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Milán día 1

Llegada a Milán. Galleria Vittorio Emanuele II · Duomo · Quadrilatero d’Oro · Brera · Castello Sforzesco

6 de octubre de 2016

El vuelo salía a las 6:25 así que tocaba madrugón, a las 4:00 sonó el despertador. Pedimos un taxi con la app FreeNow. No facturábamos y pasar el control de seguridad fue rápido por primera vez en el aeropuerto de Valencia. A las 5:00 estábamos desayunando en La Pausa, uno de los bares de la zona de embarque donde siempre nos sentamos a esperar el vuelo.

Despegamos a la hora prevista, íbamos en los asiento 1A y 1B con sitio para estirar las piernas, dentro de la manía que le tenemos a Ryanair, estos asientos son aceptables. Llegamos a Bérgamo a las 8:10, con un poco de adelanto y 20 minutos después estábamos saliendo con el autobús de Autostradale hacia Milano (podéis comprar el billete del autobús online). Os contamos todas las opciones de traslado en la entrada cómo ir del aeropuerto a Milán.

La entrada estaba bastante congestionada, supusimos que era hora punta para entrar al trabajo. Tardó una hora y cuarto en hacer los cincuenta kilómetros que separan la capital del aeropuerto.

Vuelo de ida Valencia – Milán

Nos bajamos en Milano Centrale, la estación de trenes principal de la ciudad, la segunda estación de trenes más grande de Italia, por tamaño y volumen de tráfico. De allí fuimos caminando hasta el Hotel Cavour, en Via Fatebenefratelli, a 15 minutos del Duomo.

Aunque el hotel necesitaba un renovación, la habitación era bastante amplia y nos pareció muy cómodo. Teníamos una habitación doble con vistas a la calle.

Stazione Milano Centrale · Hotel Cavour

Nos fuimos en dirección al centro por el Arco di Porta Nuova, pasando por La Scala, el teatro de opera más importante del mundo, y atravesando las Galerías Vittorio Emanuele II. Nos parecieron impresionantes, los techos en bóveda de vidrio, el suelo de mármol con mosaicos y llenas de tiendas de lujo. Son una chulada y uno de los imprescindibles que ver y hacer en Milán. Se puede acceder al Highline Galleria, la azotea panorámica de las galerías.

Galleria Vittorio Emanuele II · Teatro alla Scala

Highline Galleria

  • La entrada cuesta 13€.
  • Horario de 10:00 a 20:00 todos los días.
  • Los tranvías 12, 15, 16, 19, el autobús NM1 y las líneas de metro M1 y M3 tienen paradas en Duomo.
Galleria Vittorio Emanuele II

Salimos por el otro lado de las galerías a la Piazza del Duomo. Otro edificio que nos impresionó, una catedral gótica, de las más grandes del mundo, que tardó más de 600 años en construirse. La fachada de mármol con agujas es espectacular.

Aprovechamos que no había mucho turista para subir a las terrazas del Duomo. Se accedía por la parte lateral y las entradas nos costaron 13€ por persona para subir por escaleras (165 escalones). Teníamos la opción de subir por ascensor, pero había mucha cola y costaba 4€ más cada una. Tocaba hacer ejercicio.

Duomo di Milano

Duomo y terrazas

  • La entrada a la catedral cuesta 5€, con el conjunto arqueológico y el museo 10€; y la subida alas terrazas vale 15€ (incluyendo la entrada a la catedral) si se sube por las escalinatas de 165 peldaños, ó 20€ si se sube en ascensor (suele haber larguísimas colas).
  • Todo el complejo abre de 9:00 a 19:00 todos los días.
  • Los tranvías 12, 15, 16, 19, el autobús NM1 y las líneas de metro M1 y M3 tienen paradas junto al Duomo.
Terrazas del Duomo

La visita a las terrazas nos encantó, a pesar de las escalinatas. Las vistas del centro son muy chulas pero, sobretodo, pasar entre los contrafuertes decorados con motivos góticos, las 150 gárgolas que evacuan el agua de lluvia y las 135 agujas, que sujetan otros tantos santos, es bastante impresionante.

Estuvimos casi una hora en total, había bastante gente en la terraza y con el madrugón estábamos un poco cansados. Al bajar tuvimos que ir a comer algo, estábamos hambrientos y pálidos. Encontramos un puesto callejero que vendía panini, y compramos dos y un par de cocacolas que nos sentaron de lujo.

Vistas de la ciudad de Milán desde las terrazas del Duomo
Terrazas del Duomo

Dimos un paseo por el cuadrilátero de la moda o Quadrilatero d’Oro. Estaba repleto de tiendas de lujo, nunca habíamos visto tantas concentradas en tan poco espacio (hasta nuestro viaje a Singapur unos años después).

Volvimos hacia el hotel, habíamos olvidado la guía y la mochila con los accesorios de la cámara. Aprovechamos para descansar un rato y ver dónde podíamos comer. Fuimos cerca del Duomo, a la Trattoria Milanese, recomendada en la guía LonelyPlanet.

Tranvía antiguo en via Montenapoleone, en el Cuadrilátero d’Oro

El local era un auténtico restaurante italiano con 80 años de historia, paredes de madera, camareros de blanco y atestado de mesas con manteles impolutos, todas llenas de milaneses. Sólo había una mesa de 6 en la que ya estaba sentada una señora, pero nos ofreció compartirla. Se lo agradecimos y nos preguntó de dónde éramos deseándonos que disfrutásemos de la ciudad. Tras esas palabras fue como si no estuviese sentada, muy discreta.

Pedimos una insalata di carciofi y Grana Padano, minestrone di pasta, scaloppine al Marsala con purè y de postre, tiramisú. Con el coperto y el agua mineral subió a 55€. Los escalopines y el tiramisú estaban especialmente buenos, tanto que los hemos repetido en casa muchas veces.

Trattoria Milanese, Via Santa Marta, 11, Milano (TripAdvisor – Google)

Comida en Trattoria Milanese

Al salir, nos acercamos de nuevo al Duomo a visitarlo por dentro. Estaba incluido en las entradas que habíamos comprado por la mañana para las terrazas. Pensábamos que al ser mediodía no habría mucha cola y acertamos, entramos enseguida.

Recorrimos las naves con suelos de mármol de distintos colores y grandes vidrieras, rodeamos el altar mayor, donde vimos una estatua de San Bartolomé Apóstol representado en su martirio que nos impresionó (fue despellejado vivo), serviría para una de las clases de anatomía que Rafa impartía por aquel entonces en la universidad.

Bajamos a la cripta, que estaba en proceso de restauración para rescatar los restos arqueológicos. La exposición estaba muy bien montada y ver a los restauradores trabajando con los minúsculos pinceles, ayudaba a entender la magnitud del trabajo que estaban haciendo allí.

Piazza del Duomo
Nave principal · Suelo de mármol policromático · Martirio de San Bartolomé

Atravesamos de nuevo las galerías, repitiendo como loros lo bonitas que nos parecían, y paramos bajo la gran bóveda a comprarnos un helado en Savini, un restaurante con mostrador de helados artesanos con una pinta deliciosa. Tomamos una copetta di limone di Sorrento y otra di variegato all’Amarena. Nos sablaron 8€ por las dos, sólo a nosotros se nos ocurre tomar un helado en el sitio más lujoso de la ciudad. Eso sí, estaban riquísimos.

Savini, Via Ugo Foscolo, 5, Milano (TripAdvisor – Google)

Nos habíamos ganado una siesta y a por ella que nos fuimos. Volvimos al hotel por Via Alessandro Manzoni y nos tumbamos un buen rato.

Entrada a la Galleria Vittorio Emanuele II · Fachada del Duomo
Helado de Savini en la Galleria Vittorio Emanuele II

Descansamos un par de horas. No solemos hacer esos parones en los viajes, pero habernos levantado a las cuatro de la mañana nos pasó factura. Salimos de nuevo a pasear, esta vez por Brera, un barrio cercano al hotel.

En los alrededores de la Pinacoteca y de la Chiesa di San Carpoforo había muchos bares que ofrecían el aperitivo, la mayoría llenos. Como dice el dicho «allá donde fueres haz lo que vieres». Encontramos una mesa en la terraza del Jamaica Bar y pedimos dos Aperol Spritz con aperitivo. Nos los sirvieron en dos copas de balón con una tabla de focaccias y crostini, y un plato con patatas, aceitunas, cacahuetes y palomitas.

Jamaica Bar, Via Brera, 32, Milano (TripAdvisor – Google)

El aperitivo es una costumbre muy arraigada en el norte de Italia. Todas las tardes, antes de la cena, los bares y restaurantes ofrecen durante un par de horas un picoteo a modo de bufé libre bastante variado y, en ocasiones contundente, incluido en el precio de una consumición (calculad entre 8 – 20€).

Aperitivo en el barrio de Brera

Fuimos callejeando hasta el Castello Sforzesco, una enorme fortaleza con cuatro grandes torres angulares y una central, la Torre del Filarete. Está situado al inicio del Parco Sempione y se empezó a construir en el S.XV por orden de Francesco Sforza.

Por la noche los muros estaban iluminados, dando la sensación de que había vida dentro. Los monumentos históricos con ese tipo de iluminación (como la de nuestra querida Alhambra de Granada) nos hacen pensar en cómo vivirían allí dentro en su época.

Dimos la vuelta a todo el castillo haciendo tropecientas fotos, fue uno de los monumentos que más nos gustó de la ciudad.

Castello Sforzesco

  • La entrada el recinto del castillo es gratuita con un horario de 7:00 a 19:30, pero para acceder a las estancias y edificios, que albergan varios museos de arte e historia, hay que pagar 5€.
  • Horario del museo de 10:00 a 17:30.
  • Cómo llegar: línea M1 de metro (parada Cairoli), tranvías 1 y 4 (paradas Cairoli y L.go Cairoli 2).
Castello Sforzesco de noche

La idea era entrar al parque al rodear la fortaleza, pero el ambiente que vimos no nos gustó mucho y decidimos que sería mejor volver de día.

De vuelta al centro, entramos a cenar a Farinella, un restaurante muy chulo con la cocina a la vista. Pedimos como antipasto flores de calabacín rellenas (fiori di zucca), dos platos de espagueti carbonara y dos cervezas bien grandes. Pagamos 49,45€ por todo.

Farinella, Foro Buonaparte, 71, Milano (TripAdvisor – Google)

El postre lo tomamos en la heladería Van Bol & Feste, al lado del restaurante. Nos pedimos un helado de amarena, nuestro favorito.

Van Bol & Feste, Foro Buonaparte, 71, Milano (TripAdvisor – Google)

Cena en Farinella · Helado de amarena de Van Bol & Feste

Caminamos por Via Dante hasta la Piazza del Duomo para hacer la foto pertinente, y entramos por enésima vez a las galerías, donde aprovechamos que no había casi gente para hacer el ritual de del toro (y nos quedaban todavía 3 días….).

Según las supersticiones populares, hay que girar 3 veces hacia atrás con el talón derecho sobre los testículos del toro que hay en el suelo de mosaico de la zona central en la Galleria Vittorio Emanuele II, para evitar tener la mala suerte de su diseñador, Giuseppe Mengoni, que murió al caerse de un andamio en 1877, tan sólo dos semanas antes de la finalización de las obras.

Como siempre, el primer día había sido muy intenso, fuimos a descansar porque el siguiente prometía serlo todavía más.

Galleria Vittorio Emanuel II · Mosaico con el toro en el suelo de las galerías
Duomo de noche