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Fez día 4

Madraza Al-Attarine · Bou Inania · Bab Boujloud · Jardines Jnan Sbil · Fes el-Jdid · Barrio Judío · Vuelta a Valencia

24 de enero de 2023

A las 8:00 de la mañana ya teníamos preparado el desayuno en el riad. Nos lo tomamos sin prisas y cuando acabamos, subimos a la terraza para ver cómo los edificios y minaretes se iban iluminando poco a poco con tonos anaranjados mientras amanecía sobre la ciudad. El día iba a estar muy despejado.

Decidimos aprovechar esta última mañana para visitar los lugares que no habíamos visto. Entramos en la medina por la Place R’Cif y fuimos directos a la Madraza Al-Attarine para disfrutarla sin turistas (una de las mejores cosas que ver y hacer en Fez). Es una de las mejor conservadas, con un patio repleto de mosaicos, yesería y artesonados de cedro. Además, pudimos acceder a las habitaciones de los estudiantes en los pisos superiores, con buenas vistas hacia los tejados de color esmeralda del Mausoleo de Moulay Idriss y la Universidad de Qarawiyyin.

Madraza Al-Attarine

Pasamos por el Zoco Attarine, donde se venden especias, y el Zoco de la Henna, aunque todavía estaban a medio abrir, y continuamos caminando por Talaa Kebira hacia la Bab Boujloud. La siguiente parada fue la Madraza Bou Inania, con un patio de abluciones mucho más grande (y aún en funcionamiento), paredes decoradas con mosaicos y estuco, y un gran minarete. Cuando ya habíamos hecho un montón de fotos, llegó un grupo de turistas alemanes que rompieron el silencio del lugar y nos fuimos.

Madraza Bou Inania

Llegamos a la Bab Boujloud, que con el día tan soleado aún se veía más bonita que en días anteriores, con el azul mucho más intenso. A parte de los guías y los petit taxi que no dejaban de soltar gente que venía a comprar a la medina, vimos una estampa muy curiosa: los caballos cargados con bombonas de butano, que son los encargados de repartirlas por el interior del laberinto de calles.

Como aún eran las 10:30 de la mañana, decidimos ir caminando a Fes el-Jdid, la nueva medina donde está el barrio judío. No era más que un kilómetro, pero tuvimos que dar un rodeo porque la plaza frente a la Puerta Azul estaba de obras.

Caballo butanero en Bab Boujloud

Bordeamos las murallas y después de atravesar la Bab Chems, entramos en los jardines Jnan Sbil, que separan las dos medinas. Este gran parque era un remanso de paz que contrastaba con el trajín de los zocos.

Recorrimos los caminos rodeados de vegetación, pasamos por varias fuentes de estilo andalusí y rodeamos el gran estanque. Solo nos cruzamos con jardineros (y algún que otro gato) y vimos unas pocas personas sentadas en los bancos disfrutando de la tranquilidad de los jardines.

Jardines Jnan Sbil

Entramos a Fes el-Jdid por una pequeña puerta en la muralla y nos dimos cuenta que este barrio era aún más auténtico, con calles menos laberínticas y más tranquilas, mercados callejeros locales donde se mezclaban puestos de verdura, carne y pescado.

Tras la puerta Bab Semmarine comenzaba el barrio judío o Mellah, donde las edificaciones eran muy diferentes a las casas musulmanas de la medina de Fes el-Bali, con grandes balcones en las fachadas y muchas joyerías en los bajos (herencia de los judíos que comerciaban con los metales preciosos).

Barrio judío de Fez (Mellah)

Visitamos las dos sinagogas que se conservan en el barrio (Al-Fassiyine e Ibn Danan). La entrada nos la cobró uno de los hijos pequeños de la familia que las gestiona, muy gracioso, indicando todo lo que había que ver.

Casi nos pasamos de largo la entrada de ambas, estaban ocultas tras una puerta normal en dos callejones del barrio (menos mal que había algún cartel y un guardia de seguridad), además, la sinagoga Ibn Danan estaba dentro del edificio donde vivía la familia y tuvimos que atravesar su casa para subir a la azotea, que tenía buenas vistas al antiguo cementerio judío.

Torá en la Sinagoga Al-Fassiyine

Eran las 11:30 y ya se iba haciendo tarde, a las 13:30 teníamos que estar en nuestro riad para coger el transporte al aeropuerto y queríamos comer antes de irnos.

Volvimos sobre nuestros pasos hasta Bab Boujloud y seguimos por Talaa Sghira. Nos había llamado la atención el restaurante del Riad Palais Shéhérazade y después de callejear hasta encontrarlo nos dijeron que la cocina no abría hasta las 13:00, imposible estar a tiempo.

Caminando por la zona, encontramos una entrada muy chula a otro hotel, el Riad Jardin des Biehn, que tenía también restaurante. Entramos y el sitio nos encantó, estaba al fondo de unos jardines muy tranquilos y bien cuidados.

Nos pedimos una ensalada marroquí (la mejor presentada de todas), un tajine de pollo con verduras que estaba delicioso, y de postre una pastilla (pastela) dulce. Todo por 300 dirhams (menos de 30€).

Fez Café Restaurant, 13 Akbat Sbaa, Fes (TripAdvisorGoogle)

Ensalada marroquí en Fez Café Restaurant

Nada más terminar de comer pusimos rumbo a nuestro riad a paso ligero, conseguimos llegar a Talaa Sghira sin perdernos y desde allí ya conocíamos bien la ruta de vuelta.

Cogimos el equipaje y salimos a la calle principal, donde estaba esperando nuestro transfer (era el mismo conductor de la excursión a Chefchaouen del día anterior).

En unos 25 minutos estábamos entrando en el aeropuerto. Menos mal que llevábamos impreso el billete de vuelta porque no hay lector de códigos en el aeropuerto (os lo contamos todo en la entrada cómo ir del aeropuerto a Fez). Tuvimos que pasar por el mostrador de facturación para que lo sellaran primero, luego por el control de seguridad y, por último, por el puesto de inmigración. Pasamos todo sin problemas y accedimos a la zona de salidas, donde solo había 4 puertas de embarque.

El vuelo salió puntual y en poco más de una hora estábamos en Valencia. Fuimos todo el viaje pensando en lo divertida que había sido la escapada y lo que abre la mente descubrir nuevas culturas.

Vestíbulo del aeropuerto de Fez