Top

Grecia día 11

Santorini: Bodega Domaine Sigalas · Pyrgos · Ferry Santorini-Creta

10 de julio de 2018

Volvimos al Passaggio a desayunar tras dejar la habitación lista para el check-out. Santorini fue muy divertido, pero menudo trasiego de maletas que llevamos con los cambios de habitación.

Cogimos el coche para visitar la bodega Domaine Sigalas, cerca de Oia (uno de los imprescindibles que ver y hacer en Santorini). Tienen un patio cubierto por una parra junto a los viñedos, donde se pueden probar los vinos y tomar alguna especialidad de la isla. Pasamos un par de horas probando 5 vinos y comimos unas dolmades que nos parecieron deliciosas. Compramos una botella de vino blanco Santorini 2017 y un vinsanto del 2013. Os recomendamos visitar la bodega, no sólo por los vinos blancos, que tienen ese punto de las tierras volcánicas que a nosotros nos gustan mucho, si no por el ambiente de la terraza junto a las vides y la amabilidad de los chicos de Sigalas.

Cata en la bodega Domaine Sigalas, Santorini

Cogimos la carretera que bordea la isla por la costa este, que tiene mucho menos tráfico. Llegamos a Pyrgos a la hora de comer, nos llamó la atención al pasar la tarde anterior con el traslado de la lancha. Es un pueblo menos turístico, con un par de restaurantes en la plaza y callejuelas estrechas que suben hacia las ruinas del antiguo castillo veneciano, en el pico de la colina donde está encaramado. Comimos en Kantouni. Nos pusieron un par de platos de carne y una ensalada, dos Yellow Donkey y café griego. En el precio notamos que no estábamos en Oia.

Kantouni, Pyrgos, Santorini. (TripadvisorGoogle)

Pyrgos

Recorrimos las calles que llevan al castillo, paseando y haciendo las últimas fotos y vídeos de la isla. Devolvimos el coche, con las mismas facilidades que en la recogida. A las 18:15 nos dejaba el transfer en el puerto, donde tuvimos que esperar hasta las 19:30 a que llegase el ferry hacia Creta. El último atardecer de la isla lo vimos desde el barco.

Vistas desde el castillo de Pyrgos

El trayecto en ferry hasta Creta fue más largo, 2h 30 min. El barco iba lleno pero aun así viajamos bastante tranquilos. Desembarcamos a las 22h y todavía nos quedaba recoger el coche y llegar al hotel al otro lado de la isla.

Nos entregaron el coche en la puerta del ferry prácticamente, un Peugeot 107 de la empresa Rental Center Crete. Nos cargaron las maletas en el coche y traían datáfono para hacer el pago, muy organizados estos griegos. Nos dirigimos hacia Kissamos, el pueblo donde está el hotel Balos Beach, la última edificación al noroeste de la isla, antes de entrar en el parque natural de Balos.

Tardamos unas 4 horas en llegar, haciendo una parada de una hora para cenar. Gracias a que en Grecia se cena bastante tarde y que era la semifinal del mundial, encontramos una taberna abierta en Paralia Kourna, Niko’s Taverna. Pedimos ensalada griega, moussaka y tomates rellenos. El sitio era muy chulo, regentado por una familia muy simpática, salieron a darnos la mano al llegar y nos invitaron a fruta fresca de postre.

Niko`s Taverna, Paralia Kourna, Creta. (TripadvisorGoogle)

Atardecer desde el ferry Santorini-Creta

La conducción en Creta merece una entrada aparte (os lo contamos todo en cómo moverse en coche por Grecia), pero os contamos aquí lo mejor. Los cretenses conducen invadiendo parte del arcén (o completamente) para que puedan adelantarlos, aunque haya línea continua. Si no lo haces, el coche que venga por detrás pondrá las largas hasta que te apartes y le dejes pasar. Pueden llegar a adelantar coches en los dos sentidos a la vez en una zona de doble dirección con un solo carril por sentido. Las señales están ocultas entre la maleza o despintadas. Hay muchísimos radares sin que esté indicada la velocidad máxima de la vía. Con eso basta para que os hagáis una idea de cómo llegamos al hotel, cansados es decir poco.

El conserje del turno de noche era un señor muy majo que nos acompañó a la habitación y nos dijo que como teníamos incluida la cena en el precio de la reserva, nos habían dejado unos platos con comida en la nevera. Fue un detalle, pero no nos lo pudimos comer, necesitábamos dormir.

Hotel Balos Beach