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Oporto día 4

Valle del Alto Douro · Atardecer y cena en Vila Nova de Gaia · Funicular dos Guindais

24 de junio de 2017

Tocaba madrugar un poco, habíamos pedido el desayuno en la habitación, como el primer día, y luego nos íbamos a recoger el coche de alquiler que teníamos reservado.

La dirección de la oficina de Avis estaba equivocada, tanto en google como en su web, lo que nos retrasó un poco hasta que conseguimos llegar a su localización correcta. Tuvimos que coger el metro en Trindade y seguir la línea A hasta la Casa de la Música. Por fin llegamos a la Avenida Boavista, donde estaba la oficina.

Nos subimos en el Peugeot 2008 que nos dieron y arrancamos la marcha hacia el Valle del Alto Douro, la región vitícola donde se cultiva la uva para elaborar el vino de Oporto.

Desayuno en la habitación

Hicimos la ruta cogiendo la A4 hasta la salida de Pinhão y desde allí a la Quinta do Seixo, de las bodegas Sandeman. Nos sorprendió la cantidad de eucaliptos que había en los montes que íbamos atravesando, fue un trayecto muy chulo.

Fuimos directos a las bodegas para llegar a tiempo a alguna visita guiada. Elegimos la visita de las 12:30, que incluía la cata de tres vinos con una degustación de quesos (visita Douro por 17€). Como quedaba media hora, nos ofrecieron hacer primero la cata y fueron tan amables de reservarnos mesa en algún restaurante de la zona para comer.

Llegada al Alto Douro

Quinta do Seixo

  • Horario: de marzo a octubre de 10:30 a 18:30, y de noviembre a febrero de 10:30 a 12:30 y de 14:00 a 17:30
  • Entrada: La visita clásica ofrece la cata de 2 vinos por 15€, pero os recomendamos la Visita Douro, que por 2€ más, permite degustar 3 variedades acompañadas con una tabla de quesos. Según la época del año, también hay visitas por los viñedos.
Viñedos de la Quinta do Seixo

Nos sentaron en dos sillones frente a unos enormes ventanales con vistas al valle y los viñedos y nos sirvieron un white, un vintage y un tawny. La tabla de quesos llevaba dos quesos de cabra, uno blanco y otro con pimentón, servidos con pan y mermelada de higos, todo riquísimo.

Estábamos tan a gusto que nos dieron ganas de no bajar a la bodega. La visita estuvo bien pero al final nos habían contado exactamente lo mismo que el día anterior en Ferreira, pensábamos que se extenderían más en contarnos algunas curiosidades de los valles o la finca pero se limitaron a enseñar la sala de barricas y contar el proceso con un par de vídeos.

Conclusión: No hace falta que visitéis varias bodegas de vino de Oporto si son del mismo grupo, a no ser que lo hagáis por la cata.

Cata de vinos en Quinta do Seixo

Tuvimos que salir pintando porque la mesa estaba reservada a las 14:00 en Peso de Régua, a 25km de la quinta. No nos quedó más remedio que aparcar en zona azul, el pueblo parecía desierto pero no cabían más coches, debían estar todos comiendo.

Llegamos a la Taberna do Jéréré a las 13:50. Era un restaurante familiar con la carta escrita a mano y decoración rústica, pintaba bien, pero la carta nos decepcionó un poco, nos esperábamos platos un poco más tradicionales. Pedimos crema de zanahoria, ensalada de la casa, salmón a la brasa y arroz de pollo con sangre, y de postre una tarta de queso. Nos costó 28,80€, barato pero dejaba que desear en calidad. El pollo estaba bastante ácido, el resto de platos, sin sobresalir, estaban comibles. No siempre se acierta.

Taberna do Jéréré, Rua do Marquês de Pombal 28, Peso da Régua (TripAdvisorGoogle)

Comida en Taberna do Jéréré

Volvimos por la N222, conduciendo tranquilos para poder disfrutar del recorrido a orillas del Douro y subimos hasta el Miradouro de Casal de Loivos, una aldea cercana a Pinhao. Desde el mirador se veían los valles, escalonados por las terrazas de los viñedos y cortados por el Duero, siguiendo su curso sinuoso. Las vistas eran muy chulas, la única lástima era que el cielo estaba ligeramente brumoso por los incendios del norte de Portugal.

De vuelta a Oporto, devolvimos el coche a las 18:00h y volvimos en metro hasta el hotel. Como no podemos estarnos quietos, cruzamos el puente de nuevo y nos acercamos a los puestos de feria que habían instalado al otro lado, frente al Jardim do Morro. Nos dieron ganas de comer algo, la comida nos había dejado decepcionados y necesitábamos algo reconfortante, así que nos pedimos dos cachorros (perritos calientes) con tomate y cebolla frita.

Miradouro de Casal de Loivos · Vistas desde la carretera N222

Bajamos a la orilla del río para ver el atardecer desde Vila Nova con el sol poniéndose tras el puente de Arrábida, precioso, sólo nos faltaban dos cervezas para ser perfecto (mira que nos gustan los atardeceres con cerveza…). Ver ponerse el sol desde aquí es uno de nuestros imprescindibles que ver y hacer en Oporto.

Callejeamos por Vila Nova hacia el restaurante The Blini. Rafa necesitaba quitarse de la cabeza la comida de ese día y había encontrado en internet ese restaurante con muy buena pinta. Para subir lo hicimos por la Escadaria da Travesseira de Cândido dos Reis, unas escalinatas en zigzag en las que cada tramo tiene los muros pintados como si fueran la fachada de un edificio, son una chulada.

Atardecer en Vila Nova · Escadaria da Tv de Cândido dos Reis
Atardecer tras el Ponte da Arrábida

A las 21:30 nos sentaban en una mesa de cara al ventanal que rodea el local. Estaba elevado sobre los tejados de Vila Nova, lo que lo convertía en un mirador estupendo con una imagen espectacular del cielo del atardecer en ese momento.

Pedimos 3 blinis, ensalada de langosta, gambas y cangrejo, pulpo, bacalao confitado, dos cervezas Sagres y, de postre, delicia de chocolate con helado de manzana verde. Fue la cena más cara del viaje, 115€, pero la que más disfrutamos.

The Blini, R. do General Torres 344, Vila Nova de Gaia (TripAdvisorGoogle)

Cena en Blini

Hicimos una buena sobremesa gozando de las vistas nocturnas y el ambiente del restaurante. Al salir nos fuimos hacia el puente, esta vez subimos al hotel con el funicular dos Guindais, que nos dejaba casi en la puerta, y no lo habíamos cogido todavía.

Vistazas desde el restaurante Blini
Atardecer desde Blini