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Islandia día 13

Península de Reykjanes

BLÁA LÓNIÐ (BLUE LAGOON) – PISCINA NATURAL BRIMKETILL – FUMAROLA GUNNUHVER – FARO DE REYKJANES – PUENTE ENTRE CONTINENTES – GRÆNAVATN – ÁREA GEOTÉRMICA DE KRÝSUVÍK – KLEIFARVATN – REYKJAVÍK – HOTEL FRÓN
5 DE JUNIO DE 2019

A las 6 ya estábamos de camino a Blue Lagoon/Bláa lónið. Habíamos tomado unas galletas y un café en la habitación después de ducharnos y habíamos salido antes de lo previsto.

Llegamos antes de hora. Teníamos el acceso a las 7, pero pudimos entrar al recinto a cambiarnos y prepararnos. Allí te dan todas las toallas que necesites y te ponen una pulsera magnética que sirve para abrir y cerrar la taquilla y es donde van cargando los gastos extras del bar. ¡No olvidéis el bañador! (aunque allí también venden pero a precios desorbitados).

Entramos de los primeros a la laguna. Nuestra entrada era la comfort (básica) y daba acceso a la laguna, uso de toallas, un cóctel en el bar de la piscina y una mascarilla facial de sílice. Recorrimos toda la laguna aprovechando que no había más que 4 personas y pudimos hacer fotos sin gente (uno de los imprescindibles que ver y hacer en Islandia).

Blue Lagoon

Nos tomamos un zumo «vigorizante» incluido en la entrada y nos hicimos una mascarilla de sílice. Disfrutamos mucho del agua caliente, de la sauna y el baño turco. Sobre las 9 salimos a la zona de relajación y nos tomamos un desayuno. Era bastante caro, pero teníamos tanta hambre que nos dio igual. Nos comimos un bocadillo de pavo, queso y lechuga y una gran magdalena de chocolate.

Volvimos al agua y nos hicimos otra mascarilla (había cambiado el chico que las hacía y como no te pedían la pulsera, nos tomamos la libertad de ponernos dos). En las primeras dos horas venía gente pero nunca tuvimos sensación de agobio, pudimos estar tranquilos sin nadie alrededor. Cuando vimos que la cosa se ponía incómoda y empezaba a haber algo de aglomeración, nos fuimos a las duchas.

Mascarillas de sílice en Blue Lagoon

Vimos la parte de la laguna que da al exterior del recinto, donde no está permitido bañarse y nos fuimos camino a la poza Brimketill cerca de Grindavík. Era una piscina natural de aguas increíblemente azules, que nos recordó a un cenote, situada en un acantilado junto al mar. No nos metimos porque el agua no era caliente pero estábamos solos y con el día de sol que hacía daban muchas ganas de bañarse.

Paramos en Gunnuhver, un área geotermal con suelos rojos y ocres y con una de las fumarolas más activas que vimos, una inmensa columna de vapor que salía con fuerza del interior de la tierra y que se veía a kilómetros de distancia. Había escombros y trozos de madera junto a la salida de vapor, restos del antiguo taller que construyó un incauto para aprovechar el calor del subsuelo. Obviamente acabó derrumbándose.

Nos calamos enteros cuando el viento cambió y trajo la columna de vapor en nuestra dirección. Decidimos no volver a sacar la réflex cerca de una fumarola.

Seguimos hacia el faro de Reykjanes. Había un viento increíble y no pudimos acabar el sendero que llega hasta los acantilados de Valahnúkamöl. Así que rodeamos la colina sobre la que se construyó el faro haciendo algunas fotos y continuamos nuestro camino.

Poza Brimketill
Fumarola Gunnuhver

La ruta por la península nos llevó hasta la falla que separa unos 2 cm al año las placas tectónicas euroasiática y americana. Se puede apreciar perfectamente la separación entre las dos y han construido un puente simbólico que une ambos continentes.

Justo cuando llegábamos, un autobús lleno de niños de unos 8 ó 9 años bajaban para ver la zona, salieron despavoridos en todas direcciones como si fueran langostas. Tuvimos que esperar a que se fuesen para verlo con algo más de tranquilidad y hacernos un par de fotos.

Hicimos el camino a la inversa volviendo a pasar por Gunnuhver pero desde el otro lado de la fumarola. Allí leímos los paneles que explican el mito de Gunna, que le da nombre a la zona.

Cuenta la leyenda que hace unos 400 años una mujer apodada Gunna murió tras ser desahuciada y su fantasma vagó por toda la península perturbando a sus habitantes, que morían o se volvían locos. Hasta que un día, un hechicero consiguió que el fantasma persiguiera un ovillo de lana que la hizo caer en un pozo de fango hirviente. Desde entonces, nadie ha vuelto a ser atormentado por Gunna.

Paramos en Grindavík a poner gasolina y comprobar la presión de los neumáticos y continuamos hasta la última visita de la ruta de este día, el área geotermal de Krýsuvík.

Puente entre continentes

A 1,5 km del acceso al aparcamiento está el lago Grænavatn, pequeño pero con un color verde azulado intenso y precioso. Hay varios cráteres alrededor, por donde estuvimos paseando un rato.

Seguimos hasta el área geotermal, dejamos el coche en el aparcamiento, que estaba medio vacío, y caminamos por los senderos marcados y las pasarelas de madera que sortean las pozas burbujeantes y las fumarolas.

Es una zona chula, pero después de haber visto Hverir (en el lago Myvatn) nos pareció muy floja. Si os quedáis sólo por el sur no os la perdáis, pero si habéis pasado por el norte y no tenéis mucho tiempo podéis saltárosla.

La vuelta la hicimos por la carretera 42 que bordea Kleifarvatn, un profundo lago donde se pueden hacer inmersiones con botella, de hecho vimos un par de grupos saliendo del lago a esas horas.

Área geotermal de Krýsuvík

Cerca de Vellir, a 20 km de Reykjavík, vimos un enorme secadero de cabezas de pescado, tal cual, miles de cabezas enormes secándose al sol colgadas de unas estructuras de madera, un sitio un poco siniestro y con un olor un tanto desagradable. Aún así paramos a hacer una foto, nos impresionó bastante.

Llegamos a Reykjavík, bastante cansados por el madrugón y las horas de trayecto, y decidimos descansar en el hotel sin comer, el almuerzo y los picoteos en el coche nos habían dejado saciados.

A las 18 empezó a rugirnos la tripa y bajamos a tomar uno de los famosos perritos calientes de la ciudad, se dice que es su plato estrella. Cerca del hotel teníamos Reykjavík Street Dog, un local muy chulo donde sólo sirven perritos y bebidas. Pedimos dos perritos con cebolla frita y cruda, uno con salsa remoulade y el otro con ketchup, acompañados de dos Appelsin (un refresco islandés de naranja). Nos costó 1380 ISK/9,91€.

Reykiavík Street Dog, Skólavörðustígur 40, 101 Reykjavík (TripAdvisorGoogle)

Reykjavik Street Do

Dimos un paseo por el tranquilo barrio que hay bajo Hallgrímskirkja entre Njarðargata y Barónsstigúr, lleno de casas señoriales con jardín. Como allí no tienen costumbre de poner persianas y las cortinas las suelen tener descorridas, se podía ver el interior de las estancias. Queda un poco cotilla, pero la verdad es que es muy chulo verlas.

Al llegar al lago Tjörnin, seguimos hacia la derecha hasta llegar al mar, donde está Harpa, el palacio de la música de Islandia. Es un edificio de cristal y acero que refleja los rayos del sol, y el interior vale la pena visitarlo, con espacios amplios y mucha luz, todo muy nórdico.

Volvimos al hotel por la avenida que bordea la bahía para ver «El viajero del sol», una horrible escultura en forma de estructura de casco de barco, sin ningún tipo de atractivo y que, en nuestra opinión, podéis obviar en vuestro viaje.

Casas bajo Hallgrímskirkja

Subimos hacia el hotel por Frakkastígur y, como seguíamos teniendo hambre y se acercaba la hora de la cena, fuimos a un local de fish and chips al que le teníamos echado el ojo en esa misma calle, Reykjavík Fish Restaurant, una mezcla entre cervecería irlandesa y local de comida rápida. Tomamos 2 raciones de fish and chips con salsa tártara y dos cervezas. Salió por 6550 ISK/47 €.

Reykjavík Fish Restaurant, Frakkastígur 12, 101 Reykjavík (TripAdvisorGoogle)

Al lado está Valdís, una heladería de colores pastel que en ese momento estaba llena, en la que nos compramos una tarrina de nuestro helado preferido, nata con amarena. Estaba delicioso y la pinta del resto de sabores era igual de buena.

El cuerpo empezaba a pedirnos un descanso, así que nos fuimos a la cama pronto. Al día siguiente tocaba recorrer todo el Círculo Dorado.

Valdís, Grandagardur 21, 101 Reikiavik. (TripAdvisorGoogle)

Fish & chips restaurant
Heladería Valdís en Reykjavik