Tromsø día 4
Excursión en barco por los fiordos y cuarta aurora desde la playa de Telegrafbukta
21 de enero de 2018
A las 8:30 estábamos sentados en el barco de la excursión para ver ballenas con Tromsø Friluftsenter. Era un barco grande de unas 100 personas con butacas y grandes cristaleras, una cubierta superior muy grande y otra en la parte delantera más pequeña. No era lo que habíamos contratado, ya que se suponía que debíamos ir en una lancha tipo Zodiak para unas 10 personas. Pero con el frío que hacía, y que ya teníamos claro que seguramente no veríamos ballenas, nos alegramos del cambio de barco y nos lo tomamos como un mini-crucero por los fiordos.
Nos sentamos cerca de las ventanas delanteras, estaba casi lleno pero los asientos de nuestro lado se quedaron libres. Nos ofrecieron café y pastas gratis durante todo el trayecto, y además había una cafetería donde comprar perritos y sandwiches. Nada más salir nos explicaron cómo sería la excursión y un biólogo marino nos dijo las posibilidades (muy pocas) de ver ballenas y de qué especies serían.
Estuvimos prácticamente todo el viaje en la terraza superior solos. Hacía muchísimo frío y viento, pero como llevábamos varias capas de ropa térmica nos lo pasamos en grande. El paisaje de los fiordos es impresionante, con esa luz de invierno que parecía un amanecer contínuo y las casas de colores salpicadas en la nieve hicieron que lo disfrutásemos al máximo. Ese día se celebraba el Soldagen, primer día que el sol despunta después de todo el invierno, y pudimos ver cómo aparecía entre las montañas durante un par de minutos.

Después de 2 horas llegamos a la zona donde deberían estar las ballenas. En ese momento todo el mundo salió a la cubierta superior. Nosotros, que llevábamos allí todo el rato, teníamos las mejores posiciones para poder verlas saliesen por donde saliesen (más o menos). Pero las ballenas no aparecieron por ningún sitio. Hemos estado investigando después y a día de hoy ya no hay casi avistamientos en esa zona a finales del mes de enero, a no ser que se vaya mar adentro, porque las ballenas están migrando antes hacia el sur.
No os recomendamos que intentéis la excursión con la finalidad de ver ballenas a no ser que viajéis en noviembre-diciembre, hay muchas otras cosas que hacer, o podéis tomároslo como nosotros, una visita a los fiordos.
La vuelta se nos hizo más larga, había menos luz y la sensación de frío aumentó. Las últimas 2 horas estuvimos dentro del barco charlando con una señora noruega de unos 70 años muy graciosa que tenía ganas de saber cosas sobre nosotros, debimos parecerle exóticos. Comimos unos perritos calientes y más café para entrar en calor.

Al llegar al puerto estábamos muertos de hambre y fuimos a comer a Pastafabrikken como el primer día. Queda cerca del puerto y la relación calidad-precio no está nada mal. Entramos a las 15 de la tarde pero como era noche cerrada no sabíamos si estábamos comiendo o cenando. Tomamos dos sopas de tomate y una ración de lasaña para compartir (eran bastante grandes) con agua gratis, por 370 NOK (38€).
Descansamos en el hotel unas horas, sobre todo necesitábamos entrar en calor. A las 20 fuimos a ver el puerto de noche y desde allí cogimos el autobús 33 hacia la punta más al sur de la isla, porque queríamos ver la aurora desde la playa Telegrafbukta (ya empezaba a verse una tenue luz verde por encima de nuestro hotel). El bus nos dejó en la carretera que bordea la zona residencial antes de la playa.
Caminamos unos 10 minutos y justo cuando estábamos llegando apareció una aurora enorme en el cielo, plantamos los trípodes (a estas alturas siempre llevábamos todo preparado para poder disparar fotos en cuanto apareciese en el cielo) y nos pusimos a disfrutar del espectáculo.
Duró unos 5 minutos y se quedó una línea verdosa débil en el cielo, recorrimos un poco la zona de la playa en dirección norte y encontramos unas casetas de pescadores tras las que pudimos refugiarnos del viento que hacía. Colocamos otra vez cámaras y trípodes y nos sentamos a ver si aparecía de nuevo. La espera duró poco, tuvimos la suerte de ver 2 auroras más en el rato que estuvimos en la playa (os damos todos los consejos en la entrada cómo cazar auroras boreales).

Sobre las 22 decidimos volver ya que el frío se hacía notar. Como no aparecía el bus, empezamos a caminar hacia el centro. Hay unos 3 kilómetros, que hicimos caminando, viendo las zonas residenciales y sintiendo la tranquilidad de la isla.
A la altura del acuario Polaria, se volvió a iluminar el cielo con una aurora espectacular, esta vez no nos preocupamos demasiado de las cámaras (hicimos fotos sin trípode y de poca calidad), sólo nos dedicamos a disfrutar y alucinar con las formas y los colores que se formaban en el cielo. Fue corta, unos 3 minutos, pero de las más chulas que habíamos visto hasta ahora. Debía tener muchísima intensidad porque la pudimos ver en medio de la ciudad, a pesar de la luz de las farolas que nos rodeaban. Increíble.
Nos llamó la atención que los lugareños no alucinaban con el espectáculo igual que nosotros, ellos deben estar acostumbrados. Aunque cuesta creer que alguien pueda acostumbrarse porque el fenómeno es mágico (¿lo habíamos dicho?).

Cenamos de nuevo en Huken Pub, una patata rellena, una hamburguesa y dos cervezas que nos supieron a gloria. Todo por 383 NOK (38 €). Volvimos al hotel a recoger las maletas y preparar todo para la vuelta al día siguiente.
De madrugada nos recogió un taxi en la puerta del hotel porque a esas horas no había autobús en dirección al aeropuerto. El vuelo salía de Tromsø a las 8 y llegamos a Alicante a las 16:20, con una escala de 2h y media en Oslo, que aprovechamos para comer unos bocatas y hacer unas compras de souvenirs.
Fue curioso ver cómo tuvieron que rociar nuestro avión durante un buen rato con un líquido anticongelante antes de despegar (daba un poco de impresión, porque estaba todo congelado…). Una vez arriba, pudimos volver a disfrutar de la luz del sol, ya lo echábamos de menos.
Hacía poco que unos amigos habían ido a Noruega y no pudieron ver ninguna aurora en los 4 días que estuvieron. Nosotros tuvimos mucha suerte y las habíamos visto todos los días, por lo que el subidón que teníamos era impresionante. Es un espectáculo que todos deberíamos poder ver una vez en la vida. No paramos de hablar de la experiencia en todo el trayecto hasta Valencia y hasta varias semanas después (se nos pasó al mes y medio que ya estábamos volando hacia Japón 10 días).
