Tailandia y Singapur día 23
Singapur día 4
Jardín botánico, Isla Sentosa y Marina Bay Sands
22 DE MARZO DE 2019
Cómo somos muy pesados volvimos a madrugar para intentar fotografiar la salida del sol sobre Gardens by The Bay. A las 7 estábamos debajo de la noria, otra vez, viendo cómo se iluminaban de naranja los dos invernaderos. Esta vez sí pudimos hacer las fotos con los colores que queríamos.
Ya que estábamos allí y teníamos tiempo antes de ir al jardín botánico, cruzamos de nuevo para recorrer Gardens by the Bay y hacer algunas fotos que habían quedado pendientes. Recorrimos los SuperTree Grove, que a esas horas estaban casi desiertos (nos quedó pendiente subir a OCBC Skyway, la pasarela que une los árboles). Cruzamos el puente que une con el Marina Bay Sands y cogimos el metro hasta la parada Botanic Gardens haciendo transbordo en Bishan.

El Jardín Botánico de Singapur es patrimonio de la humanidad por la UNESCO y uno de los imprescindibles que ver y hacer en Singapur y tiene dos lagos, una reserva de orquídeas con más de 300 especies, una zona de selva pluvial y un jardín de especias. Es uno de los lugares donde han podido recuperar el jengibre de Singapur. No teníamos tiempo para recorrerlo entero, además de que el calor y la humedad eran bastante insoportables a pesar de ser las 10 de la mañana.
Dimos un paseo alrededor de eco-lago y nos metimos en la zona selvática. Nos encontramos con un pequeño local que ofrecía desayunos, Bee’s Knees at The Garage. Nos sentamos dentro a refrescarnos y reponer fuerzas. Pedimos un desayuno con huevos y salchicha y un cruasán de jamón y queso con cafés y zumos que costó 32 SGD/20€.

Volvimos al metro para ir directos al teleférico (Singapore Cable Car) que une la ciudad con la isla de Sentosa, famosa por sus playas accesibles y los parques de atracciones. El teleférico se puede comprar directamente de ida y vuelta, y se puede coger en Mount Faber o en HabourFront y bajar en Sentosa Station, ya en la isla.
Tanto el teleférico como la isla están montados como un parque temático, nos dejó bastante desilusionados, hasta las playas parecen de mentira. Aun así es un paseo bastante distraído, sobre todo con niños, y si sois fans de los parques tenéis un Universal Studios en la isla.
Era uno de los días más calurosos de nuestra estancia en Singapur y tuvimos que hacer otra parada para tomar unas limonadas en uno de los chiringuitos de playa de Siloso Beach. Nos vino bien el descanso a la sombra.

Salimos de Sentosa y aprovechamos que teníamos que hacer transbordo en Little India para bajar allí, hacer unas fotos en Tan Teng Niah (por si no teníamos bastantes todavía), comprar una maleta de mano extra para todas las compras del viaje y comer en el foodcourt del City Square Mall. Nos decidimos por 2 platos de torikatsu con noodles y agua muy fría de uno de las decenas de puestos que ofrecían comida de varios tipos. Nos costó 13,60 SGD/8,80€.
Fuimos a descansar al hotel hasta un rato antes del atardecer. A las 17 nos fuimos al Marina Bay Sands para subir al mirador de la azotea, el SkyPark Observatory Desk. Se accede por el sótano del la torre 3 del hotel, donde se compran las entradas y se sube directamente en ascensor al nivel 56. La entrada da acceso al mirador pero no al bar ni a la piscina infinity (hay que estar alojado en el hotel). Estuvimos allí viendo como se ponía el sol sobre Singapur y se iban encendiendo las miles de luces de la ciudad.

Bajamos a pasear por la zona de la bahía viendo el Downtown y la iluminación del hotel y del museo. Allí hay muchos bares que dan a la calle y paramos en uno a merendar un trozo de pizza que se le antojó a Antonio. Resultaron ser dos trozos enormes de pizza de jamón y queso, por los que pagamos 21 SGD/14 € con dos botellas de agua, y el aire acondicionado dándonos a chorro.
Nos quedaba pendiente ver Chinatown de noche y para allí que nos fuimos. Lo bueno de Singapur es que la red de metro hace que todos los barrios estén muy bien comunicados y el aire acondicionado no falta en ningún sitio cerrado.

Volvimos a recorrer Chinatown. Es uno de los mejores barrios para pasear, sobre todo a la hora de comer o cenar. De noche es mucho más agradable, con los farolillos encendidos y todos los puestos iluminados. Subimos al edificio de viviendas que hay detrás del Templo de la Reliquia del Diente de Buda para hacer una foto en picado, pero ese día las luces no las encendieron y la foto no quedó como esperábamos. Una pena no haberlo sabido, habríamos ido cualquier otro día (aunque la foto quedó chula).
Subimos a Ann Siang Hill, que estaba lleno de sitios de moda y mucho ambiente, y entramos en un restaurante italiano con muy buena pinta y lleno hasta reventar. Nos pusieron una mesa al fondo y nos tomamos una ensalada capresse y otra pizza, esta vez de rúcula y prosciutto. La cuenta subió 52 SGD/35 € y eso que bebimos la jarra de agua del grifo que te ponen siempre en los restaurantes. Eso sí, la comida estaba deliciosa.
Volvimos al metro callejeando por el barrio y fuimos directos al hotel a hacer las maletas. Aún teníamos todo el día siguiente entero, pero la noche la pasábamos ya en el avión de vuelta.
