Tailandia y Singapur día 24-25
Singapur día 5
Mount Faber Park, Tiong Bahru y vuelo Singapur – París – Valencia
23 – 24 DE MARZO DE 2019
Nuestro último día del viaje iba a ser largo, el avión no salía de Singapur hasta las 11 de la noche. Pedimos el late check-out en el hotel y nos dijeron que por 50 SGD podíamos tener la habitación hasta las 19h. Lo pagamos encantados para no tener que depender de consignas y además era perfecto para poder pegarnos una ducha y cambiarnos antes de salir hacia el aeropuerto.
Fuimos en metro en dirección a Mount Faber Park para recorrer los senderos de The Southern Ridges y ver Henderson Waves, un puente que cruza Henderson Road y está construido con madera haciendo forma de olas. Se hizo muy famoso después de salir en la película Equals (de esto nos enteramos allí). La construcción es espectacular y el acceso a través de la selva es precioso. Uno de los imprescindibles que ver y hacer en Singapur.
Tanto a la ida como a la vuelta cogimos la parada de metro de Telok Blangah. Para subir cruzamos el barrio que le da nombre, Telok Blangah Hill, y a la vuelta bajamos por unas escaleras al lado del puente que daban acceso a la carretera donde está la parada.

De allí fuimos en metro hasta Tiong Bahru, otro de los barrios que nos quedaban pendientes. Es una zona residencial de casas bajas con arquitectura modernista, que nos recordó a los edificios art decó de Ocean Drive en Miami Beach. Las casas estaban rodeadas de jardines y calles tranquilas con un mercado de productos frescos lleno de puestos, el mejor mercado que vimos en todo el viaje.
Dimos una vuelta por el barrio recorriendo las calles y el mercado. La zona estaba llena de cafeterías, tiendas de ropa y diseño y muchas librerías, al estilo del SoHo neoyorquino. Nos sentamos a almorzar en Plain Vanilla Bakery. Pedimos un sandwich de pollo BLT, un cupcake de canela y dos batidos fríos de chocolate, por 29,20 SGD/18,87 €.

Caminamos de vuelta al metro callejeando entre los altos bloques de viviendas. La zona residencial está rodeada de altísimos edificios tipo colmena, una construcción típica del extrarradio en muchos países asiáticos para aprovechar el espacio.
Bajamos en Nicoll Highway y aprovechamos que estaba soleado para acercarnos a Haji Lane de día y ver las numerosas tiendas que hay. La mayoría venden productos de coleccionismo manga antiguos, decoración y complementos artesanales. Fuimos a fotografiar el enorme grafiti en la fachada trasera del restaurante Piedra Negra y volvimos al hotel a descansar un rato.

Para comer decidimos probar un restaurante cerca del hotel que tenía buena pinta, The Green Ducklings. Tenían pasta, sandwiches, tostas y algún plato especial más. Probamos la pasta con albóndigas y el pollo frito con sirope de arce, bebimos un par de limonadas y la cuenta fue de 34 SGD/22 €. No aceptaban tarjeta de modo que mientras preparaban la comida, Rafa tuvo que ir al cajero de la estación de metro a sacar dinero. La primera vez en todo el viaje que no aceptaban pago con tarjeta en un restaurante.
Acabamos la tarde descansando en el hotel, revisando fotos y rematando las maletas mientras fuera diluviaba. La idea era ir al aeropuerto en metro, pero con la que estaba cayendo decidimos pedir un taxi que nos llevase. Nos recogieron en la puerta del hotel y en 20 minutos estábamos en el aeropuerto.

Esperamos unos minutos a que abriesen los mostradores de facturación. Teníamos proritypor los billetes en economy premium, así que todo fue muy rápido. Pasamos la aduana y accedimos directamente a la zona de puertas de embarque. Nos pareció muy raro que no nos hubiesen hecho pasar por el arco de seguridad. Luego descubrimos que en este aeropuerto cada puerta de embarque tiene su propio arco de seguridad y una sala de espera. Estas salas las abren sólo un rato antes de empezar el embarque. Se evitan con ello las largas colas que se forman en otros aeropuertos.
El aeropuerto es el mejor que hemos visto nunca, lleno de tiendas y restaurantes, con muchas zonas para sentarse, muy cómodas. Nos sentamos en una cafetería y nos deshicimos de los pocos dólares que nos quedaban tomando un café y un bollo.
Esperamos leyendo y escribiendo nuestra guía del viaje (escribimos una guía de lo que vamos haciendo día a día, que Antonio se encarga de completar con dibujos, y nos sirve para poder contároslo aquí sin olvidarnos de nada).

A las 22:15h embarcamos y el vuelo salió en hora a las 23h. Catorce horas después aterrizábamos en el aeropuerto Charles de Gaulle de París. Esta vez el control de aduana para cambiar de terminal estaba saturado de gente, tardamos casi una hora en hacerlo, menos mal que teníamos tiempo de sobra.
Estuvimos un buen rato sentados en una cafetería y hablando de lo bien que nos lo habíamos pasado. El viaje había superado con creces todas nuestras expectativas, sobre todo las paradisíacas islas tailandesas.
Aterrizamos en Valencia a las 11:20, según la hora prevista y llegamos a casa pensando en el siguiente viaje que íbamos a hacer en mayo, 15 días en Islandia.
