Dublín día 4
Excursión a Howth, Marsh’s Library, atardecer desde Temple Bar y paseo nocturno a orillas del Liffey
17 de agosto
Este día nos tocó madrugar más que el resto de días para hacer la excursión a Howth. Nos dimos una ducha rápida pero no pudimos perdonar el megadesayuno irlandés en el hotel.
De camino a la estación Tara St del DART, recorrimos las calles del Temple Bar fotografiando las fachadas llenas de grafitis y los edificios típicos de los pubs decorados con macetas en flor. No tenía nada que ver con el bullicio de la noche anterior, pero tenía su encanto verlo en calma.

Compramos los billetes del tren y subimos directamente al andén (podéis consultar en su web los horarios del DART). El tren a Howth estaba a punto de salir, subimos rápido las escaleras pero una vez arriba nos dimos cuenta de que estábamos en el andén equivocado. Menudo despiste.
Intentamos correr para pasar al otro lado, pero no nos dio tiempo y el tren ya había salido. Tuvimos que esperar el siguiente, que por suerte pasaba en 15 minutos. El andén se fue llenando poco a poco, ¡y nosotros que pensábamos que íbamos a ir casi solos!
Por suerte la gente es muy vaga y no se movió del centro del andén. Nosotros nos fuimos al último vagón y disfrutamos de nuestra rancia soledad.

El trayecto es bastante bonito. Son diez paradas desde Tara Street hasta el pueblo de Howth y tarda unos 30-35 minutos. Nos gustaron especialmente las vistas de la iglesia presbiteriana que se tienen desde el vagón en Clontarf Rd, la cuarta parada, y las vistas de la playa a la llegada de Howth.
Llegamos bastante pronto, sobre las 10 de la mañana, y a pesar de que la mayoría de comercios todavía estaban cerrados, ya había bastante movimiento de gente. Al salir de la estación vimos un pequeño mercado que ponen enfrente pero que aún estaban montando y fuimos recorriendo la carretera hacia el sendero que rodea la península.
De camino pasamos por el puerto pesquero donde varias focas buscaban algo para comer y varios remeros se preparaban para navegar. Hicimos una parada en un Starbucks a tomar un café (y poder ir al baño) antes de empezar la subida.

Hay 4 rutas que recorren la península marcadas con colores diferentes: roja, verde, azul y morada. Todas empiezan en el puerto justo al salir de la estación y hay indicaciones tanto en el suelo como en señales verticales.
La única que recorre toda la costa es la morada, la más larga, mientras que las otras tres acortan a medio camino volviendo al pueblo. La verde vuelve por los acantilados, la azul atraviesa parte de la zona urbanizada y la roja, un poco más larga, pasa por un pequeño pantano llamado Bog of Frogs. Disponéis en su web de los itinerarios en Howth.
La primera parte del recorrido es la misma para todas las rutas. No teníamos previsto ninguna en concreto, pero cuando llegamos al punto donde se separan, calculamos el tiempo y decidimos elegir la ruta azul para llegar en hora al restaurante donde habíamos reservado.
La ruta es preciosa, recorre los senderos al borde de los verdes acantilados con vistas primero de la pequeña isla llamada Irland’s Eye, y al final se ve el faro Baily con la bahía de Dublín de fondo. Es una de las fotos más bonitas del viaje. Tuvimos suerte y hacía un día buenísimo, con sol pero sin demasiado calor. El sendero estaba bastante bien, con alguna zona embarrada cubierta por la vegetación. Nos encantó.
Como teníamos tiempo nos tomamos una cerveza en un pub junto a la estación para reponer fuerzas antes de comer en Aqua, un restaurante al final del puerto donde habíamos reservado para comer.

La reserva la hicimos a través de Google para las 13:30. La sala está en el segundo piso del edificio con vistas panorámicas al mar. Además nos pusieron en una mesa pegada a los ventanales y la comida estaba deliciosa, fue perfecto. Repetiríamos ese día sin dudarlo.
Tomamos el menú de 2 platos, media langosta hervida con ensalada y mango y sopa de pescado de primero; fish and chips y salmón a la parrilla de segundo. El menú incluía té o café. Para beber tomamos agua del grifo, que allí es gratuita. La cuenta subió 69€, la verdad es que las vistas y la comida lo merecen.

Al terminar la comilona, nos dirigimos hacia el extremo del muelle oeste donde están las supuestas pisadas del rey Jorge IV marcadas en el cemento y se tienen vistas del puerto, toda la población y parte de los acantilados.
Las pisadas indican el lugar donde el rey Jorge IV pisó por primera vez el suelo irlandés coincidiendo con el día de su 59 cumpleaños. Llegó muy animado y contento (por no decir bastante borracho) y fue recibido por los habitantes de Dublín.
Recorrimos el muelle en dirección a la estación de tren, visitamos el Howth Market, que no habíamos podido ver por la mañana, y a las 15:40 cogimos el DART de vuelta a la estación de Tara St. La visita a este pueblo está dentro de nuestros imprescindibles en Dublín.


Treinta minutos después ya estábamos paseando por la orilla del río en dirección al hotel. Detrás de la catedral de St Patrick, al pasar por la puerta de la Marsh’s Library, vimos que estaban a punto de cerrar y nos dijeron que como teníamos poco tiempo no nos cobraban la entrada. Recorrimos los cortos pasillos rodeados de viejas estanterías de roble llenas de libros.
Es la biblioteca más antigua de Dublín, fundada en 1701. Tiene mucho encanto y al final tienen una zona con un photocall lleno de pelucas y disfraces relacionados con los autores más famosos de la biblioteca. Es pequeña y se tardan minutos en verla, el precio es de 3€ y allí se documentaron escritores como Bram Stoker.
Marsh’s Library
- Horario: de martes a viernes de 9:30 a 17:00 (sábados de 10:00 a 17:00).
- Entrada: 3€
- Cómo llegar: Parada Patrick’s Cathedral de los autobuses 27, 49, 54A, 56A, 77A, 77X, 150 y 151 / parada Kevin Street de las líneas 27, 56A, 77A, 150 y 151

Estuvimos descansando en el hotel hasta las 19:30 que fuimos a la zona de Temple Bar a ver el atardecer desde alguno de los puentes. Nos pilló un buen chaparrón y nos refugiamos en el pub Fitzsimons y aprovechamos para tomar una cerveza y unos cacahuetes escuchando música en directo. No estaba siendo el mejor viaje para nuestro hígado.

Cuando se despejó, paseamos por el barrio que estaba animadísimo a esa hora, con el cielo de un color azul intenso salpicado de naranja y violeta por el atardecer. Llegamos al restaurante mexicano donde habíamos reservado sobre las 21h y nos sentaron rápidamente. Había bastante cola, por lo que es muy recomendable reservar si vais a Dublín en fin de semana (nosotros intentamos hacerlo en cualquier ciudad a la que vamos si el restaurante lo permite).

Cenamos unas alitas de pollo con salsa picante al tequila, un taco pastor y unas chimichangas, bebimos agua (porque no había micheladas y ya habíamos tomado suficiente cerveza irlandesa ese día). Todo costó 33,35€ con un café espresso.
Antonio se entretuvo como un niño pintando una calavera típica de la noche de los muertos mexicana en el mantel de papel, con unas ceras de colores que nos pusieron en la mesa. Después de una buena sobremesa nos fuimos hacia los Docklands a ver el puente de Calatrava de noche. Había luna llena, lo que le daba un toque muy chulo.
Volvimos al hotel mientras chispeaba a ratos y caímos rendidos.
