Lisboa día 3
Amanecer en Alfama, Belém, Ponte 25 de Abril, LX Factory y Cais do Sodré
11 de octubre de 2019
En Lisboa amanecía a las 7:32, así que a las 6 nos levantamos y fuimos a buscar un sitio para poder desayunar a esas horas, la mayoría estaban cerrados. En la Praça Luís Camões encontramos un A Padaría Portuguesa, una franquicia de cafeterías. Hay muchas y la mayoría son muy chulas, menos esa. El desayuno no nos pareció ninguna maravilla, normalillo tirando a malo.
A las 7 cogimos el tranvía 28E en la misma plaza y bajamos en el Miradouro das Portas do Sol. Había un par de fotógrafos más y se empezaba a ver el cielo rosado del amanecer. Estuvimos allí una media hora haciendo fotos a Alfama con el río y el sol de fondo. Después subimos al Miradouro da Graça, queríamos ver la ciudad iluminándose con los tonos del amanecer (tenéis más información en la entrada sobre los mejores miradores de Lisboa).


Habíamos decidido ir a ver la Torre de Belém, símbolo de la ciudad y Portugal y unos de los imprescindibles que ver en Lisboa. Bajamos caminando desde Graça por Calçáda de Santo André y Rua dos Cavaleiros hasta Martim Moniz, donde cogimos el metro hasta Cais do Sodré y desde aquí en tren hacia Belém. Bajamos en la parada de Belém y de allí hasta la torre había una buena caminata.
Fuimos por la orilla del río pasando por el Club Náutico, el Monumento a los Descubrimientos y el Museo de Arte Popular. Es un paseo muy chulo, tiene mucha zona ajardinada y a esas horas no había casi nadie.
Torre de Belém
- La entrada cuesta 6€.
- Abre de martes a domingo, de octubre a abril de 10:00 a 17:30 y de mayo a septiembre de 10:00 a 18:30.

Mosteiro dos Jerónimos
- La entrada cuesta 10€ (madrugad para evitar las largas colas)
- Abre de martes a domingo, de octubre a abril de 10:00 a 17:00 y de mayo a septiembre de 10:00 a 18:30.

Por fin llegamos a nuestra siguiente parada, Pastéis de Belém, la famosa cafetería con los mejores pasteles de nata de Lisboa. Puede parecer un tópico pero de verdad que en nuestra visita a la ciudad comimos muchos y podemos asegurar que son los mejores. La fama no ha hecho que pierdan la calidad. Es uno de los imprescindibles que hacer en Lisboa.
Esperábamos una cola enorme y que no hubiera mesas. Es verdad que era pronto, pero había poca gente en el mostrador y pudimos conseguir mesa en 5 minutos. Nos la cedió una chica polaca que vivía en Lisboa, majísima. El local es enorme, con 5 ó 6 comedores repletos de mesas.
Nosotros pedimos cuatro pastéis, un Pão Deus y dos chocolates a la taza. Nos quedamos con ganas de comernos 4 ó 5 pastéis más y el pan estaba delicioso, es como una torta de San Marcos (pan dulce típico de la Sierra de Segura) o un panquemao suave (pan dulce típico de la Ribera en Valencia). En total fueron 10,90€.

El día se había despejado del todo y después de disfrutar con el homenaje dulce, decidimos pasear por la zona, llena de casitas bajas con fachadas de colores. Recorrimos el Jardín de Vasco da Gama, donde nos pareció muy curioso encontrar un templo tailandés. Por unos minutos nos teletransportó al país asiático que habíamos visitado meses atrás.
El Ponte 25 de Abril nos pillaba un poco lejos (unos 3 km), pero como nos encanta andar, fuimos caminando hasta el Tajo y seguimos la ribera del río hasta el puente. Se pasa por delante de una antigua central eléctrica reconvertida en el MAAT (Museu de Arte, Arquitetura e Tecnología).

El museo tiene dos edificios, el de la antigua eléctrica y uno moderno en forma de ola que es una pasada, al menos para nosotros que nos encanta la arquitectura. Dentro alberga parte de las exposiciones y por la parte de arriba tiene un mirador al Tajo. Se accede desde la calle trasera o desde el paseo por una rampa, una vez en la cresta de la ola hay una barandilla con una vistas preciosas del puente y la ribera del río.
A esas horas ya empezaba a estar muy animado el paseo con gente haciendo deporte o paseando al sol. Seguimos caminando hasta el puente, uno de los iconos de la ciudad, parecido al Golden Gate pero construido casi 30 años después.
El Ponte 25 de Abril, debe su parecido al Golden Gate de San Francisco a que ambas ciudades tienen características sísmicas parecidas y a que la empresa de ingeniería que participó en ambos fue la misma. Los dos están construidos de acero y pintados del rojo anaranjado característico para evitar la oxidación.
Hay un mirador-museo en uno de los pilares del puente donde se explica la historia de la construcción del puente, acabando en una plataforma con vistas panorámicas, Pilar 7 Bridge Experience.
Pilar 7 Bridge Experience
- Dirección: Avenida da Índia, Pilar 7 da Ponte 25 de Abril
- Horario: de mayo a septiembre de 10:00 a 20:00, y de octubre a abril de 10:00 a 18:00
- Entrada: 5€
- Cómo llegar: parada Estação de Santo Amaro o Rua da Junqueira del tranvía 15E y los autobuses 714, 727, 732 y 751

El tiempo en Lisboa en muy cambiante, como en toda la costa atlántica, y tan pronto hace sol como se nubla o llueve. Tuvimos la mala suerte que justo cuando estábamos en el puente había mucha bruma y las fotos salieron así de malas. Pero tranquilos, volvimos otro día con sol, como no podía ser de otra manera.
Se acercaba la hora de comer y teníamos pendiente visitar LX Factory, una antigua zona industrial convertida en centro comercial hipster, lleno tiendas, bares y restaurantes con decoración industrial. Una de las mejores cosas que ver y hacer en Lisboa.
Llegar desde el paseo nos supuso una odisea, el navegador del móvil nos daba indicaciones por una autovía y la carretera tenía una mediana que no se podía cruzar, así que tuvimos que dar una buena vuelta para llegar, retrocediendo sobre nuestros pasos y atravesando las vías del tren sobre una pasarela peatonal.

Estuvimos paseando por el recinto. Entramos a Ler Devagar, una librería chulísima con libros nuevos y de segunda mano. Vimos un par de pastelerías con muy buena pinta, compramos unos imanes y subimos a la azotea de Rio Maravilha.
La abren a las 12:30 y tiene una zona cubierta, con mesas y billares donde hay servicio de bebida y comida, y otra exterior con un bar sólo para bebidas y una enorme mesa bajo la gran escultura de una mujer con los brazos extendidos, desde donde se tienen vistas del puente. Es un buen sitio para ver el atardecer.

Ya era la hora de comer y como hacía solecito y buena temperatura, nos sentamos en una mesa de la terraza en Cantina LX, justo frente a la obra de «streetart» de Bordalo II que representa una abeja rodeada de vegetación. Hay varias obras suyas en Lisboa y Oporto, todas ellas con materiales reciclados de vertederos.
Pedimos un queso fresco de cabra de Queijeiro ou Lentejo, gambinhas na caçarola, bacalhau y sopa de vegetais, y para beber dos cervezas. Salimos a 35€ los dos.
Como empezaba a hacer un calor de muerte, nos fuimos a tomar el café a LXeeseCake. Pedimos un café, un té de menta y un trozo de Lemon Pie Cheesecake. No fue barato, unos 10€, pero estuvimos muy a gusto y estaba delicioso.

Dimos una última vuelta por todo el recinto de LXFactory y fuimos hacia la parada del autobús por la Rua 1º de Maio hasta Largo Calvário. En la plaza esperamos al autobús 15E que sustituía al tranvía con el mismo número, cancelado por las obras de las vías.
Tardamos unos 10 ó 15 minutos en llegar a Cais do Sodré. Llegando a la parada vimos otro mural de Bordalo II y nos acercamos caminando para verlo, un zorro hecho con material de los vertederos, como todas sus obras. Pasamos por el Mercado da Ribeira pero como estaba llenísimo y acabábamos de comer, decidimos volver en otro momento.
Subimos por Chiado hasta el hotel para descansar un rato, porque vaya día llevábamos.

Sobre las 19 decidimos volver al mercado. Pasamos por la calle rosa y los alrededores de Cais do Sodré y entramos al TimeOut Market del Mercado da Ribeira. Tiene dos zonas separadas por el pasillo de acceso, una con puestos de mercado de abastos tradicional y otra con puestos de comida y zona de mesas para comer. Es muy parecido al Mercado de San Miguel en Madrid, aunque más grande. Es otra de las visitas que ver y hacer en Lisboa.
Seguía habiendo mucha gente y no nos apetecía quedarnos a tomar nada, preferimos cruzar hacia el club náutico que hay junto a la terminal de ferris para ver el atardecer. Hay un par de muelles desde los que se tiene una panorámica muy chula del río y el puente con los antiguos almacenes en la orilla.

A esas horas ya nos apetecía tomar una cerveza y decidimos acercarnos a la Rua da Alfândega a la altura del Arco de Jesús, donde la noche anterior habíamos visto un par de sitios chulos.
De camino, nada más pasar la Praça Duque da Terceira, vimos un cervecería artesanal que nos llamó la atención. Había muy bien ambiente y estaban preparándose para tocar en directo. Nos sentamos en la ventana, hacia la calle, y nos pedimos dos cervezas artesanas y unas alitas de pollo picantes, según ellos las mejores de la ciudad (no podemos comparar porque sólo comimos esas, pero estaban espectaculares).

Fuimos atravesando Baixa hasta la Casa dos Bico en Rua da Alfândega, pero las cartas de los restaurantes que buscábamos no nos acabaron de convencer. Decidimos pasear por la zona a ver qué encontrábamos. Fuimos por la Rua dos Bacalhoeiros y en la esquina vimos una vinoteca que ofrecía algunas tapas, pensamos en tomar un vino tranquilamente mientras buscábamos en internet alguna recomendación para cenar.
Nos sentamos en unos taburetes alrededor de un barril de vino. El local era muy acogedor, lleno de botellas de vino, iluminado con luz tenue y muchas velas. Solo sobraban las teles con videoclips. Pedimos 2 copas de vino verde frío y nos pusimos a charlar, cuando nos las acabamos, pensamos que, como estábamos a gusto, mejor quedarnos allí. Pedimos otra ronda, un chouriço assado y un queijo de Azeitão. Nos supo a gloria, sobre todo el queso.

Al salir, con un grado de alcohol un poco alto, preferimos ir dando un rodeo. Subimos la Rua da Madalena hasta la altura de la Praça da Figueira y desde allí a la Praça Rossio. A mitad de camino compramos una tarrina de helado de nata para los dos en Gelato Therapy, por darnos un capricho dulce. Uno de los mejores helados que hemos comido.
Desde la plaza fuimos a ver el Elevador de Santa Justa y volvimos hacia Chiado atajando por las escaleras mecánicas de la parada de metro de Baixa. Llevábamos demasiada caminata encima como para subir cuestas.
