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Islandia día 6

De Húsavík a Myvatn. Lago Myvatn

REYKJAHLÍÐ – GRJÓTAGJÁ – STÓRAGJÁ – BAÑOS DE MYVATN – CRÁTER HVERFJALL – PSEUDOCRÁTERES DE SKÚTUSTAÐAGÍGAR – KÁLFASTRÖND Y HÖFÐI – DIMMUBORGIR – SKÚTUSTAÐIR – HOTEL MYVATN
29 DE MAYO DE 2019

Amanecimos con la vista de los tejados de Húsavík completamente cubiertos de nieve y no paraban de caer copos cada vez más grandes. Suponíamos que la excursión para ver ballenas con North Sailing no iba a poder salir.

Bajamos a desayunar pendientes del teléfono y cuando terminamos recibimos una llamada de la compañía confirmando nuestras sospechas, el barco no podía zarpar por el mal tiempo y daban la opción de devolvernos el dinero o cambiar la excursión para otro día. Decidimos cancelarla porque podía pasar lo mismo y, además, teníamos que continuar con la ruta planeada. Está claro que lo nuestro no es ver ballenas desde un barco, ya nos pasó lo mismo el año anterior en nuestro viaje a Trømso.

Cuando nos montamos en el coche, la nieve tapaba las ventanillas y los copos eran inmensos. Nos informamos del estado de las carreteras en www.road.is y en ese momento no había ningún problema. A medida que fuimos avanzando, la calzada estaba cada vez más blanca y veíamos cómo las ráfagas de viento y nieve iban cubriendo todo el paisaje. Nos envolvía una sensación de emoción y miedo a la vez. Ya nos habían dicho que el tiempo en Islandia está loco, pero no esperábamos una nevada así a finales de mayo.

Carreteras nevadas entre Húsavik y Myvatn

Nos dirigimos a Grjótagjá, la gruta que se ha hecho famosa (¡atención spolier!) por ser el lugar donde John Nieve y la salvaje Ygritte consuman su amor en Juego de Tronos. Como estaba nevando, tuvimos la cueva para nosotros solos y pudimos hacer fotos desde las dos entradas. El agua era de un color azul intenso y con la bruma y la luz que entraba en ese momento, tenía un aspecto místico (uno de los imprescindibles que ver en Islandia)

Recomiendan evitar el baño en Grótagjá porque la temperatura supera los 46º. Hay dos accesos desde la carretera 860, uno al norte totalmente asfaltado de menos de 100 metros y otro al sur de unos 300 metros, sin asfaltar.

Subimos por encima de la gruta, donde había una pared de roca atravesada por una falla de la que se veían salir columnas de humo del agua termal que la atraviesa.

Desde allí fuimos a Stóragjá, otra cueva menos impresionante situada en el cañón de un riachuelo al que se puede bajar por unas escaleras y hacer un pequeño recorrido hasta llegar a la gruta. El acceso no parecía muy fácil, a través de cuerdas que llevaban directamente al agua. Ideal para bañarse en verano, pero con la nieve, pensamos que no era el mejor plan.

Cueva con agua termal Grjótagjá

El día se estaba poniendo muy feo así que nos fuimos a los baños termales de Myvatn. Al contrario de lo que pensábamos, estaban prácticamente vacíos, seguramente las excursiones al norte de la isla se habrían cancelado por el mal tiempo.

Nos metimos una ducha de agua caliente y nos pusimos el bañador. Hacía un frío de narices y al salir de los vestuarios tuvimos que echar a correr y meternos directos en la laguna. El agua estaba a 38º-39º y tenía un color azul-blanquecino muy chulo. Se notaba el sílice en la piel. Mientras disfrutábamos del agua completamente solos, no paraba de nevar y el pelo se nos cubrió de nieve. Cualquiera nos sacaba de allí…

Aguas cargadas de sílice en los baños termales de Myvatn

Después de una hora y media a remojo decidimos salir y tomarnos un chocolate caliente pasa reponernos de la bajada de tensión que llevábamos. La experiencia nos encantó y eso que a Rafa no le gustan los remojos en agua caliente, pero volvería a estos baños sin pensárselo.

De camino al hotel paramos en el cráter Hverfjall, el acceso es a través de una carretera sin asfaltar con bastantes baches, el aparcamiento está al pie de la ladera junto a la rampa de acceso. Es una subida de 600 metros, con una elevación de unos 90 metros, se tarda de 10 a 15 minutos.

Una vez arriba se puede bordear el inmenso cráter a través de un sendero de unos 3 km. Nosotros no pudimos recorrerlo por la fuerte ventisca que había, la verdad es que nos gustó el espectáculo ya que se veían venir desde kilómetros las ráfagas de nieve alternando con momentos de calma e incluso con claros de sol.

Panorámica del crater Hverfjall

Fuimos directos al Sel-Hótel Myvatn, ya era hora de poder hacer el check-in. El edificio está en Skútustaðir, en la orilla sur del lago. Nos registramos, dejamos las cosas y aprovechamos que la habitación era amplia, con una mesa y sillas, para comer allí. Decidimos variar el menú, bocadillo y pasta de sobre, ¡ah no, que era lo mismo que todos los días!

Descansamos un rato (poco) y nos fuimos a recorrer el minúsculo pueblo, con dos casas, una iglesia azul muy chula rodeada de prados con caballos melenudos, y un curioso ahumadero de truchas.

Cruzamos la carretera para ver los pseudocráteres que hay en el lago. Son formaciones con estructura de cráter creadas por las explosiones de vapor en la lava, pero no por una erupción real a través de ellos.

Había dos senderos, uno más largo para observación de aves y otro que bordeaba los principales pseudocráteres. Nosotros elegimos el segundo y fuimos paseando únicamente acompañados por alguna que otra oveja.

Pseudocráteres de Skútustaðagígar

Nos subimos al coche y fuimos bordeando el lago por la carretera 848 hasta llegar al aparcamiento sur de Kálfaströnd y Höfði, una pequeña península llena de vegetación y aves con unas formaciones rocosas volcánicas muy peculiares en medio del agua. Los paisajes eran preciosos y se respiraba mucha tranquilidad. Tardamos unos 45 minutos en recorrer el camino circular y nos dirigimos hacia Dimmuborgir.

Esta es otra zona volcánica con formaciones curiosas que se puede recorrer por varios senderos, cada uno de una duración y dificultad diferentes e identificados con distintos colores. Nosotros combinamos tres de ellos (azul oscuro, amarillo y rojo), en total unos 2500 metros entre rocas, aunque la mayor parte del camino está en muy buenas condiciones. Hubo dos formaciones que nos gustaron mucho, una en forma de bóveda, la llaman iglesia (Kirkja) y otra en forma de arco (Gatklettur) por el que puede verse todo el fondo del valle, incluso el cráter Hverfjall.

Roca con forma abovedada conocida como Kirkja, Dimmuborgir

De vuelta al hotel vimos que el ahumadero de truchas que hay en Skútustaðir estaba abierto y decidimos entrar a ver si nos enterábamos de cómo hacían el proceso. El dueño nos lo explicó todo muy amablemente y de forma gratuita.

En Islandia antiguamente no había madera por lo que para poder ahumar las truchas prensaban lana de las ovejas y la usaban para quemarla y conseguir el humo, y aún a día de hoy se sigue haciendo. A su vez, las espinas y restos de trucha que sobran del ahumado se fermentan varios meses y se les da de comer a las ovejas para que obtengan suficiente grasa y proteínas, y además les encanta. Por lo que es un proceso retroalimentado por dos de los animales más abundantes de la isla.

Cenamos de nuevo en la habitación del hotel, ya os imagináis el menú, y estuvimos revisando fotos y mandando algunas postales personalizadas por internet antes de dormir (nosotros hacemos las postales personalizadas con la app Mypostcard, nos parece mucho más original y divertido. Si os registráis a través de este enlace obtendréis 3€ de crédito).

Truchas ahumadas del Lago Myvatn