DUBLÍN DÍA 2
Visita a Old Library, recorrido por Temple Bar, Christ Church Cathedral y Dublinia, Dublin Castle, Grafton St y Cervecería Guinness
15 DE AGOSTO DE 2015
No despertamos temprano y parecía que las previsiones del tiempo estaban a nuestro favor, hacía un día soleado (aunque ya nos habían dicho que en Dublín nunca se sabe).
El desayuno en el hotel era bastante completo y no había mucha aglomeración, ventajas de madrugar. Después de coger fuerzas con un buen Irish breakfast a base de patatas, panceta asada, black pudding, champiñones y huevos revueltos, nos fuimos hacia el Trinity College, uno de los imprescindibles que ver en Dublín.
Llegamos un poco antes de la hora reservada por lo que aprovechamos para recorrer el patio central. Era un día soleado y se estaba de lujo paseando al sol. A las 10 fuimos a la entrada de la Old Library, famosa por su arquitectura, construida en 1860 en madera, tiene dos pisos con estancias separadas por estanterías llenas de libros y un gran pasillo central abovedado.
Es realmente bonita, lo que es inexplicable es que tengas que reservar una hora de entrada pero luego no haya un límite de aforo dentro de la sala, que no es muy grande. Cuando fuimos estaba a reventar, lo que le quitaba parte del encanto. La próxima vez madrugaremos más.
Trinity College
- Horario: Todos los días de mayo a septiembre de 9:30 a 17:00 (de octubre a abril de lunes a sábado de 9:30 a 17:00 y domingo de 12:00 a 16:30)
- Entrada: 16€. Os recomendamos ir a primera hora y reservar la entrada a la Old Library online para evitar colas.
- Cómo llegar: La línea verde del Luas lleva a la universidad parando en Dawson y Trinity. Las estaciones de Pearse, Tara St y Connolly del DART también están próximas

Después de recorrer la sala principal y ver el libro de Kells y el arpa de Brian Boru, el símbolo irlandés más antiguo que se ha encontrado, salimos por una puerta lateral del Trinity y paseamos por el centro hacia Temple Bar.
A esas horas la mayoría de locales estaban cerrados pero queríamos verlo tranquilo para poder hacer fotos de los antiguos pubs y los edificios a la luz del día, ya habría tiempo de verlo de noche en pleno apogeo.
Seguimos hacia Christ Church Cathedral, recorrimos los jardines que la rodean y cruzamos a Dublinia, el edificio al otro lado de Winetavern St que está comunicado con la catedral por un pasaje elevado y acoge el museo medieval y vikingo de la ciudad de Dublín.
Desde el cruce de Christchurch St y Nicholas St, junto a la escultura Millenium Child, se tiene una panorámica muy chula de ambos edificios conectados.
Christ Church Cathedral
- Horario: Lunes a sábado de 9:30 a 18:00 / Domingo de 12:30 a 15:15 y de 16:30 a 18:00
- Entrada: 8€ (online 7,50€)
- Cómo llegar: Autobuses 49, 49A, 54A y 123 / Línea roja de Luas (parada Four Courts)

Dublinia
- Horario: Octubre a febrero de 10:00 a 17:30 / Marzo a septiembre de 10:00 a 18:30
- Entrada: 12€
- Cómo llegar: Autobuses 49, 49A, 54A y 123 / Línea roja de Luas (parada Four Courts)

Fuimos callejeando hasta el Dublin Castle, edificio del S.XVIII en su mayoría, que recuerda más a un palacio que a un castillo medieval. Conserva la torre principal Norman Record Tower situada entre la Capilla Real y el edificio del tesoro Georgiano. Este último es una curioso edificio de colores de los años 60, bastante criticado (según la guía Lonelyplanet y citamos literalmente, «más feo que un pecado»). Desde él se accede al Dubh Linn Garden, junto a la Chester Beatty Library.
Para nosotros el jardín es lo más bonito de la visita, con una explanada de césped en la que hay unos símbolos celtas con formas serpenteantes. Además, hacía un día soleado y estaba muy animado.
Dublin Castle
- Horario: Todos los días de 9:45 a 17:45
- Entrada: sin guía 8€ / guiada 12€
- Cómo llegar: Autobuses 9, 14, 15, 15A, 15B, 16, 65, 68, 83, 122, 140 cerca de George Street / Autobuses 13, 27, 40, 49, 54A, 56A, 77A, 123, 150, 151, 747 cerca de Dame Street

Caminamos de nuevo hacia Temple Bar. Era la hora de almorzar y queríamos probar los cronuts más famosos de Dublín. En ese momento no habíamos probado todavía los originales de Dominique Ansel en Manhattan, pero éstos estaban deliciosos.
Tomamos uno de chocolate y brownie y otro con glaseado simple, acompañados de un chocolate caliente y un capuccino por 12€.

Continuamos por la misma calle hasta un edificio enorme de ladrillo visto donde se localiza el George’s St Arcade, un pasaje cubierto muy chulo con puestecitos y tiendas de artesanía, pasteles, etc. Nos recordó mucho a los pasajes y galerías cubiertas de París o al Leadenhall Market de la City en Londres.
Salimos por la calle trasera, una zona de callejuelas peatonales con muchas tiendas, terrazas y músicos en directo, y entramos en Powerscourt Centre, un centro comercial dentro de un gran edificio victoriano rehabilitado, con un bonito y luminoso patio interior.

Callejeamos hasta la famosa Grafton Street. A esas horas de la mañana estaba de bote en bote. No deja de ser una calle comercial como la de cualquier ciudad, pero es agradable recorrerla, con gente de aquí para allá y muchos artistas callejeros.
Entramos en Dubray, una inmensa librería con varias plantas y una cafetería. Como siempre, Rafa se va directo a la sección de libros de cocina. Entre libro y libro nos entró hambre, y como se acercaba la hora de comer, decidimos ir a un pub típico irlandés que le habíamos echado el ojo, The Hairy Lemon.

El local era muy pequeño pero acogedor, con un trato familiar y una decoración muy auténtica. Nos sentaron en una mesita y nos pedimos un par de pintas frescas.
Tomamos dos platos típicos, coddle y beef Guinness stew. Tenían un aspecto y un sabor muy caseros, estaban deliciosos. Los acompañados de dos pintas. Un sitio muy curioso y recomendable (40,50€).

Con el estómago bien lleno, regresamos paseando al hotel, pasando por Saint Patrick’s Cathedral. Aprovechando el buen tiempo, la gente se había tirado a la calle y los jardines de la catedral estaban muy animados. Estábamos teniendo un día muy bueno, no nos podíamos quejar.
Después de una merecida siesta, nos dirigimos a la Guinness Storehouse, teníamos las entradas para esa tarde (podéis reservar la visita a la Guinness Storehouse). La fábrica de cerveza estaba a unos 20-30 minutos caminando, atravesando un barrio de casitas bajas de ladrillo y puertas de colores que tenían pinta de ser casas de obreros de la zona.

Entramos a la fábrica a las 16:40. Menuda tenían allí montada, eso sí, todo muy bien organizado. Hicimos toda la visita con audioguía en español, recorriendo todas las plantas y exposiciones. Es muy recomendable y para nosotros un imprescindible que hacer en Dublín.
Guinness Storehouse
- Horario: todos los días de 9:30 a 19:00 (en julio y agosto hasta las 21:00)
- Entrada: varias modalidades de entrada desde 19,50€
- Cómo llegar: Podéis ir caminando desde el centro en unos 20 minutos, con el autobús 123 (desde O’Connell St o Dame St hasta la parada 1940 de James St) o en la línea roja del tranvía Luas (parada Hospital St James’s).

Se empieza por la planta baja donde describen cada uno de los ingredientes de su cerveza, de dónde proceden y qué aportan al producto final. Conforme subes plantas te explican el procesado, cómo se tuestan las maltas, la cocción y añadido del lúpulo, la fermentación y el envasado, la historia del transporte y la exportación y la evolución de los carteles publicitarios de Guinness.
Hay una zona para aprender a catar y otra donde te enseñan a tirar una pinta perfecta para luego bebértela al lado de unos ventanales muy chulos. En esa misma zona, te imprimen el certificado de experto en tirador de pinta, que por supuesto, nos llevamos a casa.

En el último piso hay un bar-mirador con vistas panorámicas de Dublín, el Gravity Bar, pero nosotros decidimos quedarnos en la zona inferior de los ventanales, porque el bar estaba abarrotado y no se disfrutaba igual de las vistas.
Nos pareció una visita muy entretenida y didáctica, y además no podemos quejarnos de la cantidad de cerveza que ingerimos, jeje.

Al salir nos dimos cuenta que habíamos comprado la entrada combinada con la Guinness Open Gate Brewery, así que nos dirigimos allí. Está a pocos minutos caminando de la Storehouse, ubicada en otra antigua nave industrial donde tienen una gran variedad de cervezas artesanales y algunos platos para picar. La entrada incluía nada más y nada menos que 4 medias pintas por persona a elegir entre las diferentes cervezas.
Cómo ya íbamos bien surtidos de cerveza, decidimos además pedir un plato de pollo frito coreano y chili con carne y patatas fritas. Salimos de allí bastante perjudicados, pero pasábamos desapercibidos entre los demás, que iban igual.
Volvimos caminando hacia el hotel para despejarnos y tuvimos que tumbarnos.
Después de dormir un rato la mona, salimos a dar una vuelta por Portobello hacia St Stephen’s Green. Por la noche está lleno de discotecas y locales de moda. Había mucho ambiente, pero la mayoría estaban tan borrachos que no se tenían en pie, un poco deprimente.
No pudimos cenar de lo llenos que estábamos por la cerveza y la comida de la tarde, así que después del paseo fuimos directos a dormir.
