratada. El desayuno dejaba bastante que desear comparado con el hotel anterior: un café bastante malo, tostadas y bollería industrial. Se salvaba la fruta (que en toda Tailandia está muy buena). Había un cocinero haciendo huevos al gusto que no tenía mucha gracia para hacer revueltos. Al final comimos, que es lo que importa y nos volvimos a la habitación a recoger las mochilas.

A las 8:30 nos recogió una furgoneta de 10 pasajeros, aunque de momento estábamos solos, para ir al Elephant Nature Park.

Nos había costado bastante elegir qué reserva queríamos visitar. Miramos muchas cuando preparábamos el viaje y nos decidimos por esta porque es la única en la que prácticamente no se interacciona con los animales. Ya hemos escrito alguna vez que pensamos que no hay que molestar a los animales salvajes, sobre todo a aquellos que están en cautividad #turismoresponsable.

Después de recoger al resto del grupo y ver el vídeo explicativo durante el trayecto, llegamos al campamento a las 10:20.

Llegada al Elephant Nature Park

Al principio pensamos que nos habíamos equivocado al elegir, había muchos grupos de 10 personas a la vez. Pero lo tienen todo perfectamente organizado para que únicamente estés con tu grupo viendo a los animales; sólo coincides con el resto a la hora de la comida y no se hace para nada agobiante.

Primero nos sentaron en una mesa larga y nuestro guía Sai (que no callaba ni debajo del agua) nos explicó que en esa misma mesa sería donde comeríamos y donde quedaríamos para volver.

Luego nos llevaron a un entarimado para ofrecerles comida a los elefantes. Se hace desde allí para que sólo se acerquen los animales que quieran comer y no se vean obligados ni agobiados. Se les ofrecen varios tipos de fruta y verdura y cada uno se come lo que le gusta. Es muy divertido ver cómo tiran la fruta o apartan la mano de alguien que lleva algo que no les gusta.

Elephant Nature Park

Lo siguiente fue ir paseando por el campamento con el guía, viendo los elefantes que han ido recuperando. Sólo nos acercamos a aquellos que están acostumbrados a tratar con humanos, normalmente porque han sido rescatados de circos o espectáculos.

Muchos están enfermos o han sido maltratados. Los que recuperan de accidentes en la selva, la mayoría de veces por culpa de las minas en la frontera, están en una zona en la que sólo tienen contacto con sus cuidadores y con otros animales.

Elephant Nature Park

Durante el recorrido no coincidimos en ninguna parada con otros grupos y el guía nos fue explicando la situación de cada elefante, por qué algunos estaban solos y otros por grupos o parejas.

En un par de ocasiones nos dejaron tocarlos, ya que los hay a los que les gusta el contacto. En otras ocasiones nos pedían que no nos acercásemos demasiado, que aunque podían estar con nosotros sin peligro, no les gustaba que les tocasen.

Acariciando a los elefantes más amigables

En todo el recinto había cientos de búfalos de agua que pastaban y paseaban libremente y que también habían sido rescatados de los mataderos. Impresionaba cuando pasaban cerca con ese par de cuernos, pero no eran nada peligrosos.

Búfalos de agua por el parque

Hicimos una parada para comer. Al lado de las mesas pusieron una zona de buffet libre con multitud de platos diferentes, opciones veganas incluidas. Además, había un par de fuentes de agua y una zona de fruta y postres.

También había una tienda donde comprar refrescos y una barra donde pedir cafés. Nos sorprendió lo bueno que estaba todo. Nos tomamos unas cervezas, por no cambiar nuestra rutina, jeje, y compramos una bolsa de café orgánico cuyos beneficios se destinan a ayudar a los elefantes y mantener el campamento.

Alrededor, seguíamos viendo algún elefante echándose tierra por encima o acercándose a donde estábamos para que le diéramos fruta para comer.

Comida vegetariana en Elephant Nature Park

A las 12:45 nos llevaron a ver cómo se bañaban algunos de los elefantes. Los llevan al río una vez al día para que se limpien la piel y se refresquen, sólo si ellos quieren meterse y sin que nadie se bañe con ellos.

Esta era una de las cosas que queríamos de nuestra visita, que los animales no se bañasen con los turistas (puede parecer divertido pero no deja de ser un espectáculo). Nos explicaron que antes sí lo hacían pero que se dieron cuenta que los animales sufrían más que divertirse y que se les bañaba demasiadas veces y eso no es bueno para su piel. Os recomendamos esta experiencia sin dudarlo, nosotros repetiríamos.

Después de la hora del baño fue muy gracioso ver cómo todos los animales se dirigían a la tierra para embadurnarse y así proteger su piel con el barro.

Nos pudimos acercar a un grupo con dos crías muy juguetonas (aquí sí que nos comentaron que mantuviéramos las distancias porque las madres son muy protectoras).

Hora del baño
Elefantes cubriéndose de arena

A las 14:00 nos llevaron de nuevo a las furgonetas para dejarnos en los hoteles (muy satisfechos con la visita, para nosotros uno de los imprescindibles que ver y hacer en Tailandia). Tardamos una hora y al llegar estábamos muertos de calor así que nos fuimos directos a la piscina.

Estuvimos un buen rato descansado y antes de atardecer salimos a dar otro paseo, esta vez hacia el oeste para ver el Wat Phra Singh, un templo muy grande con dos dragones dorados a la entrada y una gran pagoda (entrada 40 baths/1,10€). Los monjes estaban rezando y la verdad es que con el sonido monótono y vibrante de los cánticos no daban ganas de quedarse.

Decidimos bajar hacia el foso y recorrer las murallas desde fuera. Rodeamos la ciudad por el sur hasta el mercado de Pratu Chiang Mai. Tiene una zona de mercado de abastos que cierra sobre las 16 y al atardecer se llena de puestos de comida callejeros, a las puertas del mercado y en la plaza arbolada que hay enfrente, junto a la puerta sur de la muralla.

Foso de Chiang Mai

Seguimos ya dentro de la zona amurallada de vuelta al hotel pasando por una calle con tiendas de utensilios de cocina, donde Rafa aprovechó para comprar un cucharón de coco. La hija del dueño, que no tendría más de 2 años nos hizo la mejor reverencia de todo el viaje cuando la saludamos.

Pasamos por calles muy tranquilas y llenas de grafitis. Al ponernos a grabar un vídeo, nos vio un niño de 4-5 años que iba a comprar y se puso a cruzarse por delante para salir haciendo gracietas. Definitivamente, aquí la gente es mucho más simpática que en Bangkok (al menos en nuestra experiencia).

Paseando por Chiang Mai

A las 20 dejamos las compras en el hotel y nos fuimos hacia el mercado nocturno Ploen Ruedee (otro de los imprescindibles que ver y hacer en Tailandia), que nos había llamado mucho la atención el día anterior. Compramos varios platos en distintos puestos de comida mientras escuchábamos la música en directo. Probamos las típicas salchichas de Chiang Mai (saben a la morcilla blanca del pueblo de Antonio, pero muy picantes), pan bao de panceta, French fries y no podía faltar el mango sticky rice de postre (nos hemos hecho adictos).

Tras dar una vuelta por el mercado nocturno, volvimos al hotel a descansar… mañana sería otro día.

Mercados nocturnos en Chiang Mai