Dublín día 3
Merrion Sq, Docklands, The Spire, Markets, Jameson Distillery, The Brazen Head, ribera del Liffey y Temple Bar de noche
16 de agosto de 2019
Nos levantamos temprano y, después de tomar nuestro completísimo desayuno irlandés, fuimos caminando hacia Merrion Sq. Esta zona está llena de casas señoriales que rodean un gran parque. Cada una de las casas tiene la puerta de diferente color, la mayoría de ellas en tonos llamativos. Algo muy curioso que ver y hacer en Dublín.
Dice la leyenda que las mujeres irlandesas pintaban las puertas de colores distintos y llamativos para que sus maridos, al volver del pub (algo borrachos) no se equivocasen de casa. No sabemos si es verdad pero al menos es una leyenda divertida. Tenéis más curiosidades en la entrada consejos y curiosidades de Dublín.
Hicimos una foto a cada puerta para después hacer un montaje con ellas. Desde hace algún tiempo ya no enviamos postales compradas, sino que usamos la app Mypostcard para enviar postales personalizadas con una foto nuestra, nos parece mucho más original y divertido. Si os registráis a través de este enlace obtendréis 3€ de crédito de regalo. La postal de este viaje fue el montaje de las puertas.

Accedimos desde Merrion St Upper, pasando por delante del edificio del Department of the Taoiseach, la sede del gobierno irlandés, y del Museo de Historia Natural de Irlanda. La acera de enfrente ya está llena de puertas de colores que continuan rodeando todo el parque, que a esas horas estaba lleno de gente haciendo deporte o paseando perros.
Recorrimos toda la zona mientras hacíamos las fotos y entramos al parque a ver la estatua de Oscar Wilde, en la esquina noroeste, justo enfrente de la casa museo del escritor.
Continuamos por Merrion St Lower hacia la estación de Pearse y caminamos hasta la orilla del río. Giramos por la derecha hacia los docklands para ver el puente Samuel Beckett, construido por Calatrava (inconfundible por ser igual al resto de puentes del arquitecto). La zona está llena de antiguos almacenes y fábricas rehabilitados, convertidos en centros comerciales, cafeterías modernas o centros de co-working. Otro de los imprescindibles en Dublín.

En Dublín, las cajas de electricidad de las calles están pintadas con motivos bastante divertidos, ya habíamos visto varias el día anterior y las habíamos fotografiado. Por esta zona vimos muchas más y decidimos hacer también una serie de fotos para otro montaje. Algunas son verdaderas obras de artes y otras muy divertidas, como la que imita a una antigua cinta de casete.

Cruzamos a la otra orilla y entramos al recinto EPIC, el museo de la inmigración de Irlanda. No entramos al museo, pero el recinto es muy chulo.
Paseamos hasta el puente O’Connell y subimos por la avenida para ver The Spire, una gran aguja que pretende semejarse a los obeliscos de grandes capitales como París o Londres. A nosotros nos pareció un poco fea, pero para gustos colores.
En la misma calle entramos en una gran librería, Eason, a ver si Rafa encontraba algún libro de cocina, y continuamos en dirección al barrio de Smithfield, siguiendo el recorrido del tranvía.

Llegamos cerca del mercado de flores, frutas y verduras y vimos una antigua cafetería con muy buena pinta, Fegan’s 1924 Café, decidimos almorzar allí un par de refrescos de naranja San Pellegrini y un cruasán de jamón y queso (12€).
El sitio es muy auténtico, de aire hipster, con sillones, una barra con banquetas y varias mesas, una zona donde hacen cursos de manualidades y cocina. La comida es a base de sandwiches, sopas y pasteles tipo quiche.

La cafetería está muy cerca de la destilería Jameson, en Bow St. Se accede por el bar, en el que se pueden beber cocteles a base de güisqui o probar algunas de las variedades de Jameson. Atravesándolo se llega a la taquilla de la destilería.
Hay varias opciones, nosotros elegimos la Bow St Experience Tour & Secret Whiskey Tastingque incluye un recorrido de 40 minutos por la destilería, te explican el método de destilado y una cata de distintos güisquis del mundo. Además, al final de la visita puedes tomarte en el bar un Jameson on the rocks o un mojito de Jameson con jengibre.
Hay unos ordenadores donde rellenar un formulario para que te envíen un certificado de catador de güisqui, y como no, nosotros lo rellenamos y tenemos nuestro título oficial de catadores.
Jameson Distillery Bow St
- Horario: noviembre a febrero de domingo a jueves de 10:00 a 17:30 y viernes y sábado de 10:00 a 18:30 / marzo a octubre de domingo a jueves de 10:00 a 18:00 y viernes y sábado de 10:00 a 19:00
- Entrada: 20€ a 60€ dependiendo del tipo de visita
- Cómo llegar: Parada Smithfield de la línea roja del tranvía Luas

Decidimos dejar la copa para después de comer, porque con el estómago vacío cualquiera se atrevía. Volvimos a Fegan’s y nos tomamos una sopa de zanahoria y jengibre, sándwich BLT y una frittata de tomate y brócoli con dos San Pellegrino, tarta de limón y café. Todo por 31€.
Regresamos a la destilería para tomarnos la copa de Jameson on the rocks y un mojito con jenjibre y lima que incluía la entrada, aunque no nos entusiasma nada el güisqui. Nada más entrar empezó a diluviar. Durante 15-20 minutos no dejó de llover, menos mal que estábamos bien resguardados.

Cuando terminó de llover y salió de nuevo el sol, fuimos hacia el centro cruzando el río para visitar el pub más antiguo de Dublín, The Brazen Head. No cabía un alma. De camino al hotel, recorrimos un barrio de casas de ladrillo y puertas de colores que Antonio no paraba de fotografiar. Será por puertas de colores en esta ciudad…

Después de una buena siesta (que para algo son vacaciones) salimos de nuevo de camino al río para ver el atardecer. Con el diluvio que había caído, las calles estaban llenas de charcos aunque el día ya se había despejado. Nos encantan los reflejos que hacen los edificios en el agua y aprovechamos para hacer fotos de la Christ Church Cathedral y Dublinia, que nos pillaba de paso.
Paseamos por la ribera del río hacia el centro, el sol estaba todavía un poco alto y queríamos verlo desde el Ha’Penny Bridge (Half Penny Bridge).
Inicialmente fue llamado Wellington Bridge, en honor al duque que venció a Napoleón en la batalla de Waterloo, pero acabó recibiendo el sobrenombre del puente del medio penique porque ese era el precio del peaje que debían pagar los que lo cruzaban y de este modo su constructor, un armador de barcos que necesitaba dinero, pudo reparar su flota.

Cerca del puente encontramos un The Rolling Donut abierto, los dublineses los toman a diario así que había que probar alguno. Tomamos uno de chocolate y brownie y un Molly Malone por 5,50€. Nos los comimos sentados bajo el monumento a O’Connell.
Cruzamos al otro lado del río en dirección al pub John Mulligan, un histórico de la ciudad nombrado en las novelas de James Joyce. Estaba abarrotado y el ruido de los dublineses gritando era ensordecedor, así que decidimos irnos a Doyle’s, otro pub unas calles más allá, con buena música. Estaba lleno pero había sitio en la barra, donde nos pudimos tomar una par de pintas, una de Guinness y otra de Hop House 13.

De camino al pub, le habíamos echado el ojo a una pequeña izakaya con muy buena pinta, así que volvimos hacia allí y tuvimos suerte de encontrar una mesa desde donde se veía la cocina (a Rafa le encanta ver las cocinas de los restaurantes). Nos tomamos unas gyozas, kitchen rice bowl, maguro sushi, y dos limonadas japonesas, todo por 31€.
Al salir del restaurante nos pilló un buen chaparrón y tuvimos que abandonar nuestro intento de fotografiar los puentes y la ribera del río de noche. Fuimos hacia Temple Bar y nos refugiamos en Teac na céiBé, uno de los pub del barrio. Estaba a tope, con buena música en directo, pero encontramos un rincón tranquilo donde disfrutar de un par de Guinness. Uno de los mejores planes que hacer en Dublín.

Salimos del bar cuando dejó de llover y dimos un paseo por la zona disfrutando del ambiente nocturno dublinés. Encontramos otro pub con música en directo y alguna mesa vacía, The Norseman. Como no habíamos tenido suficiente cerveza (donde fueres haz lo que vieres) nos sentamos a por dos pintas más, esta vez una Guinness y una Kilkenny.
Al salir, y aprovechando que ya no llovía, hicimos un par de fotos nocturnas en el río y fuimos directos a dormir porque la cantidad ingente de cerveza que llevábamos en el cuerpo no era normal.
