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Tailandia y Singapur día 5

Bangkok día 5. Parque Lumphini y clase de cocina en Silom Thai Cooking School

4 de marzo de 2019

Seguimos nuestra rutina habitual, levantarnos a las 7, desayuno completo y a las 8:30 en la calle. Era el último día en la ciudad y no queríamos irnos sin visitar el parque Lumphini, además Antonio había leído que no siempre se conseguían ver los grandes varanos que viven en él. Son unos lagartos de gran tamaño de la familia del dragón de Komodo, y teníamos curiosidad por verlos.

Desde el hotel no tardamos más de 20 minutos caminando, era hora punta y pudimos grabar el trafico caótico característico de la ciudad desde las pasarelas que cruzan las grandes avenidas que rodean el parque.

Entramos a él por la puerta oeste, frente a la parada de metro de Silom, y caminamos hacia los estanques centrales. Nada más llegar al agua vimos el primer varano, no podíamos creernos la suerte que tenemos, además era enorme y se dejó fotografiar y hacer vídeos y eso que nos llegamos a acercar a menos de un metro. Seguimos caminando y pudimos ver una decena más de lagartos en varias de las zonas, algunos nadando en el agua y otros tomando el sol en la orilla. Vimos desde pequeños varanos del tamaño de un gato hasta grandes como el primero, que mediría un par de  metros de cabeza a cola.

Varano en el Parque Lumphini

El parque es una gozada para pasear, está lleno de zonas para hacer picnic, que a estas horas estaban ocupadas por tailandeses que acababan de desayunar; gente haciendo taichi y zonas de columpios para niños.

Había una zona repleta de cocoteros en la que los jardineros trabajaban cortando cocos. Nos quedamos a ver cómo lo hacían y cómo comprobaban si tenían agua dentro, los abrían y se la iban bebiendo (con el calor que hacía a las 9 de la mañana es normal que la aprovechasen).

Señor haciendo Tai-chi en Lumphini

A las 10:40 decidimos volver al hotel y pegarnos un baño en la piscina para combatir el calor. Aprovechamos para tomarnos un par de tés helados mientras descansábamos en las tumbonas.

Después del momento relajante, bajamos a la habitación y estuvimos haciendo de instagramers en la bañera, Antonio pegándose un baño y Rafa buscando el mejor encuadre para que se apreciasen las vistas.

Vistas desde la habitación del hotel Amara Bangkok

A las 13:40 llegamos a la escuela de cocina Silom Thai Cooking School. Teníamos reservada una clase a medio día y nos tocó un grupo muy majo, éramos 10 personas, todos asiáticos menos nosotros. Nuestra profesora, muy simpática, se presentó diciendo: soy Chin, como «chin», señalándose el mentón (significa barbilla en inglés). 

Primero nos llevó al mercado local de Soi 20 y nos explicó los productos que íbamos a utilizar en la clase. Luego los repartió en las cestas que nos habían dado a cada uno y nos montaron por parejas en un tuk-tuk que nos llevó a la casa donde íbamos a cocinar. No teníamos pensado subir a ninguno, así que ya podemos decir que hemos probado la experiencia de subir en estos curiosos motocarros que van conduciendo como locos entre el caos.

TukTuk en Bangkok

Nos sentaron en las mesas donde íbamos a comer y Chin nos explicó que cocinaríamos 5 platos: Sopa Tom Yum de pollo, Pad Thai, curry verde, ensalada de pollo y mango sticky rice, además nos iban a enseñar a hacer la leche de coco y la pasta de curry.

En una sala más grande preparamos la comida, sentados en el suelo cada uno con su tabla de corte y sus ingredientes. En otra sala al fondo había 10 wok alineados para ir cocinando los platos. Cuando hacíamos uno nos íbamos a la mesa a comerlo y luego preparábamos el siguiente.

Ingredientes principales de la comida thai

Nos encantó la experiencia (para nosotros un imprescindible que hacer en Tailandia), todo estaba buenísimo y pudimos adaptar el grado de picante a nuestro gusto. La pareja de japoneses que había llegó a ponerse 8 chiles eyebird (los más picantes) en su curry, el doble de lo que la profesora dijo que se ponían los propios tailandeses. Nosotros nos pusimos medio chile y ya nos picaba bastante.

Uno de los platos que más nos gustó fue el mango sticky rice, tanto que no pudimos dejar de pedirlo el resto del viaje. El curry verde ya lo habíamos probado y el sabor era igual que el de los puestos callejeros.

Clase de cocina tailandesa en Silom Thai Cooking School

A las 17:30 salimos de la escuela y nos fuimos a reposar a la piscina del hotel: la mejor inversión en un viaje a Tailandia es un hotel con piscina. Vimos atardecer tumbados en las hamacas de la azotea y nos bajamos a picotear algo y tomar una cerveza en el Club Lounge.

Volvimos a disfrutar de la bañera por última vez y cenamos cerca del hotel, en un pizzería casi junto a la entrada, no había nadie pero las pizzas tenían buena pinta, por supuesto nos preguntaron si las queríamos picantes, y pese a decir que no, nos pusieron una botella de tabasco y salsa de chiles en la mesa. Una pizza y pollo frito para los dos con dos botellas de agua por 666 baths / 18€. Pese a ser más caro que los puestos callejeros nos pareció baratísimo, en Valencia difícilmente cenas bien por 9€ por cabeza. La comida estaba buena y nos sirvieron muy bien.

Scozzi, 174/3-4 Surawong Road (TripadvisorGoogle)

Al día siguiente volábamos a Chiang Mai y el hotel nos ponía el transfer a las 7:00, así que nos tocaba madrugar aún más. Hicimos las maletas antes de dormir, el friki de Rafa las había organizado clasificando la ropa en estas bolsas de vacío para ahorrar espacio en la maleta, y aunque a la hora de cerrar es un poco más rollo, vale la pena tenerlo todo más separado y aprovechando el espacio al máximo.

Atardecer desde el hotel Amara