Oporto día 5
Ribeira · Casa Oriental · Miradouro da Serra do Pilar · Vuelta
25 de junio de 2017
Nos despertamos a las 9 de la mañana, que para nosotros estando de viaje es bastante tarde, y nos fuimos a desayunar a un local enfrente del hotel, Carmelita Bistro. Un sitio pequeño pero muy acogedor. Pedimos dos zumos de naranja, café con leche y chocolate caliente, dos cruasanes rellenos de jamón y queso y dos pastéis de nata.
Nos fuimos a pasear por el centro y aprovechamos para comprar algunos recuerdos. Entramos a Typographia y compramos una camiseta con la disección de una francesinha y otra con un esquema de la red de metro de Oporto, muy originales. También fuimos a por unas latas de conserva a la «Loja das Conservas» y subimos hacia la Torre dos Clérigos, donde nos metimos en la famosa Casa Oriental y nos llevamos unas cuantas latas de anchoas. Ya lo teníamos todo.

De vuelta al hotel pudimos, por fin, hacer la foto del tranvía con la torre de fondo que Antonio estaba intentando desde que llegamos, pero, o por el sol o por las aglomeraciones, no habíamos conseguido.
Cruzamos el puente una última vez, todavía no habíamos subido a la terraza del Monasterio del Pilar. Había unas vistas preciosas del puente y Ribeira, una perspectiva que nos faltaba por fotografiar (uno de los mejores miradores de Oporto). Teníamos la intención de comer en Oporto antes de irnos, pero como somos unos ansias, decidimos recoger las maletas y marcharnos al aeropuerto. Esta vez teníamos excusa, Ryanair nos había enviado un email avisando que se esperaban largas colas de espera para facturar y para el control de seguridad.


Llegamos en metro a Francisco de Sá Carneiro a las 14:30 y no había colas ni para una cosa ni para la otra (os dejamos toda la información en cómo ir del aeropuerto a Oporto). En 30 minutos estábamos sentados en Francesinha, el típico autoservicio de aeropuerto, comiéndonos unos bocadillos de chorizo, una ensalada César y dos helados.
Cuando llegamos a la puerta de embarque nos habían retrasado el vuelo, además se entretuvieron en marearnos cambiando la puerta un par de veces, para al final salimos desde la que ponía al principio. Viva Ryanair y la madre que parió a su fundador.
El vuelo salió a las 18:30, una hora y cinco minutos más tarde, y menos de dos horas después aterrizábamos en Valencia.
Había sido un viaje tranquilo, Oporto es una ciudad pequeña para la que no hacen falta tantos días, pero eso nos había permitido recorrerla sin prisas y visitar algunos lugares fuera de ella. Como siempre, estábamos felices de haber ido (y con la cabeza puesta en el próximo viaje de 18 días a las Rocosas Canadienses)

