El último día empezaba con una gran lluvia al amanecer que nos despertó. Habíamos quedado a las nueve para desayunar pero a las ocho ya estábamos en el bar pidiendo un capuccino cada uno. Allí ya estaba Yolanda gestionado cosas con Dani para futuros viajes. Nosotros les dejamos trabajar tranquilos y nos pusimos en una mesa con vistas a la piscina y el lago viendo como acababa de lloviznar.
Un poco antes de las nueve ya estábamos todos sentados alrededor de una larga mesa y con nuestros desayunos servidos. Estábamos bastante tristes porque la aventura se acababa, pero felices por la experiencia que nos llevábamos a casa.
Salimos del hotel a las diez de la mañana en dirección a Arusha. El plan del día era comprar en un mercado local cacahuetes y anacardos para llevarnos a casa y comer en un local típico antes de irnos al aeropuerto.

Tardamos más de una hora en llegar a la capital y cuando paramos en el mercado cayó un buen diluvio, por lo que decidimos que solo Yolanda acompañaría a Dani a comprar los frutos secos. Tardaron un rato y volvieron solo con los cacahuetes, no les quedaban más cosas.
Fuimos en dirección al local donde íbamos a comer y de camino vimos a una señora vendiendo cacahuetes en medio de la calle, le compramos todo el cubo que llevaba, se quedó encantada claro.
La ultima parada antes de comer fue en un restaurante de carretera donde aprovechamos para ir al baño mientras Dani compraba unas tilapias a la brasa para que las probásemos en la comida que, sinceramente, olían a rayos.
Llegamos al restaurante Themi Living Graden, en medio de una zona llena de vegetación, no era más que un barracón con bancos y mesas de madera y un mostrador donde una mujer servía varios platos tradicionales: judías guisadas, pilau, lentejas amarillas, guiso de verduras, acelgas y chapatis.
Cada uno se sirvió lo que le apetecía y Dani puso los pescados en medio de la mesa. A pesar de su buena intención, no nos gustaron a nadie, sabían bastante terrosos. Fue la única preparación que no nos gustó de todo el viaje, el resto de la comida nos pareció excelente. Nos ofrecieron una bebida a base de sandía que nos encantó pero que disfrutamos poco por los nervios de la vuelta.

A las tres entramos al aeropuerto, corriendo para no ponernos chorreando. Había seguido lloviendo a cántaros durante todo el trayecto y las carreteras estaban anegadas, eso retrasó un poco la vuelta, aun así llegamos con muchísimo tiempo antes del vuelo.
La facturación fue un poco caótica por lo pequeña que era la sala y la mala organización. Te hacen pasar las maletas por el detector en la misma puerta del aeropuerto por lo que se hace bastante cola para entrar; luego enseñas el pasaporte en un mostrador y de ahí puedes ir a tu mostrador de facturación a dejar la maleta y que te den tu billete. Después se pasa por inmigración y por último el control de seguridad antes de entrar en la zona de embarque.
Nos sentamos en unas mesas de la cafetería que había en el centro y pedimos los últimos cafés del viaje. Nos fuimos a ver si gastábamos los pocos chelines que nos quedaban en algún regalo de última hora. Compramos un par de parches para las mochilas y unas pulseras para los sobrinos y nos sentamos a organizar el reparto de frutos secos. Rafa lleva siempre bolsas de vacío con una maquina portátil del tamaño de un cargador de móvil que vino muy bien para poder llevar cada uno su parte sin que desprendiese olor ni riesgo de que se rompiese la bolsa (os contamos más sobre lo que llevamos en el equipaje en la entrada imprescindibles en nuestra maleta).

Los vuelos se nos hicieron bastante cortos, mientras veíamos unas películas, dormíamos y comíamos lo que nos iban ofreciendo. Igual que en la ida, fueron dos vuelos de seis horas con una escala de una hora en Doha. Aterrizamos en Madrid a las 7:20, las maletas salieron bastante rápidas y a las 9:59 cogíamos el AVE hacia casa.
Había sido una de las mejores experiencias de nuestra vida y un gran viaje, sobretodo gracias a unos increíbles compañeros de viaje. Desde aquí volvemos a darles las gracias por hacerlo tan fácil.
A los que leéis esto y no habéis ido a Tanzania, deberíais planteároslo si tenéis posibilidad, no dudéis en contactarnos para daros nuestra opinión sobre el itinerario que escogeríamos si volviésemos al país.
